Por: Carlos Ernesto Choc
Las familias de la comunidad de Paraná, Panzós, Alta Verapaz, sobreviven sin energía eléctrica, sin agua potable, sin un puesto de salud y sin una escuela desde el 2010, cuando unas 69 familias se trasladaron a esa comunidad. Las autoridades estatales no les han brindado atención porque los tachan de “invasores” y no les proporcionó información durante la pandemia de la covid-19 ni ayuda durante las tormentas Eta e Iota.
“Aquí en nuestro lugar han pasado las grandes tormentas; primero fue la covid-19, luego Eta e Iota. Estos tres acontecimientos nos han causado problemas. Sobre la COVID nunca recibimos ninguna notificación o información por parte del alcalde municipal Ernesto Ramírez, ni del presidente Alejandro Giammattei, tampoco apoyo, porque dicen que nosotros estamos perdidos, pero para las elecciones si nos buscan y nosotros estamos dispuestos”, expresó Edgar Cuc.
Un anciano de la comunidad, que no quiso revelar su nombre por temor a represalias, recordó que el 9 de agosto del 2011 “tuvimos que sufrir un desalojo donde hubo dos heridos y una mujer asesinada. Los heridos fueron Carlos Ical, Martin Pec May y Margarita Chub quien fue asesinada, ella era una lideresa de la comunidad. En el 2015 los agentes de la seguridad del ingenio Chabil Utzaj vinieron a la comunidad para intimidarnos y querer desalojarlos, pero no pudieron lograr su objetivo”, indicó.
Entretanto Cuc añadió que cuando pidieron ayuda al Estado les respondieron que no pueden “porque nos dicen que somos invasores y delincuentes”, expresó.
Sin apoyo durante las tormentas
Según la población de esa comunidad cuando pasó la tormenta Eta, afectó solo los cultivos y pudieron rescatar algunos, pero cuando llegó la tormenta Iota devastó todo e incluso se quedaron sin sus pertenencias.
A Cuc le preocupa la situación general que viven las familias de la comunidad, cuya fuente económica de ingresos es la agricultura, todos siembran maíz, frijol y tomate, pero con las restricciones decretadas por el Gobierno su economía se vio afectada porque ya no pudieron vender sus cosechas y después del paso de las tormentas perdieron todo.
Según los agricultores de la comunidad es imposible sembrar durante estos meses porque se desbordaron los ríos Zarco y Rojo, y dejaron arena y exceso de humedad en la tierra que usaban para sus cultivos.
Sin educación y sin salud
En ese lugar y antes de la llegada de la pandemia y de las tormentas, para que las niñas y los niños de la comunidad pudieran estudiar debían caminar unos dos kilómetros cada día.
Entretanto, si se presenta alguna complicación de salud que requiera atención médica, la población también debe que caminar dos kilómetros a la comunidad más cercan en Matacuy, Panzós, para buscar ayuda.