Por: Francisco Rodas
No sólo al presidente se le ocurre improvisar. Al parecer la pandemia también ataca a las autoridades responsables del Censo 2018.
Los responsables del INE y de su principal patrocinador, el UNFPA, tratando de minimizar las irregularidades han declarado que, las demoras en los preparativos del censo estarían en la actualización cartográfica con un retraso de tres meses, y que para subsanarlo será necesario contratar personal adicional.
Si como estaba programado, esta fase de actualización cartográfica tendría que haber finalizado en noviembre del pasado año, los tres meses disponibles concluirían en marzo de este año. Es decir que, la cartografía actualizada, con suerte, la recibirán los encuestadores durante el trabajo de campo de levantar datos.
Pero algo debe estar mal si, como registra en su portal el INE, la última contratación de personal para la labor cartográfica se hizo en la segunda mitad de febrero y por una duración de dos meses. De modo que este personal estaría haciendo preparativos que pertenecían a la etapa pre-censal, en pleno desarrollo del censo. Pero la preocupación no es sólo eso sino también que, en las premuras, metan apretadamente partes de la cartografía antigua.
La convocatoria para este personal se hizo bajo un cargo que no revela totalmente las responsabilidades de los contratados. La convocatoria determina la contratación de “Técnicos para edición de mapas cartográficos digitales”. No obstante, las responsabilidades no se reducen a registrar en un sistema de información geográfica una información preestablecida, sino más bien, según los términos de referencia, unas atribuciones que son para involucrarse de modo directo y completo a la actualización geográfica y no una actividad suplementaria.
Lo que falta de este trabajo cartográfico, que es la columna vertebral para garantizar una cobertura satisfactoria del país, no es para tomársela a la ligera. Un funcionario del centro de investigaciones ASIES explicó que, “en diciembre (del 2017) hubo una última reunión para hablar de los avances del censo, pero en ella solo presentaron la actualización de los mismos siete departamentos que ya estaban censados, más otros 11 que estaban en proceso”. Cuando alguien dice que las cosas están en proceso, es porque en realidad es incierto el tiempo que lleve concluirlas.
Asimismo, a principios de este año, el INE informó que están la mayor área demográfica y principal centro urbano del país: el departamento de Guatemala. De él, haciendo a un lado la desconfianza, faltaría concluir 10 de los 17 municipios de esta jurisdicción, de los cuales estarían pendientes los municipios “pesados” de Guatemala, Mixco y Villanueva. Es decir, un avance como para causar nerviosismo.
En el interior del país pareciera que las cosas pintan mejor, teniéndose la idea que el registro catastral ha avanzado favorablemente. Pero no piensan lo mismo, por ejemplo, las autoridades ancestrales que han señalado que la actualización cartográfica no ha visitado varias de sus comunidades. Esta preocupación deviene del hecho que ellos piensan que, en el censo anterior hubo un sub-registro de la población indígena del país.
Con decir que el problema está en un pequeño retraso de tres meses y que para solventarlo se incorporará más personal, la pregunta que merece formular es ¿Cuántos técnicos más se necesitan?, tomando en cuenta que en esta tarea ya están involucrados 106 supervisores, 400 cartógrafos y 106 pilotos.
El censo es la actividad más grande y compleja que el INE tiene, luego del alargado reposo de 16 años atrás, cuando se hizo el censo del 2002. De haber aprovechado ese largo período de hibernación para el trabajo cartográfico, las cosas se hubieran facilitado ahora, tanto en tiempos como en recursos, para hacer una última actualización. ¿Qué pasó en esos tres quinquenios?
Si a las autoridades no les quita el sueño la pérdida de cientos de millones en el negocio con Odebrecht, lo mismo les da gastarse 269 millones de quetzales en un censo inútil que se sumaría a la comedia gubernamental. A los cooperantes extranjeros pareciera que el estado de ánimo fuera el mismo, o peor, si se considera que la principal fuente para la elaboración del censo vienen de los países o de las instituciones que representan. Frustrante ¿no?
En conclusión, si se quiere hacer un recuento demográfico confiable, el censo no está para ejecutarse en abril.