Por Jerson Xitumul
Este 16 de mayo nuevamente estaré en el juzgado de primera instancia de Puerto Barrios para participar en la audiencia de Etapa Intermedia del proceso penal que la empresa minera Compañía Procesadora de Níquel de Izabal, S.A. (PRONICO) abrió en mi contra y en contra de otro compañero periodista más por informar sobre la contaminación minera al lago de Izabal.
Un periodista comunitario, para mí, es quien vive, participa y coopera en la vida de la comunidad. A través de sus experiencias e injusticias sociales vividas es el portavoz del grito de auxilio desde su tierra natal, ningún periodista puede ser ajeno a esto.
Actualmente desempeño la labor periodística independiente en Izabal y formo parte del equipo de Prensa Comunitaria. El ejercicio periodístico en el territorio esta siendo perseguido, satanizado, criminalizado por trasladar información para dar a conocer la realidad en la que viven los pueblos originarios en defensa de su territorio, en defensa del agua.
Nací aquí en el Estor Izabal, soy maestro de educación primaria Bilingüe. A nuestro pueblo lo llamamos La bahía de la molendera o Bahía del Sekene, con un 90 por ciento de población indígena campesina de la cual el 60 por ciento se dedica a la pesca artesanal y de arrastres.
Acá en El Estor hay una lucha en defensa de los bosques de la depredación, de la destrucción para obtener el níquel de la tierra y en defensa del lago de Izabal que están siendo contaminados, pero esta lucha está siendo criminalizada.
Fui detenido el 11 de noviembre de 2017, entre las 9 y 10 de la mañana en el centro del municipio realizando un foto reportaje. De manera arbitraria fui detenido y trasladado de inmediato a Livingston Izabal, otro municipio. Fui preso político del estado de Guatemala, encarcelado 38 días, y 38 noches. Aún sigo siendo un preso de este Estado putrefacto, fallido, amedrentado y dominado por la corrupción, porque tengo una medida de coerción y arresto domiciliario que impide que ejerza mi labor como periodista. Acá en Guatemala el dinero es el predominio de toda ley, de toda Constitución.
Tengo la esperanza de salir librado de las acusaciones infundadas de la empresa minera y seguir ejerciendo mi función como periodista, sin ser censurado, ni perseguido. Nuestra voz, como periodistas comunitarios, es la voz del pueblo que grita justicia, que clama verdad.
Este 16 de mayo nuevamente estaré en el Juzgado de Primera Instancia de Narcoactividad y Delitos contra el Ambiente de Puerto Barrios, Izabal, para esperar la audiencia de Etapa Intermedia. Teniendo fe de encontrar una solución y ya no seguir siendo víctima del hostigamiento político de los intereses de transnacionales, de este Estado putrefacto y de la impunidad.
Mi vos está presa aún, en juego está la libertad de expresión en Guatemala, en riesgo está la labor de los periodistas en Izabal y en todo el país.
¡Si se calla la voz encarcelando periodistas, no hay democracia!