Por Miguel Ángel Sandoval
9 de abril del 2019
“No hace mucho, Almagro fue expulsado del Frente Amplio de Uruguay”
Desde donde se quiera analizar, Luis Almagro el secretario general de la OEA es la antítesis de la diplomacia, casi el ejemplo más logrado de un elefante en cristalería. Lo ha demostrado una y otra vez. No da una. Quizás el tema que lo define es que actúa a contramano del estilo diplomático de Uruguay. No es algo menor, pues si algo caracteriza la política del país oriental es precisamente el dialogo, el cuidado de las formas, especialmente en el ámbito de las relaciones internacionales. En ello juega y mucho, su realidad geográfica: el jamón del sándwich entre Argentina y Brasil.
Dialogamos con candidatos presidenciales d @partidoune @SandraTorresGUA y @CarlosRaulGt sobre importancia de garantizar #Elecciones2019 transparentes, con certeza jurídica y política; y q se permita el trabajo d @TSEGuatemala sin influencia d factores externos, incluida @CICIGgt pic.twitter.com/LSC7oqNN0a
— Luis Almagro (@Almagro_OEA2015) April 8, 2019
No hace mucho, Almagro fue expulsado del Frente Amplio de Uruguay. Una coalición conformada por unos 20 partidos políticos. Blancos, Artiguistas, comunistas, Democristianos, y casi todas las denominaciones político-ideológicas. Es obvio que para mantener esa amplia alianza, fue indispensable un ejercicio de dialogo, de respeto, de cuidado por las formas y los contenidos. Por ello, las declaraciones de Almagro sobre varios temas como funcionario de la OEA, han sido desconocidas por la sociedad uruguaya. Las razones se encuentran a la vista.
Con situaciones como la de Venezuela, sus declaraciones han sido desafortunadas. En el Grupo de Lima, por lo consiguiente. Si es sobre Cuba, no puede ser más ingrata su postura. Así, de manera general. Es un mastín de lo peor de la política exterior de sus patrones. Ahora con Guatemala se ha dado tiempo de poner en solfa a la Cicig, en un tema que en realidad es colateral al núcleo duro de las actividades de la comisión internacional contra la impunidad.
Pero el tema de fondo es que con sus declaraciones sobre el asunto del convenio entre la Cicig y el TSE, revela que su visión estrecha del caso Guatemala, lo lleva a colisionar por torpe hay que decir, con la ONU que es la organización internacional que respalda a la Cicig. Mientras que Almagro, lo hace desde una organización como la OEA que ha sido caracterizada desde hace muchos años, como un ministerio de colonias al servicio de la política exterior de los EEUU.
Se podría decir mucho más sobre el ingrato rol de Almagro al frente de la OEA. Me quedo con lo dicho en algún momento por José Mujica, expresidente del país oriental que lo señalo por ineficiente, y ajeno a la tradición pacifista del Uruguay. “No puedo comprender tus silencios sobre Haití, Guatemala y Asunción” decía Mujica. Y hoy Almagro optó por hablar escogiendo mal el tema y el momento. Reitero, es un elefante en cristalería.