Por: Carlos Fernández
Fotografía: Conred
Intentar activar un sistema de respuesta a emergencias no debería ser algo tan complicado. Marcar un número de tres dígitos y listo. Así se mira en las películas, pero en Guatemala y otros países de la región, hay que tener además de un teléfono con saldo, buena memoria. La Policía Nacional Civil (PNC), los cuerpos de bomberos, la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres (Conred), la Cruz Roja y otras entidades de soporte a emergencias tienen diferentes números de contacto y activarlos puede ser más difícil que solo realizar una llamada. Respuestas aceleradas, llamadas que se cortan sin que uno pueda mediar palabra y personal poco entrenado en la recepción de la información hacen que llamar sea frustrante.
A estas dificultades hay que sumar que los niños, en su inocencia, y algunos adultos, haciendo gala de estupidez, saturan las líneas para hacer llamados falsos. En Guatemala, a diferencia de otros países, activar el sistema de emergencia innecesariamente no tiene consecuencias. El costo de combustible, el deterioro de las unidades y las vidas que se han perdido en llamados falsos corren por cuenta de los contribuyentes y de los deudos.
Los índices demográficos y los de violencia no van a disminuir. Tampoco lo harán eventos catastróficos provocados por la negligencia de las personas, que son mal llamados “desastres naturales”. Debemos ser realistas y apostar por un mejor sistema de activación de emergencias. Llamar a por lo menos tres números de servicio de emergencia es inefectivo. Usted pensará: no es tan difícil recordar los números de tres cifras tales como el 122, 123 y el 110. Claro, no es difícil cuando se está libre de estrés. Otra cosa es intentar ordenar números en la cabeza después de un golpe de adrenalina. A eso se le debe sumar que es muy probable que la línea esté ocupada, o que suene por un largo tiempo sin obtener respuesta, y si le contesta un operador, existe el riesgo de que la llamada se corte sin que se haya logrado reportar el incidente. La historia se agrava si se vive en un departamento. Ahí más vale tener buena memoria para los números de ocho dígitos, porque toca llamar directamente.
¿Cuál es el beneficio de un número 911? Pues varios, entre ellos que despachadores de emergencia entrenados tomen las llamadas y dirijan el recurso más cercano a la localidad donde se encuentra. Esto reduciría costos de operación a la policía y de los cuerpos de socorro. No es extraño ver arribar ambulancias de los diferentes cuerpos bomberiles o unidades de PNC de varias comisarías a un mismo incidente por ejemplo. Ese combustible desperdiciado y el deterioro de la unidad que retorna sin realizar un servicio efectivo lo pagamos los contribuyentes. Otro beneficio puede ser la identificación de números telefónicos de quienes hacen llamadas falsas, para que paguen vía multa o cárcel el intento de chascarrillo. Por ejemplo en Honduras o Ecuador si usted tiene la brillante idea de jugar una broma desde su número celular o de domicilio, va a ir a la cárcel y debe pagar una multa onerosa. El beneficio más obvio es tener que recordar un solo número de tres dígitos.
Hace algunos años, el Gobierno de Guatemala intentó hacer una especie de centro de llamados que falló irremediablemente. En aquella ocasión, pusieron a un magro grupo de policías y bomberos de los diferentes puestos a atender llamados de los distintos números de tres dígitos. Los millenians catalogarían el intento como un #EpicFail. Hasta ahí llegó el proyecto piloto.
Guatemala debe iniciar un proceso serio de apertura para la atención de llamados de emergencia y concentrarlas en un número 911, como ya ocurre en Honduras, quienes han iniciado desde hace unos meses un proceso para concentrar las llamadas en un número único. Existen otros países como México, Costa Rica, Argentina y República Dominicana que, entre otros servicios, ya concentran este tipo de llamados.
Obviamente, no solo se va a necesitar de un centro de atención de llamados sino de adecuación tecnológica en las unidades de Policía o Bomberos como dispositivos GPS y un sistema de monitoreo en tiempo real para que el sistema de despacho asigne un servicio. Esto representa una inversión que habrá que hacer para mejorar la efectividad, eficiencia y eficacia de los servicios de emergencia. Este sistema debe ser capaz de activar la red hospitalaria, Unidades de Recolección de Evidencia del Ministerio Público, Conred, etcétera, que son vitales en otros eventos de emergencia en los que deben ser alertados.
Es necesario desarrollar un pensamiento integral en la atención de desastres, emergencias y eventos que requieran de un comando de incidentes adecuadamente establecido. El Proyecto de Ley 5081 presentado por el Diputado Marco Pineda del FCN-Nación en mayo de 2016 debería ser sacado de la gaveta –y mejorado, dicho sea de paso–, pues ya es un buen inicio. Al final de cuentas, lo que se intenta es salvar vidas y cada segundo que tarda en llegar la ayuda, cuenta.