A pesar de estar a 10 minutos del Centro Histórico de Xela, las comunidades rurales del Valle de Palajunoj se mantienen sin servicios básicos y viven en las cercanías del botadero municipal. Desde hace un mes la población del Valle ha manifestado su rechazo y resistencia contra el Plan de Ordenamiento Territorial y demandando infraestructura digna.
Por Shirlie Rodriguez
Juana Pérez se prepara desde las 5 de la mañana para salir de su casa ubicada en Xecaracoj y llegar a la puerta del Llano, como se conoce el ingreso al Valle de Palajujoj.
Pérez prepara un pañuelo, que se colocará en la cabeza cuando el sol sea intenso, y un poco de dinero para comprar bolsas con agua, es su turno para continuar, con otras vecinas, la resistencia que, como forma de protesta, impide el ingreso a este sector que lleva empezó el 1 de marzo.
La mujer de 54 años dice que no están protestando solo por el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) vigente, ya que no es la única promesa incumplida por el actual alcalde Juan Fernando López. “No hay caminos buenos, llega poca agua a las casas y ahora nos quieren cobrar las multas muy caras. Ese dinero no lo tenemos, nosotros nos dedicamos a la agricultura”, reclama.
Las autoridades indígenas de las comunidades del Valle mantienen la resistencia a no ceder el paso de los camiones recolectores de basura hacia el botadero, esta medida la implementaron para hacerse escuchar.
La Municipalidad de Quetzaltenango, a través del concejo y con la ausencia del alcalde Juan Fernando López, decidieron iniciar una mesa técnica para abordar el tema del POT. Los líderes reclaman que su petición es que se suspenda el reglamento hasta que reconozcan las necesidades diferenciadas entre el territorio rural y el urbano, mientras tanto las respuestas son vacías.
Soportan 240 toneladas de basura
Chuicaracoj es una de las comunidades que forma parte del Valle de Palajunoj y desde hace 25 años mantienen albergado el terreno que funciona como botadero municipal. Según datos de la oficina de Servicios Ambientales de la comuna altense, a diario llegan 240 toneladas de basura que recolecta el tren de aseo en las diferentes zonas urbanas del municipio.
Durante más de una década en el lugar no dieron tratamiento a la basura, era desechada allí mismo y así permanecía, en otras ocasiones le prendían fuego. La población de Chuicaracoj mantiene una lucha constante, solicitan a las autoridades que busquen otro lugar para usar como basurero, porque el mal olor y las condiciones insalubres provocan enfermedades gastrointestinales y respiratorias a quienes viven en los alrededores.
El lugar también es propenso a los incendios. Cada año se reportan incendios en el sector. En este año se reportó una la semana pasada. Según Rony Álvarez de Gestión de Riesgos de la Municipalidad es el primero del año y controlaron algunos en las áreas boscosas cercanas al lugar. Los Bomberos Voluntarios y la Conred han atendido las emergencias. La Municipalidad de manera constante reporta que estos siniestros son “provocados”.
Durante la gestión del exalcalde Luis Grijalva (2016- 2020), se inició un plan de tratamiento de los residuos y se adquirió maquinaria para separar la basura y darle tratamiento. Solo un plan piloto se implementó con vecinos de la zona 5 para que clasificaran la basura por orgánica e inorgánica. Sin embargo, se presentó resistencia de varias zonas y por lo tanto no se terminó de ejecutar el plan.
Sin respuestas reales
Amalia López es residente de Xecaracoj y explica que en las 10 comunidades no cuentan con el servicio de agua potable y de forma constante han solicitado a los diferentes concejos que se realicen los proyectos para tener agua en sus casas.
“Estamos resistiendo para que todo el mundo se entere de lo que estamos pasando, no es posible que el alcalde haya salido de vacaciones y no esté acá. Necesitamos el apoyo de toda la población, vemos a todas las mujeres resistiendo al sol y al polvo para obtener respuestas, pero no ha sido así”, menciona mientras recuerda que la misma población quetzalteca les discrimina.
Las vecinas del lugar indican que para obtener agua potable, las personas que tienen los recursos, pagan Q5 diarios por un garrafón. Las mujeres se levantan a las 5 de la mañana para recolectar agua en los puntos a donde llega, que son chorros o tanques comunales, y deben ahorrar el recurso que adquieren porque si no representa más gastos.
Para otro vecino de Llanos del Pinal, quien prefirió no dar su nombre, no solo el actual jefe edil ha incumplido las promesas de campaña, los exalcaldes Luis Grijalva y Jorge Barrientos hicieron lo mismo. Refiere que, a pesar de las constantes conversaciones y acercamientos con el Concejo Municipal, nunca recibieron respuesta a las solicitudes. Menciona que uno de los caminos por donde pasa casi a diario está en mal estado desde hace más de 20 años.
Para Carmen Benitez, de la Asociación 32 Volcanes, la resistencia de la población del Valle de Palajunoj es un llamado de atención para las autoridades. Esta asociación no lucrativa trabaja proyectos de agricultura y huertos familiares, además de dar seguimiento clínico a la niñez con desnutrición en este sector.
Menciona que el Estado es ausente en estos territorios y es evidente, por eso ahora están demandando acciones reales para beneficio de la población.
“Es mediocre el trabajo de la Municipalidad, no hay articulación para generar servicios básicos a la población. No hay una comunicación real para identificar a las dos áreas (rural y urbana) y por eso el Valle ha sido discriminado”, comentó.
Beder Mejía, vocero III de la Alcaldía Indígena del Valle de Palajunoj, explica que actualmente el bloqueo se mantiene por el problema del POT, el cual no fue consultado con las 10 comunidades que reúne. Además, explican que las autoridades municipales siguen sin escuchar las necesidades y peticiones que han hecho durante las últimas semanas y por lo tanto no se llegan a acuerdos.
“Ustedes se quejan de la basura que está en las calles porque tenemos bloqueado el paso al botadero, pero nosotros todos los días aguantamos los olores, la contaminación, el humo cuando queman la basura y nadie hace nada para solucionarlo. Nosotros también somos quetzaltecos”, dice una vecina mientras se mantiene en el plantón que realizan junto a otras personas.
El Colectivo Ciudadano de Quetzaltenango hizo un pronunciamiento para exigir a las autoridades que escuchen los aportes de la población. También empiezan a buscar que las universidades, colegios de profesionales y empresarios, se unan al diálogo. Pilar Bagur, del Colectivo explica que toda la población debería estar involucrada, que no se debe excluir al Valle de Palajunoj porque es un tema que no solo les perjudica a ellos, sino que es un tema en común.
Resalta que el Concejo tiene falencias en comunicarse con la población, identificar la diversidad que hay en la misma y atender las necesidades de manera diferenciada. Esto provoca que las partes estén alejadas y que no se sientan escuchadas, aseguró.
Mineras explotan recursos en el Valle
Los problemas a los que se enfrentan las personas de las 10 comunidades no son solo servicios básicos y el botadero, también se le agrega la explotación de los recursos naturales con las minerías, que extraen materiales de las montañas que rodean el Valle de Palajunoj.
En el 2019 el Ministerio Público realizó diligencias de allanamiento en este territorio e identificaron que en 11 puntos se mantenían empresas mineras trabajando para la explotación de recursos, pero ninguna contaba con las licencias y autorizaciones legales. Renato Morales, de la fiscalía de Delitos Contra el Ambiente del MP, explicó que la extracción de minerales se realizó sin los estudios de impacto ambiental requeridos legalmente para identificar los daños que podía provocar el trabajo de las empresas, y esto conlleva a daños para la población del lugar.
También se realizaron denuncias que indicaban que el trabajo de picar piedra representa riesgo de deslizamiento o derrumbes en el lugar, además de que era realizado por niños, niñas y mujeres.
Ernesto López, vecino de Xecaracoj, explica que con el paso de los años las lluvias de la temporada de invierno afectan más a la población. Las corrientes de lodo ahora son de agua y arena, las cuales pasan por las viviendas y, con la falta de drenajes, estas se inundan.
“Deben pasar al menos unas tres horas para que podamos sacar toda el agua y la arena de las casas, los vecinos están cansados de estos problemas, pero no hay autoridad que venga a cerrar las mineras. Si uno habla, lo amenazan”, dijo.
Las empresas mineras también tienen decenas de camiones que transportan el material que recogen de las montañas, para trasladarlo a otros puntos, pero la falta de regulación del paso de estos vehículos también ha sido un constante problema.
Autoridades indígenas del Valle realizaron reuniones con la Policía Municipal de Tránsito para que el paso de los vehículos solo se realizara en un horario específico, que no pusiera en riesgo el traslado de niños y niñas a las escuelas. Esta petición fue escuchada algunos meses, pero luego siguieron pasando a cualquier horario.
La Comisión de Probidad de Quetzaltenango ya denunció las condiciones en las que operan más de ocho empresas mineras, el riesgo que representa a la población y la falta de acciones de las autoridades municipales. A pesar de esto, en el MP no avanzan las investigaciones y no se reportaron capturas durante los allanamientos.
La organización comunitaria se mantiene. Las mujeres se turnan para manifestar en los días hábiles. Las familias se ofrecen para llevar la alimentación de los cientos de personas que pasan la mañana, el calor del medio día y el frío nocturno, hasta que sus voces sean escuchadas y sus necesidades se atiendan.
Nota publicada originalmente en Revista Ruda.