Por: Patricia Cortez Bendfeldt
El aparente “gran escándalo” de un productor de cine que resulta ser, aparte de exitoso, un acosador serial parece una historia en la que “alguien sale crucificado”.
Pero creo que ninguna de nosotras puede decir que no tuvo un padrino/tío/amigo de tu papa borracho que, cuando teníamos 12 años, empezó a ver si “ya habíamos crecido” y se sintió con derecho a tocarnos o acosarnos.
A algunas, lamentablemente, eso no ha dejado de pasarnos y no porque “lo busquemos” sino porque cualquier hombre se siente con derecho de acosarnos e intentar “provocarnos”.
Algunos se han rasgado las vestiduras e igual que cuando se “descubrió” la pedofilia de Woody Allen, amenazaron con “borrar de un solo” toda la historia fílmica de este personaje.
A mí me parece exagerado borrar toda la historia en base a la aparente “anormalidad” de un productor, director, actor, cantante o artista.
Hace un par de años una amiga me contó que había tenido que dejar de hablarle a su familia, porque, cuando ella tenía 12 años uno de sus tíos la había manoseado, el hombre “se disculpó” con ella y la familia pero ella jamás ha podido quitarse la sensación del cuerpo, a pesar de terapia. Ella insistía en que no podía olvidarlo y sus padres la acusaron de “intentar dividir a la familia”.
Cuando apareció el hashtag #miprimerabuso y #yotambien, nos dimos cuenta que casi ninguna mujer puede decir “a mí nunca” y que en toda familia encontramos abusadores y abusadas que consideran que “fue algo normal” lo que vivieron o están viviendo. Y allí entra también el abusador homosexual porque ejerce su poder (no es una cuestión de enfermedad) sino de que hombres jóvenes y frágiles y mujeres son considerados “propiedad” por hombres fuertes y agresivos.
A pesar de que entiendo que no se puede tolerar la conducta si hemos de ser parejos tendríamos que eliminar toda la producción artística de la humanidad, porque el patriarcado ha normado las relaciones entre hombres y mujeres y ha permitido que se viva con “normalidad” la violencia y la dominación.
La moral, como cualquier constructo social, es variable y en este momento estamos reaccionando y no consideramos ya aceptable la violencia entre géneros, sin embargo, tenemos una gran parte de la población acostumbrada a esto y viviendo con esto ¿qué hacemos? aunque no es una “receta” la posibilidad de cambio aún nos tomará un par de generaciones, siempre y cuando sigamos señalando a los abusadores y dejemos de aceptar el abuso.