Créditos: Prensa Comunitaria
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Por Miguel Ángel Sandoval 

Finalmente, el 14 de enero está a la vuelta de la esquina. Ya tenemos claro que el binomio Arévalo/Herrera tomará posesión el próximo domingo, con la satisfacción de amplios sectores nacionales y de la comunidad internacional, y tenemos igualmente, una idea del próximo gabinete de gobierno, de las bancadas en el congreso y de la integración de las corporaciones municipales. Todo podría dejar pensar, que luego del relevo en el mandato, las cosas en el país entrarían en la normalidad que sucede al fin de un proceso electoral, por accidentado que el mismo haya sido, como es el caso.

Sin embargo, uno de los riesgos mayores en víspera del 14 de enero, puede ser la sensación que, con la llegada a esa fecha, que marca el fin del desgobierno actual y los días, que inician con escobita nueva, con la llegada al poder de un binomio democrático, pueda dar lugar a la idea que los problemas del país se solucionaron o que en esa fecha terminan los problemas para el gobierno entrante. Nada que ver. Ni una cosa ni la otra y es bueno estar advertidos de ello. Nada peor que un exceso de confianza en un país cuyas elites, políticas o económicas, no respetan las normas más elementales de la democracia.

Dicho esto, deshojar el calendario y hacerlo de manera regresiva, contando el tiempo que le queda al gobierno para el olvido, tiene su lado positivo. Es decir, estamos viendo cómo se les acaba el tiempo de la impunidad, de la guerra judicial, de los intentos golpistas, de los deseos de acabar con la débil democracia que tenemos, es también decir que la democracia está triunfando sobre la barbarie. Aunque esto no es nada definitivo y los intentos de diverso tipo se deben producir y acaso, de acuerdo con el nivel de propuestas de cambio, pueden intensificarse.

Pero hay que subrayar o por lo menos tener presente, que el 14 del 2024 inicia una nueva fase de la oposición al nuevo gobierno. Ahora puede ser la labor de zapa desde el legislativo (cuya oposición está anunciada, sin saber en qué dirección) y el judicial y es probable una especie de tortuguismo en otras áreas se la administración pública, que seguro, debe quedar minada.  Ello forma parte de un momento de agravamiento de los problemas nacionales, pues la tarea de enfrentarlos estará mediada por serías resistencias al cambio, pero sobre todo a la pérdida de privilegios. Y en un lugar central de esa oposición los empresarios o empresaurios.

En ello no deben quedar muchas dudas, pues si quedaron claras las lecciones del 2023, es que los funcionarios del MP actuaron casi como mandaderos o en el peor de los casos, de sicarios de un sector empresarial integrante del pacto de corruptos. No descubro con ello nada nuevo, solo advierto de lo complejo que será iniciar la nueva primavera. Pues debemos convenir en algo: la primavera fue y debe ser, una época de transformaciones de todo tipo, no solo un cambio de gobierno, que por supuesto, tiene nuestro apoyo decidido.

Está por verse si es que puede iniciar sin mayores sobresaltos, su fase de concreciones este 14 de enero, aunque ya hizo una gran experiencia política en los meses del proceso electoral, de sus resultados y de la campaña judicial/penal, para intentar desconocerlos. Así como de la fortaleza de los pueblos indígenas organizados y otros sectores sociales, que reclaman un espacio merecidísimo en función directa a sus acciones.

Queda por establecer si habrá un proceso de movilización de la sociedad en sus diferentes sectores para acompañar un proceso que busca retomar las ideas o las principales enseñanzas de la primavera democrática de los años que fueron del 44 al 54. O si se piensa que sin sociedad movilizada es posible acometer las reformas que esperan desde hace muchos años. Dicho de otra manera, el 14 no es la primavera, es el inicio de esta y ésta espera cosas concretas.

En esta dirección es un hecho que, ante el sabotaje sistemático, la lucha social deberá estar a la orden del día.

No habrá gobierno con éxito sin el acompañamiento de la sociedad organizada en sus más diversas formas. Como en todo proceso político en países como los nuestros, sabemos que no es suficiente el veredicto de las urnas, sino que hace falta el apoyo, el acompañamiento y la presión de los sectores sociales, si es que se quiere avanzar en dirección al cumplimiento de las expectativas generadas.

Ocupando un lugar central en ello, los pueblos indígenas y sus autoridades ancestrales o tradicionales, por esa mirada nacional que le insufló al país entero, una dosis de realismo y esperanza como nunca. Es oportuno recordar que de parte de las autoridades indígenas y de forma muy clara los 48 cantones, han advertido que esperan el cumplimiento de las promesas de campaña, así como las respuestas a los enormes esfuerzos realizados para preservar la victoria de las urnas ante los embates del pacto de corruptos vía la guerra judicial desatada y ahora podemos decir, derrotada por el levantamiento de octubre.

Y casi podría decir que la mayor dificultad, inversamente proporcional al apoyo de los pueblos indígenas a la asunción del binomio Arévalo/Herrera, al poner un esfuerzo decisivo en la derrota de las maniobras legaloides del pacto de. Corruptos, puede ser la dificultad de dar cumplimiento a las expectativas o los compromisos, en especial por la incomprensión de la agenda de los pueblos indígenas.

Es por ello que deshojar el calendario, con su cuota de simbolismo, no resuelve los temas que de manera concreta debe de abordar el nuevo gobierno. El esfuerzo de movilización para derrotar el pacto de corruptos, y las maniobras de la guerra judicial, tienen, además, reclamos urgentes. Algunos ancestrales, otros productos de la nueva época que vivimos. Pero todos son parte del compromiso asumido por el gobierno que inicia. Como se señala, la oposición desatada luego de 25 de junio podría ser aún más intensa al momento de iniciar el cumplimiento de las expectativas. Y todo ello a partir del 14 de enero.

Se puede vaticinar, sin tener bola de cristal o de leer las cartas, que este gobierno que hizo de la lucha contra la corrupción su divisa y la recuperación de la primavera democrática no tendrá lo que se denomina la luna de miel o el beneficio de la duda. Adicionalmente no parece que haya quien esté dispuesto a dar un cheque en blanco a la gestión que inicia la próxima semana.

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