Por: Miguel Ángel Sandoval
Lo que está en el fondo del debate sobre TCQ es la soberanía nacional. No exagero, solo pongo sobre la mesa lo que se juega con la concesión, usufructo, alianza público-privada, o cualquier otra modalidad que no tenga la rectoría del estado de manera clara.
El punto de partida es que con las propuestas que ya existen por parte del ejecutivo, lo concreto es la violación de la constitución política de la república de Guatemala. Pero la dimensión de la soberanía nacional, solo pude aquilatarla con la caricatura de Fo, del viernes 18 de noviembre en Prensa Libre.
Tanto el ejecutivo como el congreso penden de dos grúas montacargas que maneja una empresa multinacional. Por tanto en ningún caso los intereses de estas empresas pueden estar en el centro del debate entre diputados y el ejecutivo.
La discusión tendría que ser sobre los intereses de nuestro país y la manera en que el Estado se coloca como el principal regulador. Lo contrario es la venta de la soberanía, una vez más, por un puñado de dólares o euros.
Pero la tapa al pomo la pusieron los desmentidos del MP y la Cicig, a las supuestas declaraciones presidenciales.