20 de marzo 2019
Hoy, el maestro Maco Luna experimenta problemas de salud en sus ojos, resultado de haber visto a la utopía colgarse desnuda del cuello de miles de jóvenes contestatarios. Nada demasiado grave, a condición de que se someta pronto a una operación. A eso responde un evento a realizarse el día de hoy para la recaudación de fondos a beneficio de Luna.
Los toques del Cuerpo y Alma en los Futillos Herrera (zona 19, La Florida) fueron memorables: lleno a reventar, luz negra, murales psicodélicos; la túnica, el micrófono y el aguardiente de Maco Luna sobre el amplificador. Dulce Hoja de Black Sabath para empezar y luego el ritmo metafórico del Son-Rock, primera estética rocanrolera genuinamente guatemalteca; mesoamericana. “Juntos todos lograremos”, “Tras la montaña, ve y consíguela”. Abajo en el salón y arriba en la terraza las razones para ser felices; afuera entre los charcos el aroma a Pachouli y a mozote petenero que a veces atraía la atención de la tira y de sus perreras.
El atributo celebratorio inherente al Rock y a la cultura que lo acompaña nunca dejó de manifestarse. Su fuerza fue generacional y se reprodujo como el deseo: el Apple Pie se atrincheró en La Manzana, el S.O.S. desafió la hipocresía burguesa en la Plazuela Berlín, el Plástico Pesado abandonó la penumbra de la Rana Sabia (un bar en Las Américas) en favor del aire libre y el Siglo XX, el Pastel de fresa y el Caballo Loco multiplicaron en los patios del Central, Belén y Comercio las promesas del amor, la paz y la unidad. Por su parte, el Módulo 5 hacía una buena labor en los patios de la clase media alta y la burguesía.
Entre 1968 y 1974, el Rock que antes habían insinuado Los Jets y Los Picapiedras, se libró del aislamiento en el Tecolote de Jade (4ª. Av. zona 1), se popularizó y alimentó con sus rolas el imaginario de dos generaciones previas a la guerra. Radio Juventud, discotecas La Fiera y Escorpión y conciertos como los de Sugar Ice Tea en el Parque de la Industria, de La Revolución de Emiliano Zapata en Xela, de Carlos Santana en el Estadio Revolución, y La Lámpara de Acuario, versión nacional de Woodstock en una finca en los alrededores de la ciudad, dan cuenta de la importancia social y cultural del fenómeno, en una etapa histórica fundacional de la contracultura urbana y del rechazo de la juventud a los regímenes militares. El Cuerpo y Alma y Maco Luna fueron protagonistas destacados de todo ello.
Hoy, el maestro Luna experimenta problemas de salud en sus ojos, resultado de haber visto a la utopía colgarse desnuda del cuello de miles de jóvenes contestatarios. Nada demasiado grave, a condición de que se someta pronto a una operación. A eso responde este evento sencillo y sincero de recaudación de fondos.
Cualquier donación se puede hacer a la Cuenta: Banrural – Marco Antonio Luna García – Depósito Monetario No. 3033643582.