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Según el testigo Baltasar Chivalán, entre seis hombres enterraron a las personas masacradas en la aldea Xolcuay, Chajul, el 28 de febrero de 1982. Entre las víctimas estaban su hermana y sus tres hijas. En la aldea, el ejército dejó escrito que mataron a 118 personas.

Por Regina Pérez

En el Tribunal de Mayor Riesgo “A”, el juez Gervi Sical continuó escuchando a las y los testigos del área Ixil, en esta ocasión se profundizó en la masacre en la aldea Xolcuay, Chajul, Quiché el 28 de febrero de 1982.  En un momento de la audiencia, las abogadas defensoras del general Benedicto Lucas, quien está siendo juzgado, pidieron al Tribunal que no permitiera que los medios de comunicación transmitieran el juicio.

El primer testigo en pasar fue Baltasar Chivalán, del caserío Xesontzaj, de la aldea Xolcuay. Chivalán narró lo ocurrido el domingo 28 de febrero de 1982, cuando fueron masacrados varios de sus familiares, entre ellos su hermana, María Josefa Chivalán, sus tres hijas: Rosa, María y Micaela, su concuño Juan Osorio Lux y su cuñada Catarina Lux, así como sus sobrinas Isabela Lux y María Osorio Lux. El testigo también dijo que entre las víctimas había varios de sus primos, pero dijo no recordar sus nombres.

Según Chivalán, los hechos iniciaron a las 11 de la mañana cuando los soldados dispararon en contra de la población de Xolcuay y quemaron sus casas. Chivalán sobrevivió junto a su familia al huir antes de que el ejército llegara a su caserío.

Cuando llegaron “quemaron mi maíz y fríjol que estaba en el tapanco (parte superior de la vivienda)”, señaló. El testigo también recuerda que tenía tres caballos y 10 ovejas, las que también perdió.

De acuerdo con su testimonio, los soldados atacaron primero a la población en Xolcuay y luego se dirigieron al caserío donde había unas 25 casas y que estaban distanciadas entre sí. Él sobrevivió junto a su esposa, su madre y sus tres hijas María, Ana y Josefa, al huir a las montañas antes de que llegara el ejército.

Baltasar Chivalán declara sobre la masacre en la aldea Xolcuay. Foto Verdad y Justicia

Cuando ellos regresaron, dijo, encontraron sus casas quemadas. Al llegar a Xolcuay observó que algunas de las mujeres que estaban muertas estaban desnudas y a los hombres los habían decapitado. “Los mismos soldados dejaron escrito que eran 118” víctimas, señaló, aunque este detalle admitió que solo se lo contaron. Entre los muertos había niños, bebés y mujeres embarazadas.

Las personas lloraban cuando encontraron esa escena, añadió. Entre unas seis personas que sobrevivieron abrieron hoyos y enterraron los cuerpos. “Nosotros fuimos los que los enterramos por eso me di cuenta que era mi hermana y mis sobrinas”, indicó.

– “¿Por qué les hicieron eso?”, preguntó el fiscal Erick de León.

– “Hasta ahora yo no puedo decir si tenían un delito, no sé”, respondió.

Don Baltasar dijo que nadie lo obligó a declarar y pidió justicia por esos hechos.

Los soldados dijeron a la comunidad que “los iban a cuidar”

Cleto Sanic, otro de los testigos, refirió que los soldados se llevaron a sus familiares. A sus hermanos Melchor y Antonio y también a su cuñado Diego, sus cuerpos fueron enterrados en el terreno de un particular y años más tarde fueron exhumados. Él se tuvo que ir con su familia a la costa. Cuando se dio la masacre él desconocía lo que era la guerrilla hasta que regresó y tuvo que hacer patrullajes con el ejército.

Durante este séptimo día, también testificó Antonia Chivalán, quien vivía en Xechulup, ubicada a unas cuatro casas de Xolcuay. Antonia contó que los soldados anunciaron una semana antes que llegaría a la aldea el domingo, el día de la masacre. “No vayan a huir, se van a reunir y vamos a estar con ustedes”, recordó que les dijeron. Según la testiga, su esposo Vicente Xunux le contó que las fuerzas armadas les indicaron que “los iban a cuidar”, sin embargo, ocurrió lo contrario.

“Juntaron a la gente, pero solo los mataron”, dijo ella cuando recuerda que fueron más de 80 personas masacradas. “Los hicieron como que fueran leña”, explicó. Los pusieron juntos, algunos de lado, estaban amontonados, señaló. En el interrogatorio se conoció que uno de sus hermanos, Juan Chivalán, fue llevado por los soldados a prestar servicio militar, sin embargo, ya nunca más supieron de él.

De acuerdo con la acusación de la Fiscalía, el ejército, dirigido por Lucas García y tercero al mando de las fuerzas armadas, cometió 21 masacres y quemó y destruyó 16 aldeas en la en tres municipios Ixil. Se le acusa de la muerte de 844 personas durante 1981 y 1982. El general retirado está acusado de genocidio, delitos contra los deberes de la humanidad y desaparición forzada.

Piden al tribunal que no se transmitan audiencias

Las abogadas del general Benedicto Lucas solicitaron al Tribunal de Mayor Riesgo la restricción a los medios de comunicación la transmisión de las audiencias cuando declaren peritos o testigos.

Una de las abogadas señaló que una persona que no conocen les comentó que aunque no estaba en la audiencia la vio en vivo. “Nos pusimos a pensar que si una persona nos está observando, ¿Quién más nos está observando? Y es en base al litigio de buena fe y para que no se contamine la prueba”, dijo la abogada, quien señaló que antes de declarar los testigos no pueden comunicarse entre sí ni ver o ser informados de lo que ocurre en el debate.

Los abogados querellantes se opusieron a la petición y el Tribunal resolvió que no había ningún problema para que los medios estuvieran presentes, pero que cambiarían de lugar a la prensa para que no enfoquen a las abogadas cuando estas estén tomando notas.

“Debe ser de puertas abiertas y de publicitar lo que tengan que publicitar (el juicio), aquí no estamos escondiendo nada”, dijo el juez presidente del Tribunal, Gervi Sical.

 

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