Texto e imagen: Stef Arreaga
Claudia nació mujer, nació indígena y nació pobre: los requisitos indispensables en este país para que las oportunidades se esfumen aunque tenga toda la capacidad, inteligencia, perseverancia y decisión de salir adelante.
En un país machista, racista, violento, tercermundista y demás, un país en donde solamente el 23% de mujeres indígenas terminan la primaria, Claudia fue parte de esta cifra y lo logró, el 17% logra salir de tercero básico y Claudia lo logró y el 6% logra salir de diversificado: Claudia y su familia se esforzaron por no ser una cifra más y logra graduarse de Perito Contador. Pese a todas las adversidades finalmente tenía un título, título que no le sirvió de nada porque de esos 6 de cada 100 que logran graduarse, solamente 2 llegan a tener un empleo formal. Así que se fue en busca del utópico “sueño americano”.
Un tiro en la cabeza por parte de un agente de la Guardia Fronteriza de Estados Unidos acabó instantáneamente con 20 años de sueños, 20 años de esfuerzo, 20 años superando cada obstáculo que se le presentó en su vida. Con todo en contra, ella siguió adelante y hoy se convierte para mí, quizá para ti, en una figura que representa a todas esas mujeres migrantes que no logran llegar a cruzar la frontera, las que son violadas y desaparecidas en el camino, las que murieron de sed, de frío, de insolación, de asfixia, de un tiro, de hambre, por querer llegar “al país de las grandes oportunidades”, representa a las mujeres que salen llorando después de un rotundo NO al solicitar su VISA y a las que desean tener alas para volar y llegar a tener unos dólares para mandar a casa con el sueño de un día poder regresar y vivir dignamente.