Esta lucha no tiene fronteras: ¡Desde la diáspora guatemalteca también pedimos la renuncia de los corruptos y un nuevo amanecer!

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Créditos: Estuardo de Paz
Tiempo de lectura: 5 minutos

Ingrid Sub Cuc*

Desde el extranjero muchos de nosotros – los guatemaltecos en la diáspora – también estamos en pie de lucha y solidaridad con nuestros abuelos, abuelas, tíos, tías, hermanos y hermanas en nuestras tierras. Estamos con todo el pueblo guatemalteco, ronojel qach’alal, quienes llevan más de 18 días en Resistencia. Porque, ¿qué son 18 días para un pueblo que lleva más de 500 años en resistencia?

Como mujer maya kaqchikel me enorgullece ver el liderazgo que Sololá y nuestras Autoridades Indígenas han tomado en esta lucha por la democracia. Mientras que acá, en círculos académicos y progresistas de Estados Unidos, se discuten arduamente los temas de la soberanía, la autonomía indígena y la descolonización, en nuestras tierras estos conceptos no se discuten ¡se viven!

No me sorprende que mi pueblo, mi gente – qawinaq – kaqchikel no haya agachado la cabeza durante estos 18 días de lucha. En nuestras venas corre sangre de lucha, sangre de guerreros, sangre con sed de justicia que heredamos desde la matriz de nuestras madres. No somos simplemente descendientes de guerreros kaqchikel, somos y seguiremos siendo guerreros hasta la muerte. Esto es verdad para nuestros pueblos mayas: todos somos herederos de una gran historia, de héroes que desafiaron y siguen desafiando al colonizador y al Estado opresor, y a pesar de las distintas maneras en que intentaron eliminarnos, aquí seguimos ¡más fuertes que nunca!

Ahora soy estudiante de doctorado en Estados Unidos, pero mi educación empezó en Iximulew. Cursé mi primaria en Guatemala, eso fue lo poco que pude recibir de mi país. La escuela que más me ha servido como académica y profesional en Estados Unidos no viene del sistema educativo occidental, sino de la educación que me heredó mi pueblo kaqchikel a través de nuch’ab’al, mi idioma. Por eso mi deuda y lealtad siempre serán para mi pueblo, para mis abuelas y abuelos que con sus conocimientos me formaron como una persona que piensa en el bien colectivo.

Por eso, muchos de nosotros en la diáspora no nos olvidamos de nuestras raíces. Me enorgullece ver todo el apoyo que ha brindado nuestra comunidad emigrante para apoyar la lucha del pueblo estos días.  Desde Nueva York, Miami, San Francisco y Washington D.C., nos hemos movilizado para amplificar el llamado de nuestra gente en nuestra amada Guatemala. Cada emigrante carga consigo una historia de porqué dejó sus tierras. Para unos ha sido un privilegio, para otros por nuestra educación, y para muchos por perseguir un sueño americano que, al llegar, a veces se convierte en una pesadilla. Pero todos deseamos ver un mejor futuro para el territorio que llamamos patria. Guatemala nos duele. Han sido años de despojo, años de corrupción, años de explotación, años de mentiras, años de conformarnos con las migajas de la mesa del patrón ¡basta ya!

Aquí en la diáspora estadounidense, de acuerdo con el Pew Research Center, habitamos aproximadamente 1.8 millones de guatemaltecos y aproximadamente 42% de esa población somos migrantes Indígenas. Muchos de nosotros contribuimos no sólo a la economía de Estados Unidos, sino también a la economía guatemalteca. Según datos del Banco de Guatemala, sólo entre enero y agosto del presente año la población guatemalteca en el extranjero envió más de $13 millones de dólares a Guatemala a través de remesas. Esto contribuye grandemente a la economía y también apoya el sustento de tantas familias que viven bajo el peso de una gran pobreza en nuestras tierras ancestrales.

Por eso, nuestras voces cuentan en este levantamiento: no solo estamos con nuestra gente en espíritu, sino también apoyamos con nuestros centavos, nuestras voces y las varias maneras en que tratamos de darles animo día tras día a nuestros seres queridos. Es el pueblo quien ayuda al pueblo, y no organizaciones extranjeras como nos quieren hacer creer.

Desde la diáspora, nuestra mirada está firme en cada acción que el gobierno de Giammattei toma hacia nuestros hermanos y hermanas. Los gobernantes y la élite de Guatemala deben entender que nuestro pueblo no está solo, no es ignorante, ni mucho menos está aislado del resto del mundo como les gustaría seguir creyendo. Los antepasados ajtz’ib (escritores), ajtzijonem (oradores), aj kamol b’ey (líderes) siguen presentes y ahora escribimos y hablamos no solo en nuestros idiomas maternos, sino en español, en inglés y en muchos idiomas más, nuestra voz es multilingüe y su fuerza retruena en cada rincón de esta Madre Tierra. Ustedes ya no escriben nuestra historia.

Muchos preguntan ¿Por qué el pueblo ha decidido que los bloqueos son la manera más eficiente para pedir un cambio?

Porque sabemos que la única manera que esta élite corrupta se siente a dialogar con el pueblo es cuando estamos entre ellos y su dinero. Para la élite corrupta que está acostumbrada a vivir de la explotación y del trabajo desgarrador de otros, el detener el trabajo, el movimiento de recursos, el acceso a sus espacios donde conviven en una burbuja adinerada es como pararnos en su matriz, porque de eso comen y de eso viven.

Pero esta ya no es la patria del criollo, esta es la patria de los que, con sangre, lágrimas y sus manos campesinas han defendido la dignidad de nuestra patria.

Hay que ser bastante desvergonzado para reclamarle al pueblo que libere los bloqueos, y acusarles de la falta de comida, agua y medicamentos en el país, cuando esta es la realidad cotidiana para más de la mitad de la población guatemalteca. El pueblo sabe que quienes han mantenido retenidos estos recursos por años han sido una minoritaria élite corrupta que con la mano derecha en el pecho jura proteger a nuestra patria mientras que con la mano izquierda le apuñala el vientre.

¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI en nuestro país sigamos batallando con las mismas estadísticas de pobreza, desnutrición infantil, acceso a la educación y escasez de salud pública y medicamentos sin cambio alguno?

Dicen que somos ingenuos porque al hacer bloqueos también nos estamos dañando nosotros mismos.  ¿Cómo? si los más afectados por estos bloqueos son la misma gente que pone el cuerpo, el ser, todo lo que somos en esas carreteras. El gobierno ha señalado los bloqueos como la causa de la falta de alimentos, medicamentos y acceso a la educación en varias regiones del país, cuando estos problemas no empezaron hace dos semanas: para los miles de niños que duermen con el estómago vacío diariamente, para los enfermos que se quedan sin medicamentos, y para los jóvenes que no reciben una educación digna, estos problemas han sido heredados por generaciones. Por eso, para el pueblo vale la pena aguantar hambre, frío y calor unos días, si eso asegura un futuro digno para miles de niños y niñas en nuestro país.

En una verdadera democracia, los gobernantes están al servicio del pueblo, no el pueblo al servicio de los gobernantes. A Consuelo Porras, Rafel Curruchiche, Cinthia Monterroso, Fredy Orellana y Alejandro Giammattei les hacen falta unas lecciones de liderazgo que tanta educación académica no les enseñó. Liderazgo que a las Autoridades Ancestrales de Sololá, 48 Cantones de Totonicapán, y todas las autoridades de los pueblos Maya, Xinka y Garífuna les sobra, porque el respeto se lo han ganado, no robado.

Ahora mismo el pueblo guatemalteco y esta minoría tiránica y corrupta están frente a frente, la hora de rendir cuentas al pueblo ha llegado y el pueblo no bajará la mirada.

¡Este movimiento no está solo! Y desde la diáspora guatemalteca gritamos:

¡Animo pueblo, aquí estamos con ustedes!

¡Yojk’o iwik’in qach’alal!

We are with you my people!

 

* Mujer maya kaqchikel y q’eqchi. Nació y creció en Guatemala y actualmente reside en Estados Unidos. Es estudiante de doctorado en la Universidad de California-Davis en el Departamento de Estudios Indígenas (Native American Studies). Obtuvo su maestría en Salud Publica Global de la Universidad de Washington y su licenciatura en Ciencias Biológicas de la Universidad de Whitworth. Su trabajo investigativo busca reconocer la importancia de los sistemas de conocimientos e idiomas indígenas como partes esenciales para el bienestar y la salud de las comunidades y pueblos Indígenas. Es oradora pública, escritora, intérprete y defensora de los derechos y conocimientos indígenas.

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