Por Feliciana Herrera
Organizaciones de víctimas, de derechos humanos y la Coordinadora de Organizaciones de la sociedad civil y autoridades indígenas de la región Ixil, en Quiché, realizaron varias actividades para conmemorar y dignificar la memoria de las víctimas previo al Día Nacional de la Dignificación de las Víctimas del Conflicto Armado, que se celebra cada 25 de febrero en Guatemala.
Las personas representantes de las organizaciones se reunieron el martes 23 de febrero en el salón de usos múltiples de la parroquia de Nebaj, para rendir homenaje a las mujeres, hombres, ancianas, ancianos, niñas y niños sobrevivientes de la guerra, y así conservar su memoria ante las acciones que el Ejército cometió en las masacres, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones y violaciones sexuales en contra la población ixil.
En esa misma actividad se presentó una exposición de fotografías en memoria de las víctimas.
La Comisión de Esclarecimiento Histórico (CEH), en su informe Guatemala Memoria del Silencio, documentó que durante el conflicto armado interno en Guatemala, “las matanzas, especialmente aquellas que revistieron la forma de masacres indiscriminadas, fueron acompañadas por el arrasamiento de aldeas. El caso más notable es el de la región ixil, donde entre el 70% y 90% de las aldeas fueron arrasadas”.
La política represiva del Estado a través de las fuerzas armadas del Ejército también incluyó el incendio de aldeas enteras, con la destrucción de los bienes de las personas y los lugares donde realizaban trabajos colectivos como los campos de siembra o cosechas, con el objetivo de dejarlos sin alimentos.
La CEH estableció en su investigación que además en el área ixil se bombardeó a la población que se desplazaba y huía de las masacres y violencia. Asimismo, el informe documentó que “la población que era capturada o se entregaba voluntariamente continuaba siendo sometida a violaciones, a pesar de encontrarse bajo el absoluto control del Ejército”.
Finalmente, el análisis de la CEH demostró que existieron planes militares ejecutados desde el propio Estado como el El Plan Victoria 82, que estableció que “la misión es aniquilar a la guerrilla y organizaciones paralelas”; el plan de campaña Firmeza 83-1 determinó que el Ejército debía apoyar “sus operaciones con el máximo de elementos de las Patrullas de Autodefensa Civil, para poder arrasar con todos los trabajos colectivos…”