Por Francisco Simón Francisco
Catorce comunidades junto a autoridades ancestrales del municipio de Olopa, Chiquimula, conmemoraron el jueves 25 de febrero el quinto año de lucha y resistencia contra las actividades de la empresa minera cantera de los Manantiales, que en 2012 obtuvo una licencia de exploración y población se organizó para rechazar la operación e impedir la entrada de la empresa al territorio.
Con una caminata se abrió paso a las actividades programadas, que iniciaron a las 9:45 de la mañana en El Pinalito, un lugar denominado también por los comunitarios como “el lugar de la cadena” en alusión al lugar que ocuparon cuando iniciaron con la resistencia, y finalizó en la aldea del Amatillo. En la actividad participaron unas 1,200 personas.
Para la conmemoración se realizaron actividades culturales, ceremoniales y reconocimiento de formación a líderes de las comunidades, sector de mujeres y autoridades ancestrales.
Por su condición geográfica, la mayoría de las comunidades comparten frontera con Honduras.
La caminata en memoria de la resistencia y la lucha ch’orti’
Entre la alegría y con música local se fueron ordenando en bloques. La caminata estuvo encabezada por tres mantas con consignas que visibilizaron la lucha y la defensa del territorio, la resistencia, la exigencia de cancelar las licencias mineras y el reconocimiento de un pueblo asentado históricamente sobre los territorios, fueron al mismo tiempo determinantes en la relación armoniosa que fue tejiendo el pueblo maya ch’orti en su lucha por la defensa de los recursos naturales de la región.
En el grupo que iba al frente estaban las autoridades ancestrales identificadas con sus varas, seguidamente, los comunitarios de las 14 comunidades y finalmente otras autoridades ancestrales y sectores de organizaciones sociales invitados como personas de la resistencia de la Puya, localizada en San Pedro Ayampuc y San José del Golfo, del municipio de Guatemala. También les acompañaron la Asociación de Abogados Mayas, el Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH) y medios de comunicación locales y alternativos.
Una de las personas que destacó en la marcha fue doña Flavia Portocarrero, originaria de la aldea Paternito y representante de las mujeres Víctimas del Conflicto Armado de esa región, con su indumentaria que la caracteriza con la identidad ch´orti´, portaba en su mano una bandera que representaba a los cuatro puntos cardenales y símbolo de las cadenas que fueron colocadas en el plantón, “para que ya no entraran los explotadores de la minera”. Según ella, las caderas fueron cortadas por trabajadores de la empresa, pero para la población esas cadenas persisten y se asocian a la memoria y la lucha de los abuelos y abuelas ch’orti’s. “Que no haya más explotación, que respetan nuestro derecho, nuestras parcelitas que tenemos deben ser respetadas, que no contaminen nuestros ríos porque somos mediadores de la tierra”, demandó Portocarrero.
El calor, la distancia y la pandemia no fueron impedimentos para conmemorar. La caminata que duró más de una hora de recorrido fue cobrando fuerza mientras se sumaban más personas en el camino. Entre los participantes, se encontraban personales de la tercera edad, mujeres, niños, representantes del sector de mujeres ch´orti´ de las distintas aldeas, autoridades ancestrales e invitados de otros organizaciones y resistencias del país. Se pudo observar a las personas que no pudieron asistir o familias a fines de la minería, mientras pasaba la multitud en la orilla de sus casas apoyaban con consignas.
¡El pueblo ch’orti’ vive y está presente!, ¡Qué viva el pueblo ch’orti’! fueron algunos gritos de la gente mientras la caminata avanza hasta el Amatillo, en donde los esperaba otra multitud de personas con música, marimba, pancartas y una exposición fotográfica de las personas secuestradas y torturadas durante el conflicto armado interno en Guatemala.
La ceremonia, símbolo de ofrenda a los abuelos y a la tierra
A escasos minutos de las once horas, la multitud llegó al Oratorio comunal de Amatillo para continuar con las demás actividades programadas, allí estaba el espacio para la actividad ceremonial, como una ofrenda en memoria de los abuelos y la tierra del pueblo ch’orti’. Son cinco años de lucha y resistencia y pedían por la sobrevivencia en medio de las amenazas, la división comunitaria, las críticas y los asesinatos que ha provocado la minería en las dinámicas de vida cotidiana del pueblo olopense.
La unidad, la comunicación y la armonía fue tan conmovedor entre las autoridades de las 14 comunidades, mientras iban llegando al lugar fueron colocando sus varas ancestrales en el espacio ceremonial, otros fueron aportando frutas, veladoras, candelas para dar más ambiente a la ceremonia mientras sus energías se conectan con la naturaleza, en la cual indicaban que esta lucha sea una semilla que germine siempre, y que haya más resistencia por la defensa del territorio.
El discurso: la identidad ch’orti’, la resistencia y la defensa de los recursos naturales frente a empresas mineras
Según los relatos de las autoridades ancestrales, la empresa llegó a Olopa en 2012, aparentó su llegada con una licencia de extracción de metales de antimonios, apostaron por el más barato y por el cual se paga menos impuestos al Estado. Sin embargo, sus intenciones fueron otras. Se dedicaron a extraer oro, plata y hierro de manera ilegal. Cuatro años más tarde, las cinco comunidades cercanas al lugar de la operación se percataron de las consecuencias que esta estaba provocando. Las comunidades de la Prensa, el Amatillo, Laguna de Cayur y otras comenzaron a padecer enfermedades en la piel, los niños con picazón y llagas; la contaminación y la escasez de agua fue alarmante, los ríos comenzaron a secarse.
La rección de los pobladores de catorce comunidades fue la resistencia, como una medida urgente para impedir la entrada y salida del transporte pesado de la empresa, que transportaban los metales a los puertos del país para su exportación al extranjero.
A partir de la organización social e intercomunal, la empresa comenzó a utilizar los mecanismos tradiciones de represión, acciones de violencia, medidas coercitivas y de cooptación a las autoridades, ancestrales, alcaldes auxiliares y COCODES. No lograron el cometido.
La resistencia se fue nutriendo de apoyo, acompañamiento y de asesoría legal. Actualmente la empresa minera Cantera de los Manantiales se encuentra suspendida por el rechazo y la presión comunitaria, en contra de esta empresa pesa varios amparos presentados en enero del presente año en la Corte Suprema de Justicia (CSJ).
Para Jovelino Ramírez Leiva, autoridad ancestral de la comunidad Laguna de Cayur, lo que corresponde ahora “es la cancelación de la licencia esta empresa minera, porque no hubo consulta, y ya no queremos consulta porque ya es un derecho violado, que es el acceso a la información y la consulta previa”.
Finalmente se entregaron diplomados de reconocimiento a 37 personas de distintas comunidades y cargos por la formación recibida de parte de CALDH en tiempos de pandemia.