Por Glenda García
Existe un lugar llamado San Martín Jilotepeque, en el departamento de Chimaltenango, Guatemala.
Pese a que, desde épocas difíciles de recordar, la población mayoritaria de ese municipio es de origen maya caqchiquel, apenas en 1972 fue electo su segundo alcalde indígena. Felipe Álvarez Tepaz llegó a la alcaldía municipal de San Martín Jilotepeque de la mano del partido Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG).
Su labor al frente de la alcaldía fue muy exitosa. Su candidatura, liderazgo y puesto político rompía con la paradójica tradición del liderazgo político de origen ladino en el ámbito municipal.
La segunda llegada de Felipe Álvarez a la alcaldía municipal en 1978 —de nuevo con la DCG— estuvo marcada por sus dotes de líder político-social, demostrada durante su primera gestión en 1972, cuando impulsó varios proyectos por el bien común del municipio.
Su trabajo fue tan destacado que se dio a conocer a nivel departamental y nacional, llegando a ser miembro directivo de la Asociación Nacional de Alcaldes Municipales (ANAM), donde le llegaron a tener mucho respeto por su trabajo y claridad política. Fue muy cercano a líderes nacionales de trayectoria, como Manuel Colom Argueta y Fuentes Mohr, quienes lo visitaban en su casa en San Martín.
A causa de las políticas contrainsurgentes y genocidas de Guatemala, en noviembre de 1980 Felipe Álvarez fue secuestrado en su casa de habitación junto con su hijo menor de 17 años. Dos de sus hijas quedaron gravemente heridas y meses después, tres de sus hijos fueron víctimas de desaparición forzada: Jorge Álvarez, desaparecido el 27 de abril de 1981; Mario Álvarez, desaparecido el 13 de noviembre de 1981; y Mateo Álvarez, desaparecido el 13 de diciembre de 1981.
La esposa y familia de Felipe Álvarez presentaron varias denuncias, sin embargo, nunca se investigó el caso familiar y hasta la fecha no se sabe el paradero de las víctimas, con excepción de Mario Álvarez, quien fuera exhumado en una fosa localizada en la aldea Chipila de San Martín Jilotepeque.
El 7 de octubre de 2016, después de 35 años, la familia de Mario pudo realizar la inhumación y dar entierro digno al hijo del histórico alcalde de San Marín Jilotepeque.
(Reseña tomada del libro “San Martín Jilotepeque. Memoria, conflicto y reconciliación 1950-2008”)
Descarga del libro en:
https://sanmartinjilotepequememorias.wordpress.com/