Créditos: Paolina Albani
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A menos de un mes de que se celebren las elecciones generales, los tres aspirantes a la Presidencia de la República que fueron excluidos de la contienda electoral, hacen un llamado sin precedentes.

Por Paolina Albani

Thelma Cabrera del Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), Carlos Pineda, de Prosperidad Ciudadana (PC) y Roberto Arzú, de Podemos, han hecho varios llamados a votar nulo en las papeletas para presidente y vicepresidente, como una forma de rechazar lo que han considerado un fraude electoral tramado por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) y las cortes.

Tanto Thelma Cabrera como Jordán Rodas, su vicepresidenciable, han aceptado que están llamando al voto nulo para la elección presidencial. “Tenemos que apostar a depurar el Congreso de la República que, en su gran mayoría, ha sido cómplice del gobierno de Alejandro Giammattei. Si somos sadomasoquistas pues votemos por lo mismo”, dijo Rodas.

Pineda, el más reciente en ser expulsado de la contienda, ha utilizado su plataforma en redes sociales, la misma que lo hizo tan popular, para promover que sus simpatizantes y los de su partido, tachen la papeleta en señal de rechazo al fraude.

“Estamos apoyando la huelga electoral, no es cambiar a la gente, sino al sistema de gobierno”, fue uno de esos mensajes de uno de sus simpatizantes que se ha mostrado recorriendo las calles para entregar volantes para apoyar el voto nulo.

La última encuesta publicada por un medio de comunicación, el 2 de mayo pasado,  situó a Pineda en el primer lugar de intención de voto con un 23% de apoyo.

Prosperidad Ciudadana solo inició a denunciar el fraude electoral cuando el partido comenzó a tener obstáculos para participar por parte de las cortes, pero no lo hizo antes cuando otros partidos como el MLP y Podemos fueron excluidos de la contienda presidencial en enero y febrero de este año.

Por último, Arzú se ha sumado al mismo mensaje. “Voto nulo para la papeleta blanca que es para presidente y vicepresidente. En las demás papeletas, vota por los diputados y alcaldes del Partido Podemos… corazón visto, corazón marcado”.

Qué dice la LEPP del voto nulo

La Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) refiere que un voto nulo es todo aquel que no esté marcado claramente con una X, con un círculo u otro signo adecuado, cuando el signo abarca más de una planilla o cuando la papeleta tiene modificaciones, expresiones, signos o figuras ajenas.

En 2016,  cuando Mario Taracena presidia el Congreso y era diputado de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), pasó una reforma a la LEPP, decreto 26-2016, que dio un poco más de relevancia al voto nulo al establecer que, de alcanzar la mayoría de votos (el 50% de la participación más uno), las elecciones tendrían que repetirse.

Esta reforma ordenó que en caso de nulidad, se convocará a nuevas elecciones en un plazo de 10 días después de la declaratoria. Las asambleas generales extraordinarias deberán finalizar 60 días antes de las elecciones y la inscripción de candidatos en los 30 días previos a la elección. Pero la ley no establece ni obliga a los partidos a cambiar de candidatos en la repetición.

Este aspecto fue cuidadosamente modificado para no afectar los intereses de los políticos de larga data, que como Taracena y otros llevan cerca de 30 años como legisladores, esquivando cualquier escenario que pudiese excluirlos de la contienda.

Si la nulidad se diera en las elecciones presidenciales, dice el decreto, las votaciones se efectuarán un domingo de octubre del mismo año. Si fuera en las de diputaciones y alcaldías, se repetirá al mismo tiempo que la segunda vuelta presidencial.

Hasta ahora, la repetición de las elecciones ha sido un escenario sin precedentes, que provocaría el desembolso de más fondos públicos para la organización y reimpresión de las papeletas. Las elecciones del próximo 25 de junio le costarán al TSE Q25 millones. Es decir, cada elección costará Q5 millones y la reimpresión de cada elección tendría el mismo costo. Sin tomar en cuenta el incremento de los precios que puedan surgir. 

La improbabilidad del voto nulo y su baja incidencia

El voto nulo ha representado ese constante pulso entre la ciudadanía cansada de elegir entre la misma oferta política, las figuras políticas y sus financistas, que buscan dar apariencia de legitimidad a una votación que, desde ya, se avizora tendrá poco impacto en la atención de las necesidades fundamentales de la gente y en la erradicación de las grandes desigualdades estructurales causadas por la corrupción, de acuerdo a varios analistas consultados.

Este voto no ha tenido la suficiente fuerza como para cambiar la jugada electoral. Es más, el voto nulo ha ganado poca atención y ha sido ignorado en otras elecciones al extremo que ha sido notoria la transferencia del voto a otros candidatos antes que apostarle a la nulidad.

“Se piensa que en 2019, cuando se le preguntó a Thelma Aldana a quién daría su voto si no pudiese participar en las elecciones, y ella dijo a la otra Thelma -Cabrera-, que eso tuvo una incidencia en el aumento de apoyo al MLP”, señaló Carlos Mendoza, politólogo y economista de la oenegé Diálogos. En esa elección, Cabrera obtuvo 456,114 votos, colocándola en cuarto lugar.

A esto se le ha conocido como el antivoto, una práctica que ha pretendido “castigar” algunas candidaturas y que es más frecuente en la segunda vuelta, cuando ninguno de los finalistas ha convencido a la mayoría de los votantes.

Mendoza puso en duda que el 23% de apoyo que Pineda logró en las últimas encuestas, vote íntegramente por la nulidad.

“El ambiente no está para que el votante vaya contra el sistema. Lo que si es que va a aumentar el abstencionismo. Es más probable que se desilusionen los votantes y ya no acudan a las urnas”, sentenció.

Guatemala registró su menor participación en las elecciones de 1995, elecciones que dieron la presidencia a Álvaro Arzú, como consecuencia del autogolpe de Estado conocido como el Serranazo.

“La gente se decepcionó del sistema político y participó poco. El récord de participación fue en 2015, con 70% de asistencia. La gente estaba animada con la lucha anticorrupción en ese momento, pero ahora lo que hay es desesperanza”, afirmó el analista de Diálogos.

En 2019, de los 8 millones 150 mil 221 de personas empadronadas, 5 millones 066 mil 479 acudieron a votar en la primera vuelta, 3 millones 083 mil 742 se abstuvieron de participar, 4 millones 378 mil 271 fueron los votos válidos y 209 mil 444 nulos. Los votos blancos duplicaron a los nulos con 452 mil 708 y 44 mil 093 fueron inválidos.

De los 340 municipios, solo dos no tuvieron votos nulos: San Jorge, Zacapa; y Esquipulas Palo Gordo, en San Marcos. En contraste, San Pedro Carchá y Cobán, Alta Verapaz; Mixco, Villa Nueva y San Juan Sacatepéquez, Guatemala, fueron los distritos con más votos nulos emitidos.

En esa elección, el voto por abstención y el voto en blanco superaron por mucho al voto nulo. Casi 3.1 millones de personas no votaron en la primera vuelta. En esa votación, Vamos, el partido que llevó a Alejandro Giammattei a la presidencia, obtuvo 608 mil 083 votos, que es un poco más que una sexta parte de la población que se abstuvo de votar, resaltó Mendoza.

En la segunda vuelta, 4.9 millones no votaron y Giammattei obtuvo 1 millón 907 mil 801 votos contra los 154 mil 291 votos nulos y los 33 mil 900 votos en blanco, de acuerdo a información del TSE.

El politólogo Rudy Herrera, dijo este 29 de mayo, en el podcast Tangente, que para que tuviese validez el voto nulo en estas elecciones, tendrían que movilizarse más de la mitad de votantes. Es decir, más de 4 millones de personas, una cifra que ningún candidato en la historia política ha obtenido.

“La posibilidad de que esto pase a un mes de las elecciones, con la falta de alguien que abandere, sin la unión de los agraviados… y sin que se propongan a hacerle la campaña al voto nulo. Porque no solo tenés que ganarle al primer lugar, tenés que ganarles a todos los partidos juntos”, dijo Herrera.

El diputado, Aldo Dávila, quien también ha sido excluido de la contienda electoral en miras a su reelección, dijo en sus redes sociales que el voto nulo “nunca ha pasado del 10% al 12%” y que más bien, ayuda a los grandes partidos a perpetuarse en el poder. “Con el voto nulo le aseguramos a los corruptos a que sigan”, señaló.

Dávila ha reconocido que la alternativa de nulidad es porque existe molestia en los votantes porque sus candidatos han sido sacados de la competencia.

Una opinión que comparte la Misión de Observación Electoral de Guatemala (MOEGT): “consideramos que es presumible que los candidatos, al ser excluidos de la contienda, llamen a sus simpatizantes a votar nulo en los binomios presidenciales como protesta al rechazo a su candidatura”.

Rubén Hidalgo, director general del El Instituto Centroamericano de Estudios Políticos (INCEP), considera que la manera en la que está construido el voto nulo no tiene el peso suficiente para generar cambios.

“Para el sistema no va a representar más que una obligación para volver a invertir en la repetición”, dijo Hidalgo, únicamente, “representará una derrota emocional y moral para los candidatos”.

La legitimidad electoral como simulación de democracia

La legitimidad se define como algo que sigue el mandato de la ley, es fundamental para la democracia. Es el respaldo de que las acciones políticas y electorales son ejercidas y desarrolladas en apego a la ley.

Guatemala, a decir de Hidalgo, intenta cumplir con la legitimidad formal, que es la parte del trámite legal que valida actuaciones institucionales, pero falla en cumplir con la legitimidad política cuando no se crean políticas públicas que ayudarían a hacer realidad las demandas de la población que permitan transformar la vida del país en oportunidades.

En apariencia, Guatemala parece estar cumpliendo con el trámite de la legitimidad al realizar elecciones políticas para cargos públicos, mediante la consulta popular y la emisión del voto.

Incluso, el TSE ha “cumplido” con lo que se esperaría de un gobierno democrático y participativo para asegurar que las votaciones sean transparentes: invitando a organismos internacionales para que puedan observar el proceso electoral. Su presencia y las conclusiones a las que lleguen después de las votaciones, podrían reforzar esa imagen de legitimidad que el gobierno se esmera el mostrar hacia fuera.

De alguna manera, la presencia de los observadores internacionales ha funcionado como un muro de contención ante la narrativa de la instalación de una dictadura solapada que se ha venido fortaleciendo desde la llegada de Alejandro Giammattei al poder, en 2019.

“Guatemala ha ido profundizando en la democracia formal que cumple con tiempos, procesos, los formalismos. Estamos frente a una democracia formal. Pero en la realidad necesita empezar a recuperar la democracia real que esté apegada a un régimen de legalidad, a la aplicación de leyes y al Estado de derecho que respete la independencia y los contrapesos de los poderes, donde el ciudadano pueda participar auténticamente”, dijo Hidalgo.

Lo cierto es que bajo las condiciones actuales, el país está más cerca de ser una autocracia (un gobierno que concentra el poder en una sola persona) a ser una democracia, señaló.

“Se aparenta que hay libertad, que se aplican las leyes, que se respeta la libertad de prensa, pero es falso”, resaltó el director del INCEP.

Esta idea de apariencia de democracia o simulación democrática no inició con la llegada de Giammattei y la cooptación institucional, a partir del 2015, y que fue resultado de un pulso entre un grupo de empresarios, políticos, militares y crimen organizado afectados por las acciones penales, judiciales y legislativas promovidas por la extinta Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG); y la institucionalidad de justicia que llevó grandes casos  de corrupción que tocaron a esa esfera.

Para Hidalgo, la simulación ha estado activa desde que el momento en que se monopolizó la soberanía y se han negado las voces y la voluntad del país entero que sigue reclamando se solucionen las problemáticas estructurales que alimentan la corrupción y que asignan privilegios a unos pocos.

Al respecto en analista de INCEP ha dicho que las elecciones que podrían obtener más votos nulos son las del Parlamento Centroamericano, en segundo lugar la papeleta presidencial, en tercer lugar la del listado nacional, y en cuarto y quinto lugar las diputaciones por distrito y las alcaldías.

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