Por Juan Calles
Una habitación infantil guarda un desorden magníficamente organizado, los juguetes, los recuerdos, los símbolos de quién es el niño o niña que ocupa aquella cama, aquel ropero, aquella caja de juguetes, las risas y las travesuras se respiran en el ambiente; se sospechan los sueños y fantasías de tener súper poderes o ser un deportista que alcanza la gloria.
Ayer cuando se abrieron las puertas para permitirnos entrar en el cuarto de las ausencias se nos permitió hacer una regresión, un ejercicio de la memoria para calcular, para sospechar la dolorosa separación de un niño arrancado de su círculo esencial. Se nos permitió escuchar el silencio de años que su secuestro provocó.
Un disco de vinil, una foto de papá y mamá durante tiempos felices, las acuarelas para siempre abandonadas, el uniforme del colegio, la cuna de la hermanita, un vacío, un silencio, una ausencia que se repite, y se repite, y se repite para gritar que ya no está allí, que se lo han llevado, que te arrebataron su risa, su olor, su amor.
No importa cuántas veces leamos sobre estos casos, no importa cuántas veces sepamos sobre el secuestro y desaparición de niños y niñas durante el conflicto armado, siempre dolerán, siempre causarán la misma rabia contenida, las mismas ganas de hacer justicia contra esos monstruosos hechos cometidos contra familias guatemaltecas.
Algunas personas interesadas en el olvido y la impunidad argumentan que es mejor no hablar del tema, olvidar el pasado y seguir adelante, que “lo hecho, hecho está”, argumento adorador de la impunidad y el olvido, mientras quienes deseamos la reconciliación y la justicia no olvidamos, no perdonamos, buscamos que la memoria de las personas desaparecidas nos indique el camino a seguir.
El cuarto de las ausencias es un doloroso ejercicio de la memoria en el que nos encontramos una vez más frente al horror, frente al frío, frente al hambre, frente al culpable para garantizar que no olvidamos, que debemos exigir neciamente la búsqueda de estos niños hasta encontrarlos. El cuarto de las ausencias es un hermoso y doloroso acto poético para reclamar justicia y castigo para quienes cometieron estos abusos.
Es imposible sentir el dolor que una familia experimenta al sufrir al perdida de un niño, pero es imposible también dejar de sentir rabia, impotencia, tristeza, dolor al conocer los casos de niños que fueron secuestrados-desaparecidos por el Ejército de Guatemala, los casos que se registran en el cuarto de las ausencias son casos documentados en el Diario Militar, algunos de ellos ya se encuentran en procesos judiciales en los que se acusa a militares de diferentes rangos por estos hechos.
Asista usted al cuarto de las ausencias, indígnese, conozca las palabras de las madres, de los tíos, de los hermanos de estos niños que ya no están, que duelen, que te convocan las lágrimas, pero que es necesario recordar, hasta encontrarlos. El cuarto de las ausencias está en IIARS 9na. Avenida “A” 18-95 zona 1 bodega 1 de FEGUA a la par del museo del ferrocarril.
Fotografía: Nelton Rivera