Créditos: Narciso Marcos
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Debido a la falta de recursos, la Casa del Migrante San José, ubicada en Esquipulas, Chiquimula, suspenderá del 14 al 20 de agosto la atención humanitaria a las personas migrantes que ingresan por la frontera de Agua Caliente, por lo que no brindará hospedaje, servicios sanitarios, alimentación ni servicios primarios en salud. Este órgano religioso no recibe apoyo del Gobierno.

Por Narciso Marcos

Del 14 al 20 de agosto, la Casa del Migrante San José, únicamente dará información ambulatoria y kits de autoayuda, según su disponibilidad. “Los escasos recursos con los que se contaban y el aporte de organizaciones y organismo socios han quedado insuficientes”, indica en un comunicado, el pasado 11 de agosto.

Además, expuso que, si bien la atención y protección es parte del mandato de la Iglesia católica y un servicio pastoral que se pone a disposición de los migrantes, no debería ser una tarea única y exclusiva de la Casa.

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“Debería ser una atención humanitaria corresponsable de diferentes sectores de la localidad, como instituciones públicas locales y municipales, mesa de protección, organizaciones sociales y personas sensibles ante el drama humano de la migración”, agregó.

La entidad refirió que, posterior a la semana de cierre y en la medida de las posibilidades, esperan retomar la prestación de servicios y priorizará la asistencia para aquellas personas con “perfiles altamente vulnerables” que ingresan en Agua Caliente, frontera de Guatemala con Honduras que se ubica en el municipio de Esquipulas, Chiquimula.

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“Aprovechamos la oportunidad para hacer un llamado a la solidaridad y donar insumos de alimentos, artículos de limpieza y otros enseres que puedan ser útiles para la atención humanitaria”, refiere el comunicado.

Entre el 1 de enero al 30 de julio de este año, la Casa del Migrante San José atendió a 33,976 migrantes. En ese lapso, también entregó más de 106,851 raciones de comida, según la organización.

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La mayoría de migrantes de distintos países que han sido atendidos son hombres, ya que representan el 55 por ciento de los usuarios del plantel. El 28 por ciento han sido mujeres y el resto niñez. La institución tiene capacidad para asistir a 120 personas, pero ha llegado a recibir hasta 500 personas en un día.

Testimonios

Prensa Comunitaria conversó con algunos de los migrantes que son atendidos en la entidad religiosa, entre ellos Diego Alejandro, un venezolano que lamentó que el cierre de la Casa, ya que muchos necesitan de la ayuda que presta este refugio.

Mencionó que quiere llegar a Estados Unidos y expresó que abandonó su país por la crisis económica que está atravesando su nación. “El sueldo no te alcanza para nada. Trabajas un mes y lo que ganas, lo gastas en un día en un kilo de arroz, en un kilo de pollo”, aseguró.

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El sudamericano dijo que el entrar a Guatemala ha sido difícil, porque hay que pagarle a los policías para que lo dejen pasar o pagar para caminar en lugares montañosos. “La situación política y económica de Venezuela nos empuja a seguir en esta difícil travesía”, concluyó.

Por aparte, Siomara Hernández, también venezolana, dijo que ya lleva un mes y medio intentando llegar a EE. UU., acompañada de su esposo y dos hijos. “Ha sido dura la travesía”, afirmó.

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“Nos han robado. Nos han quitado plata. En el camino uno queda sin nada, nos queda acogernos en los refugios, para seguir el trayecto”, declaró. La mujer mencionó que abandonó su país porque el dinero no le alcanzaba

Hernández señaló que en Venezuela normalmente “viven bien” las personas que “están con el gobierno”. “Para los que no están de acuerdo es dura la situación para conseguir comida, ropa e insumos de aseo personal”, destacó.

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