Democracia para siempre

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Créditos: Midia Ninja
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por Ricardo Targino, Midia NINJA — Traducción: Emergentes.

Lula subió por la rampa. Recibió la banda de manos de una mujer negra, Aline Souza, quien ha sido recicladora desde que tenía 14 años. La mayor parte de los más de 60 millones de votos que recibió provinieron precisamente de este colectivo, la mayoría en la sociedad brasileña. ¡Nadie dirige este país sin mujeres negras!

Esa banda presidencial que Bolsonaro se negó a usar antes de huir a Miami pasó por manos de otros brasileños.

Un niño negro de 10 anos, Francisco, que vive en Itaquera, periferia de São Paulo, para recordarnos que el Brasil de Lula es el país en donde la polícia mata nenes como Marcos Vinicius, de Maré, assassinado asesinado camino a la escuela.

El Profesor Murilo, 28 años, trabajador de la educación, tan atacado por los que odian el conocimiento y la ciencia. La cocinera Jucimara Fausto dos Santos, del Brasil de más de 30 millones de hambrientos.

Ivan Baron, joven LGBT, persona con discapacidad, referente en la lucha contra la capacidad. El artesano Flavio Pereira, 50 años, trabajador de la cultura, tan perseguido por el odio a las artes ya los artistas.

Pasó por las manos de trabajadores como Weslley Viesba Rodrigues Rocha, de 36 años, un metalúrgico de la región ABC donde Lula inició su camino de héroe como líder sindical.

El cacique Raoni, de 90 años, también le pasó la faja a Lula. Nadie mejor que él para representar a los verdaderos dueños de esta tierra, que antes de Brasil ya era hogar de pueblos indígenas.

Bolsonaro no fue derrotado solo por una alianza de partidos, sino por una sociedad civil organizada que no calló ni un día y resistió con valentía el desgobierno de la extrema derecha del odio.

Lula no ganó por ser el jefe de un partido, sino precisamente por ser un hombre de movimiento, más grande que cualquier acrónimo.

El sistema político sigue podrido, blanco, sexista y elitista, pero la sociedad civil organizada y los movimientos sociales que resistieron a Bolsonaro y lo derrotaron están más dispuestos que nunca a ayudar a Lula en el curso de los cambios que necesita Brasil.

El país que una vez dijo “Dictadura nunca más” ahora dice “Democracia para siempre”.

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