Por Miguel Angel Sandoval
De acuerdo con el colega Edgar Gutiérrez, (elPeriodico 16.01.2020) el discurso de toma de posesión del presidente Alejandro Giammattei, fue en términos generales, “bastante bueno” por los temas abordados, aún si le quedaron pendientes los relativos a migrantes y el narcotráfico. “Poco tiempo para tanto”, palabras más, palabras menos.
Hay sin embargo un tema que más allá del discurso merece ser destacado como un aspecto que puede tener consecuencias de alcance estratégico. Es el llamado a un “diálogo nacional para superar la polarización” y para iniciar la reconstrucción de las instituciones del país. En dos líneas un propósito loable que lamentablemente colisiona con la práctica de sus aliados en el congreso.
No me refiero a la otra parte del problema que un dialogo nacional supone. Esto es la dificultad de convocatoria a los diversos sectores políticos, económicos y sociales del país, en la medida que llevamos varios años y gobiernos que al tocar temas de diálogo han de manera general, utilizado el mecanismo como compra de tiempo antes que como un recurso para la búsqueda de consensos, es lo que hay como experiencia en las diferentes oficinas de dialogo gubernamental, que han sido adscritas a la presidencia o vicepresidencia, pero este tema rebasa el objeto de esta nota.
En medio periodísticos se planteó unos días antes del 14 de enero, una especie de conspiración en marcha para hacerse del control de la junta directiva del legislativo. Tanto una nota de Nómada, un medio digital generalmente bien informado, así como una especie de denuncia anticipada por elPeriodico, en su sección el peladero, señalan a los operadores del presidente Giammattei como los principales autores de la compra de votos para la nueva junta directiva.
Escribo esto con sumo cuidado pues de acuerdo a lo publicado por los medios en los días anteriores al 14 de enero y los días posteriores a esa fecha, hay –como ya se ha denunciado de manera formal- alguna evidencia de trasiego de dinero, de compra de voluntades, tráfico de influencias, etc. Lo cual es realmente nocivo para una legislatura que apenas inicia y que cuenta con unos 100 diputados ajenos a esas prácticas, pues se trata de su primer periodo como legisladores, aunque el primer día se chocaron con el ejemplo de eso que se ha denominado la vieja política.
En el proceso anterior, cuando se proclamó “ni corrupto ni ladrón”, apenas dio inicio la legislatura cuando ya se hablaba de manera descarada de salir de shopping al congreso para llevar diputados a la bancada oficial. Ahora no fue tan grande la compra pero si fue decisiva, si creemos lo que reposten los medios señalados.
Se produjo entonces, un regreso a las viejas prácticas por las cuales el congreso no cuenta con las mejores opiniones en los medios de comunicación y entre la ciudadanía más o menos informada. Es un tema delicado pues de acuerdo a las reacciones que ya hay en la casona de la novena avenida, el riesgo de la polarización se encuentra a flor de bancadas. Un tema contrario al planteado por el presidente en su discurso de toma de posesión. Y lo más grave es que quienes son mencionados como sus operadores son los autores de ese desaguisado, que para decirlo de forma clara, no abona en dirección al fortalecimiento institucional de nuestra diezmada democracia.
Es obvio que esto que se señala no permite hablar con propiedad de llamados a un diálogo nacional para superar la polarización. Es por ello la preocupación por hacer que los discursos sean siempre acompañados de prácticas que los avalen. Lo contrario es el reino de las viejas prácticas en donde un discurso generalmente escrito por asesores, no tiene continuidad en los hechos. La dinámica del gobierno que terminó el 14 de enero es elocuente y no hace falta insistir en ello.
Me parece entonces, que un análisis como el que realiza el colega Gutiérrez, en donde se dejan ver formas de expectativa moderada hacia el gobierno que inicia, debería tener un correlato en las acciones que gradualmente vaya asumiendo el gobierno del
presidente Giammattei; en esa dirección, uno de los primeros signos debería ser el de marcar su distancia con los que se hacen pasar por ser sus operadores en el caserón de la novena avenida.