Por: Patricia Cortez Bendfeldt
Dicen que quien mandó a pintar la maja desnuda, encargó luego una maja vestida y las tenía en su estudio una sobre otra. Las cambiaba según fuera requerido por la visita que estuviera presente.
Supongo que ese “Hefner” histórico, también invitaba a sus amigos a que contemplaran la perfección y belleza, además de la receptibilidad sexual que muestra el cuadro.
Hefner supo usar las fantasías masculinas, que son inculcadas desde que los varones son pequeños, de la posesión de cuerpos femeninos pero también de la posibilidad de “coleccionarlos” y “compartirlos” con otros hombres sin menoscabar su masculinidad.
De alguna manera, los hombres quieren ser Hefner, pero ¿cómo no van a desearlo si desde niños les inculcó que deben tener colección de mujeres?
Actualmente me cuesta entender el fenómeno pornográfico y erótico en redes, sobre todo porque el derecho de las mujeres a su propio cuerpo también pasa por la posibilidad de explotarlo en su propio beneficio si así lo desean.
Aun así, la cosificación excesiva y la desventaja en la que están las mujeres que aún, siendo hermosas, se ven forzadas a cambiar su apariencia externa para ser más congruentes con el mercado que les paga por exhibirse.
La historia de la cosificación femenina bien cabe en las páginas de play boy, desde las chicas con senos bamboleantes y pecas y gorditos en la espalda, hasta las actuales photoshopeadas hasta que la piel se vea plástica y homogénea y ninguna arruga o “gordito” salga en escena.
Sin embargo, como contaba el Poncho que le había pasado al compartir una de esas revistas con un grupo focal en alguna aldea rural, luego de ver detenidamente las fotos femeninas sin ropa y de reírse nerviosamente les preguntó a los jóvenes si les gustaría “casarse con alguna de ellas”
Los chicos le dijeron entre carcajadas “no usted, esas mujeres no son reales, son de plástico”.
Y si, tal vez el experimento Hefner haya logrado que la fantasía machista llevada al extremo se convierta en la pesadilla del choque con la realidad: no existen mujeres como esas ni se pueden obtener.
Se dice también, que Goya, le puso a la maja desnuda el rostro de su amante, no el rostro de la mujer que le sirvió de modelo…tampoco aquella “centerfold” era real.