Organización, recreación y reparación de la memoria en la fotografía de Camile Juárez

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Créditos: Camile Juárez
Tiempo de lectura: 8 minutos

 

Lo que al comienzo sería una plática con la fotógrafa Camile Juárez sobre su más reciente exposición en Ciudad de México (abril de 2023), terminó siendo una introspección en la fotografía y su transformación. En su casa se observan varios fotolibros y de teoría fotográfica, llamando especialmente la atención la obra de Susan Sontag[1]. Después de más de una hora de conversación sobre la construcción de su mundo desde la fotografía y de años de seguir su trabajo, sospecho que los postulados de la ensayista feminista están presentes en la visión de su quehacer.

Por Juan José Guillén

Camile Juárez, de 26 años, estudio artes plásticas en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP). Aunque su trabajo se centra en la fotografía también estudio antropología. Una disciplina que conjuga con el campo del arte. Su obra inicia retratando los lazos comunitarios de San José la Comunidad, en Mixco, el lugar en dónde nació.

La búsqueda de respuestas que expliquen su mundo, los procesos migratorios de su familia hacia la Ciudad la han sumergido en un proceso que la llevó a conocer, inevitablemente, la forma en que se construyen los tejidos comunitarios que suceden en las periferias. Construidos desde el desplazamiento y el despojo forzado de la identidad.

El resultado es un trabajo fotográfico testimonial que presenta la vivencia de quienes han construido una comunidad, su mundo. La obra de Camile se ha expuesto en exposiciones individuales, colectivas y en revistas de varios países.

La fotografía y la caverna de platón[2]

“Las imágenes tienen poder, son un ejercicio de poder y por ello, son las primeras que nos presentan e interpretan el mundo”, dice Juárez, entonces, si asumimos que toda relación humana implica un ejercicio de poder, como plantea el pensador francés Michel Foucault, la fotografía es un acto subjetivo y arbitrario. En este sentido, Camile habla sobre cómo “nace” la fotografía al ser impresa, al adquirir materialidad y es esto lo que, en un mundo cada vez más saturado de imágenes, hace que una fotografía “honesta” sea difícil de encontrar, pues al ser el hecho fotográfico un ejercicio de poder, reiteramos, su presentación e interpretación del mundo, es tan solo una sombra de la realidad, como en la alegoría de la Caverna de Platón.

“Las imágenes tienen poder, son las primeras que nos “presentan e interpretan el mundo”.

Camile Juárez

La objetividad aparente de la fotografía

Juárez coincide con Sontag cuando argumenta que vivimos en una era saturada de imágenes fotográficas. La fotografía, gracias a su capacidad para capturar momentos y “realidades”, ha llegado a ser una parte esencial de la experiencia humana, y consecuentemente, del fenómeno comunitario: Camile habla de cómo en San José la Comunidad ella es conocida como “la fotógrafa”. Su comunidad respalda su trabajo fotográfico porque se identifica con él, por eso, ha sido invitada a retratar eventos sociales de todo tipo como bautizos, bodas y quince años, en donde la imagen es el centro de su trabajo. De esos hechos destaca que el hacer fotografía no necesariamente es la vocación banal de retratar la supuesta realidad desde el arte por el arte[3] (una definición de la fotografía burguesa). Sobre el tema, Sontag sostuvo que aun cuando los fotógrafos crean que retratan la verdad, siguen acechados por su propio gusto, y su percepción de lo fotografiable, permeado por sus prejuicios de clase[4].

De hecho, las fotografías no son la representación de una realidad absoluta, por el contrario, son la proyección de lo que, en este caso, Camile nos presenta como su propia realidad a través del testimonio y cómo en la alegoría de la Caverna de Platón, tanto el fotógrafo como el espectador no pueden salir de la realidad que le inunda pues efectivamente no conoce otra realidad y, en este sentido, el quehacer fotográfico de Juárez es un salir de la Caverna. De esa manera, el arte por el arte es un cuchillo de dos filos porque puede determinar una idea romántica del mundo o nuestro despertar de este.

Tal y como anota Sontag: “aunque la fotografía a menudo se percibe como objetiva y fiel a la realidad, hay una falacia en asumir que todas las fotografías son una representación veraz de la verdad”. Ella destaca cómo la selección de encuadres, la composición y otros elementos pueden influir en la interpretación de una imagen. Y Camile enfatiza cómo el circuito fotográfico procura una imagen caracterizada desde la exotización, la paternalización y el “producto”, y que este urgir superficial desatiende a algo que ella considera importante al hacer imagen: entenderla y relacionarse con su contexto. Los encuadres de Juárez a menudo son frontales, no hay truco angular ni técnico que pueda ser más destacable que el proceso que antecede a la imagen, por eso sus fotografías escapan a la falacia que se maquilla en la técnica impecable, las locaciones construidas o el contexto montado.

La fotografía como un tótem

Frente a este síntoma exotista y voyerista que caracteriza a la fotografía artística de estos territorios, la propuesta de Camile habla de la necesidad de contener al mundo, su mundo en una imagen. Como si se tratara de su propio postulado de cómo hacer fotografía con más pertinencia, una propuesta que está en construcción. Los procesos migratorios que, de alguna manera la despojaron de su identidad K’iche’ (ahora una identidad en reclamo como dice Camile) le han llevado también a encontrar en la fotografía una respuesta sobre quién es, una respuesta que se haya en el propio tejido comunitario de San José la Comunidad, no se trata solo de contener a su mundo en una imagen, también Juárez trata de recuperar los retazos de esa identidad, asignada por el despojo y el desplazamiento.

¿Puede la fotografía salvarnos de la ansiedad? Sontag dijo que por esa condición, durante el siglo XX, especialmente durante las grande guerras, las fotografías fueron parte esencial de los ritos sociales, bodas, muertes y reuniones de la familia extendida, Juárez nos muestra un mundo en este sentido, en San José la Comunidad las fotografías contienen, resignifican y  resguardan el rito social, comunidades enteras desplazadas hacia las periferias por la guerra y que aun así guardan fotografías de sus lugares de origen, sus familiares y sus regresos, frente un mundo que relega a la fotografía a ser un objeto, una práctica, Juárez afirma que el fenómeno fotográfico puede ser tótem. Un objeto con el que se decide tener una relación fetichizada a la que agregamos nuestro propio sentido y valor en función de cómo percibimos y nos percibimos dentro de un todo, un objeto que nos acompaña a lidiar con los recuerdos y a hacer frente al olvido.

“Siento que a mí, aprender a ver, me despertó el mundo”

-Camile Juárez

Camile dice que sus fotografías le han permitido a ella y, a quienes retrata, construir una herramienta de identificación; espacios íntimos, el interior de un ropero, una fiesta familiar. “Nosotras proponemos una mirada”, asegura, al reflexionar sobre la propia percepción que tiene Juárez alrededor de lo que hace, y que, en consecuencia, nos hace darnos cuenta sobre cómo el extractivismo, el exotismo, el complejo de salvador y las miradas violentas, son criterios incubados desde el machismo, el capital y específicamente el racismo, que aún permean en el quehacer fotográfico.

“Nosotras proponemos una mirada”

Camile Juárez

A partir de esta propuesta, pienso si alguna vez yo mismo he generado una fotografía que me saque o me haga permanecer dentro de la Caverna, en todo caso la función del arte no puede ser destinada únicamente a un propósito o a un ser y en este sentido la obra de Camile trata de registrar la memoria histórica de un pueblo, “nos presenta el mundo” que se contiene en San José la Comunidad, Ciudad Vieja; y ahora Ciudad de México y otros mundos que contiene en la creación de imágenes.

Con toda la profundidad de las cosas Camila Juárez dibuja su paisaje

San José la Comunidad es una aldea de Mixco que posteriormente y con el empuje de la urbanidad fue convertida en una zona del municipio. Originalmente fue un territorio Poqomam y a finales de la década de los 70, se convirtió en un punto de migración para familias que llegaban a la ciudad desde todo el territorio. Fue así como Camile Juárez encuentra en los procesos comunitarios de organización, recreación y reparación de la memoria que suceden en San José un espacio que finalmente, le termina configurando a ella misma. “La Comunidad” como es conocida, es el espacio donde Camile creció y ella retrata esa realidad desde el interés de su entorno, lejos de una mirada complaciente al ojo estético que exige composición y forma, criterios para retratar lo tercero. Como si la fotografía fuera una puesta en escena de la realidad para el entretenimiento del gusto burgués. Una condición que tanto Camile como Sontag han enfatizado que convierte a la fotografía en una sombra despojada de su significado y contexto.

La fotografía un hecho aparentemente automático y técnico (a manera de conclusión)

Aunque la fotografía a menudo se percibe como objetiva y fiel a la realidad, en los 60 Sontag advertía sobre la falacia de asumir que todas las fotografías eran una representación veraz de la verdad. Camile Juárez advierte cómo la selección de encuadres, la composición y otros elementos pueden influir en la interpretación de una imagen. En la actualidad y en apariencia es lo que importa y tiene premura al momento de tomar una fotografía.

Sontag sugería también que el acto de fotografiar puede crear una distancia entre el fotógrafo y el sujeto fotografiado. La búsqueda constante de capturar momentos a menudo lleva a una desconexión emocional y un cuestionamiento sobre la responsabilidad moral del fotógrafo.

La fotógrafa Maya K’iche’, Camile Juárez, nos recuerda de principio a fin que fotografiar no es un acto que se remita a la apertura, velocidad y el enfoque, sino que la fotografía es el final de un proceso de convivencia, reconocimiento e identificación, las imágenes no pueden salir de la caverna y presentarse como la realidad si no existe la voluntad de realizar ese proceso previo.

“La imagen es el último paso de un proceso”

Camile Juárez

 

*Con fotografías seleccionadas por Camile Juárez

*Más sobre la obra fotográfica de Juárez en instagram: camileenbici_

*Para adquisición de la obra de Camile Juárez puede contactar: camileeimagen@gmail.com

[1] Susan Sontag fue una escritora, novelista, filósofa y ensayista, así como profesora, directora de cine y guionista feminista de origen estadounidense.

[2] El mito de la caverna es una alegoría sobre el conocimiento. En ella se muestra al ser humano encadenado dentro de una caverna desde su nacimiento, donde lo único que ve son sombras reflejadas en la pared, pensando que esa es la realidad. Platón (428 a.C.- 347 a.C.) usó esta historia para mostrar al filósofo como un guía hacia la educación, intentando liberar a las personas de sus ataduras. El relato se encuentra en el libro VII de la República, escrita hacia el año 380 a. C.

[3] Ars gratia artis, expresión latina traducible como “el arte por la gracia del arte”, comúnmente conocida como “el arte por el arte” es un principio de la estética idealista del filósofo Kant, muy presente en la sociedad contemporánea y el circuito contemporáneo del arte, esencialmente individualista y que surge en el contexto del romanticismo. Se contrapone al realismo y propone la libertad del arte, libertad artística o libertad del artista, paralela a la libertad de expresión definida como una de las libertades proclamadas por la revolución liberal o revolución burguesa.

[4] Susan Sontag Contra la interpretación 1966

 

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