Nazco Trans, vivo trans y me toca morir trans. Alex Castillo
Por Juan Rosales
Una persona trans es aquella que se identifica con un género distinto al asignado cuando nació. La iniciativa de ley para la Identidad de Género 5395, propuesta en 2018, por la diputada Sandra Morán, define a las personas transgénero como “personas cuya identidad y/o expresión de género no corresponde necesariamente entre el sexo biológico de la persona y la identidad de género que ha sido tradicionalmente asignada a este”.
Para quienes asumen esta identidad, la dignidad inherente a la vida de cualquier persona, se vuelve una sobrevivencia, puesto que tienen que sortear muchas barreras: las legales, familiares y los estigmas sociales que una buena parte de la sociedad tiene en su contra.
“No es fácil ser una mujer trans en Guatemala, pero resisto y voy a seguir resistiendo”, dijo Rosy Mejía, de la Colectiva de Mujeres Trans del Trébol. La vida de una persona trans, es en su mayoría una vida corta y llena de violencias.
Los ámbitos en los que una persona trans se desarrolla, en algunas ocasiones se ven violentados, específicamente cuando decide hacer pública su identidad; la vida en familia se ve muchas veces truncada pues madres, padres, hermanos o hermanas rechazan su identidad y se ven obligadas a salir a temprana edad del núcleo familiar.
La educación, el acceso a la salud y a un trabajo digno son derechos que se les niegan debido al conservadurismo de la sociedad y a un Estado que les coarta el derecho de asumir su propia identidad.
Estos factores son determinantes al momento de calcular la esperanza de vida de las personas trans, pues sin un acceso a educación, salud y un trabajo digno la expectativa de vida se ve reducida a la mitad del resto de la población guatemalteca.
La esperanza de vida para la población guatemalteca es de 74 años, según datos del Banco Mundial. Sin embargo, según datos que manejan las organizaciones de personas trans Lambda, Otrans, Redmmutrans y Trans-formación la expectativa de vida para la población trans es de 35 años, 40 menos que el resto de la población. Una expectativa de vida corta, por factores ajenos a ellas.
Algunas mujeres y hombres trans se enfrentan a diferentes problemas cuando deciden afirmar su identidad ante su familia y la sociedad. La salida del núcleo familiar a temprana edad; el acceso a la educación, que se ve limitada por la desigualdad del sistema educativo; el acceso a la salud, también son factores de riesgo, pues al vedarles su acceso, la posibilidad de muerte se incrementa; el acceso a centros de salud privados tampoco es una opción, tanto por los exagerados precios como por la precariedad y las limitadas oportunidades de trabajo en las que se pueden desempeñar.
El derecho a identificarse como personas transgénero ha llevado a algunas de ellas a organizarse y luchar por la demanda de vivir y de hacerlo con la dignidad a la que tienen derecho. Mejorar su calidad de vida y exigir derechos ante un Estado y una sociedad que les discrimina e ignora, son algunas de las demandas por las que trabajan todos los días.
Las personas trans que se abrieron a ser entrevistadas para este fotorreportaje están organizadas en diferentes colectivas y agrupaciones, esa decisión, dicen, les ha permitido mejorar su situación, poner en común los problemas a los que se enfrentan y, en estas han encontrado una familia que las acepta, por lo que han sido de especial importancia para que puedan tener una mejor vida.
La lucha por la sobrevivencia y la búsqueda de una vida digna sigue siendo el horizonte para la comunidad trans en la ciudad de Guatemala, uno que se esfuerzan por alcanzar día con día.











