Por Nelton Rivera
Del 31 de octubre al 12 de noviembre de 2021, unos 200 países se reunieron en la ciudad de Glasgow, en las tierras bajas de Escocia, para participar de la COP26 -Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021-. Paralelamente a la COP26, miles de activistas de diferentes partes del mundo asistieron a esta misma ciudad, desde la contracumbre denunciaron la inmoralidad de los gobiernos y empresas. El grito por #ElEstorResiste se hizo escuchar en esta ciudad europea.
Como era de esperarse, las principales potencias del mundo, como China e India como un país emergente, manipularon la resolución de la COP26, esto para evitar que se les imponga la reducción del uso de carbón, que es una de las principales causas de contaminación en el mundo y del calentamiento global, publicó la BBC de Londres. No fueron los únicos, otros países también cabildearon por debilitar la resolución final.
El texto final fue firmado por casi los 200 países que participaron y la cumbre pasó sin mayor pena ni gloria; para muchos era un fracaso fácil de predecir. Guatemala tuvo una delegación oficial, sin ninguna relevancia ni presencia.
Guatemala, siguiendo el libreto neoliberal, mintió en la COP26. Por un lado, el gobierno de Giammattei aboga por “detener el cambio climático, proteger los bosques y el medioambiente”, mientras, por el otro, promueve y protege las operaciones ilegales de la empresa transnacional ruso-suiza Solway, que precisamente utiliza grandes cantidades de carbón para procesar ferroníquel en su planta ubicada a la orilla del lago en El Estor, Izabal.
El 9 de noviembre, Mario Rojas Espino, ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), se dirigió a un público escaso en una inmensa sala. Usando una corbata roja, pantalón de lona y un ajustado saco azul, el funcionario afirmó: “Debemos garantizar el respeto, protección y fomento de los conocimientos tradicionales y ancestrales, los medios de vida sostenibles de los pueblos indígenas y la inclusión de equidad de género, en concordancia con el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, Agenda 2030, bajo el principio de no dejar a nadie atrás.”
Tan solo unos días antes de su alocución en Glasgow, el 23 de octubre las fuerzas de seguridad del estado guatemalteco reprimieron a miles de personas Maya Q’eqchi que se oponen a la destrucción de las montañas, bosques y selvas del municipio caribeño de El Estor por la extracción industrial de minerales a cielo abierto. Su lucha incluye el agua, los ríos y el lago más grande del país, el de Izabal.
Miles de Q’eqchi’ y sus principales autoridades ancestrales y comunales fueron gaseadas y golpeadas sobre la carretera durante dos días, para que la empresa minera pudiera ingresar un numeroso convoy de camiones con toneladas de carbón con el fin de garantizar el suministro de la planta procesadora de níquel. El territorio Q’eqchi’ fue militarizado y se impuso un estado de guerra haciendo uso de una ilegal ley de orden público.
Casas fueron allanadas y perseguidos los pocos periodistas comunitarios que cubrieron y sacaron a luz la represión. Una consulta convocando el Convenio 169 de la OIT para el pueblo Q’eqchi’ ordenada por la Corte de Constitucionalidad fue manipulada e impuesta a favor de la minera.
El uso industrial del carbón para producir energía sigue siendo uno de los principales y más preocupantes de los temas en la COP26. El carbón es uno de los mayores contaminantes del mundo y de las principales causas del cambio climático, En el caso de El Estor, ubicado a unos 8,274 kilómetros de la ciudad de Glasgow, dos megamineras suizo rusas, Telf Ag y Solway, quemaron unas 361 mil toneladas métricas de carbón durante el 2020.
La Planta Procesadora de níquel hace uso del carbón como combustible desde el año 2014. Otro dato curioso, del que no habló el ministro del MARN, es que Rusia, principal socio comercial de Alejandro Giammattei y el sector empresarial, ocupa el cuarto lugar de países contaminantes del mundo, con 1.711 millones de toneladas de CO2 lanzadas a la atmósfera en 2019, afirmó la Organización Mundial de la Salud OMS.
El Estor puede ser un claro ejemplo de cómo las empresas transnacionales, coludidas con gobiernos de turno y estados cooptados por redes empresariales criminales, pueden disponer a su antojo de los principales bienes naturales de los pueblos indígenas, la violencia y la corrupción son la fórmula para este tipo de inversiones. Explotarlos indiscriminadamente, destruirlos y contaminarlos.
Mientras las naciones del mundo discutían sobre la conservación del mundo y sus bienes naturales, en Guatemala y en el Caribe guatemalteco mineras y gobierno discutían todo lo contrario. Fue entonces que se alzaron las voces de miles de Q’eqchi’s que se resisten a seguir perdiéndolo todo frente el modelo extractivo minero, en juego está el futuro que podrían heredarles a sus descendientes, en juego está la vida misma.
Texto publicado en https://desinformemonos.org/