Este 17 de julio de 2022 se cumplieron 40 años de la masacre de la finca San Francisco, donde el ejército de Guatemala asesinó a 375 personas de la población maya Chuj. Ahora este el lugar es un potrero.
Tenemos esperanza de que el genocidio, fíjense, el genocidio son palabras mayores, el genocidio lo pueden derrotar las personas humanas y aquí lo derrotaron los que salieron vivos, lo derrotaron. Padre Ricardo Falla.
Por Juan Rosales
El pasado 17 de julio se cumplieron 40 años de la masacre en la finca San Francisco; la faena empezó temprano. El trípode y las cámaras esperando capturar la salida del sol. La población estaba en movimiento, en la iglesia católica desde temprano se prepararon para llevar el atril, los materiales para el altar, el equipo de sonido, instrumentos musicales y a quienes se encargarían de musicalizar la misa para la conmemoración de la masacre.
Llegamos al lugar donde se encontraba la finca San Francisco hace 40 años, hoy finca Nueva Escocia. En la entrada había una retroexcavadora, que abría un camino para acceder a la montaña y un equipo de leñadores en su trabajo; los familiares y sobrevivientes ya estaban en el lugar, se encontraba montado un altar improvisado con flores y velas por los masacrados. Fue en el mismo lugar donde 40 años antes se encontraba la iglesia católica. Ahí celebraron la misa conducida por el padre Fermín, párroco de San Mateo Ixtatán y el padre Ricardo Falla, antropólogo, que ha acompañado a la comunidad desde sus días en el exilio. La homilía del padre Falla fue entregada con fuerza a la memoria de los masacrados y de los sobrevivientes, “Nos dan la esperanza los mártires con los sobrevivientes… porque si no hubiera sobrevivientes, no hay quien nos cuente lo que pasó”, padre Ricardo Falla.
El 17 de julio de 1982, desde horas de la madrugada, miembros del ejército de Guatemala masacraron a la comunidad maya Chuj asentada en la finca San Francisco. 375 de los 400 pobladores que había en la comunidad, fueron asesinados, el ejército entró a la comunidad, los llamó a todos a la parte central del lugar. A los hombres los metieron en la alcaldía auxiliar, a los niños, niñas y mujeres a la iglesia católica, a las mujeres les dispararon con fuego de fusilería. Algunas fueron violadas y asesinadas en sus casas, después les tocó el turno a los niños y niñas, los hombres solo podían observar, esperando el turno para que les dieran muerte. Los soldados detuvieron la orgía de sangre, para comer un toro de los comunitarios que estaban asesinando. Luego tocó el turno de los hombres, la metralla, el machete y las granadas fueron las herramientas que los soldados usaron para darles muerte. Solo un grupo muy pequeño logró sobrevivir y contar lo sucedido.
Cuarenta años después, en el lugar se puede observar el árbol que se ennegreció de zopilotes y la “pirámide”, una estructura del periodo pos clásico maya, como los únicos testigos mudos de lo que pasó el 17 de julio de 1982. Cada año en esa fecha, los familiares y sobrevivientes de la masacre en la finca San Francisco se reúnen por la memoria por los masacrados y continúan en la búsqueda de justicia.