Por: Edgar Ruano Najarro
La primera vez que los trabajadores guatemaltecos celebraron el Día del Trabajo fue el primero de mayo de 1921. Ello fue posible por la confluencia de diversos factores políticos e ideológicos emanados, tanto desde el interior de la sociedad guatemalteca, como del ámbito internacional. En efecto, al finalizar abril de ese año, apenas unos días antes se había cumplido un año de la revolución de abril de 1920, que había derrocado al dictador Manuel Estrada Cabrera, suceso en el que los obreros guatemaltecos habían desempeñado un papel de primer orden, tanto desde el punto de vista político como en el terreno militar. La participación obrera en esa revolución marcó el nacimiento del movimiento obrero en Guatemala y puede decirse que a partir de entonces, desde la perspectiva política, los trabajadores guatemaltecos se constituyeron en clase obrera. A esas alturas, también, se vivía en el país un clima de cierta apertura política bajo la presidencia de Carlos Herrera, aunado todo a un alto grado de movilización, politización y organización de los sectores obreros.
No menos importantes eran las influencias políticas e ideológicas provenientes del exterior. Desde tres o cuatro años antes, Europa estaba sumida en revoluciones, luchas callejeras insurrecciones, crisis políticas y caídas de monarquías y gobiernos, eventos en los cuales la presencia y participación obrera eran decisivas con los grandes partidos socialistas de casi todo el continente. Así, en noviembre de 1917 estalló la revolución rusa que había llevado al poder a los bolcheviques de Lenin, seguida exactamente un año después de la revolución alemana la cual hizo abdicar a Guillermo II y se hizo cargo del gobierno Friedrich Ebert, el principal líder de la socialdemocracia alemana. En marzo de 1919, los partidarios socialistas del modelo bolchevique ruso, encabezados por Bela Kun, proclamaron en Hungría una república de soviets, la cual duró hasta su derrota en agosto de ese año a manos de las tropas rumanas. Entre muchos, esos fueron los acontecimientos principales que marcaron la historia europea de aquellos años. Convulsiones sociales y políticas por doquier daban luz en su conjunto a las nuevas realidades surgidas del fin del a Primera Guerra Mundial. En el seno del movimiento obrero mundial, especialmente del europeo, el debate principal fue de si seguía o no el modelo bolchevique de la revolución proletaria, lo cual llevó al rompimiento de la Internacional Socialista en 1919 y en consecuencia del surgimiento de la III Internacional o Internacional Comunista con el partido comunista bolchevique a la cabeza. Más cerca de Guatemala, diez años de revolución en México (1910-1920) indudablemente impactaron políticamente a los obreros guatemaltecos, influencia que se ahondaría más con el contacto de las organizaciones obreras mexicanas.
Los preparativos
La Federación Obrera de Guatemala para la Protección Legal del Trabajo, conocida simplemente como la Federación Obrera de Guatemala (FOG),convocó a sus afiliados a una reunión para la noche del martes 26 de abril con el fin de discutir la realización de lo que llamaban la Fiesta del Trabajo que se realizaría el domingo primero de mayo siguiente. Dado que se trataba de la primera vez que en Guatemala se efectuaría esa celebración, los directivos de la FOG, entre quienes se encontraban Federico Vásquez, Alfredo Guerra y Guillermo Mérida, estos invitaron al escritor mexicano Flavio Guillén, ex gobernador de Chiapas, quien desde unos años antes vivía en Guatemala en calidad de asilado político, para que dictara una conferencia sobre la primera celebración del día del trabajo en México, que se llevó a cabo en 1912. Guillén refirió cómo el presidente mexicano, Francisco I. Madero, amigo suyo, entregó el “pabellón” que los trabajadores mexicanos estrenaron aquel día. Seguidamente, los participantes de dicha junta acordaron realizar el festejo el domingo primero de mayo que se avecinaba en pocos días. Se crearon comisiones de trabajo, una para solicitar al Secretario (ministro) de Gobernación el permiso para el desfile obrero y el uso del Parque Minerva; otra para gestionar ante la Secretaría de Guerra la banda marcial para “amenizar” los festejos, etcétera. Se decidió también que ningún obrero podía llevar armas en el desfile, pero sí herramientas inofensivas que simbolizaran sus respectivos oficios. Como parte de las celebraciones, el Gremio de Albañiles resolvió dar posesión a su nueva junta directiva el mismo primero de mayo, pero a las diecinueve horas en un “acto literario”.
A la altura de mayo de 1921, la FOG era la principal federación obrera en Guatemala, pues era la heredera de la tradición mutualista de organización de los trabajadores, los cuales estaba organizados en “sociedades”. La FOG había sido fundada en los tiempos del dictador Estrada Cabrera y contaba entre sus organizaciones de trabajadores a la Sociedad El Porvenir de los Obreros, que era la más grande de todas, al Gremio de Albañiles, a la Sociedad Fraternal de Barberos y muchas otras organizaciones de similares de carácter mutualista. Sin embargo, después de la revolución de abril de 1920, la FOG no pudo quedar al margen de la creciente organización y politización de los trabajadores guatemaltecos. Por ello, pese a su tradición mutualista, la FOG se vio obligada a albergar al naciente sindicalismo, pero en su vertiente reformista o colaboracionista con el régimen imperante y con el sector patronal. Su referente internacional era la Confederación Obrera Panamericana (COPA), auspiciada por el sindicalismo estadounidense.
En los preparativos y en la celebración del primero de mayo, no obstante, participó activamente otra corriente de los trabajadores organizados con cierta influencia entre varios sectores obreros. Se trataba de Unificación Obrera (UO), cuyos antecedentes también se ubicaban durante el gobierno de Estrada Cabrera. La UO había sido refundada un año antes, el 20 de abril, al calor del derrocamiento de este último y rápidamente se convirtió en una especie de ala de izquierda del naciente movimiento obrero guatemalteco. Su base se asentaba especialmente entre los carpinteros, panaderos, sastres, estudiantes pobres y en general de personas provenientes del partido liberal que habían roto con el liberalismo de Estrada Cabrera y con el unionismo que había sido aliado en la lucha contra la dictadura. La UO también tenía desde hace tiempo entre sus planes celebrar el primero de mayo, pues había recibido “indicaciones” de México (probablemente de Partido Comunista de México) en el sentido de conmemorar esa fecha. A la altura del primero de mayo de 1921, en plenas celebraciones, el ala más radical de la UO se convirtió en Unificación Obrera Socialista (UOS) con Francisco Ayerdi, José Luis Barrientos (estudiante salvadoreño) Francisco Lessing, A. Moraga, Víctor Arrazola y Silverio Valenzuela como dirigentes más visibles.
La “Fiesta del Trabajo”
Las celebraciones del primero de mayo siguieron puntualmente el programa establecido por la FOG y la UO. Entre las ocho y nueve de la mañana de aquel domingo, los contingentes obreros comenzaron a concentrarse en la plazuela de la iglesia de San Sebastián. Allí mismo, como primer punto del programa, pronunció un discurso el obrero Silverio Valenzuela. Luego, el desfile partió al monumento a Cristóbal Colón, en el parque central, lugar en donde se dirigió a la concurrencia el estudiante Emilio García Narváez; posteriormente, la columna tomó la octava calle hacia el oriente y arribó a la esquina del Teatro Colón (hoy parque infantil del mismo nombre) en donde el señor Vicente Arriola declamó un poema al trabajo. El desfile regresó a la sexta avenida y se dirigió al parque La Concordia (hoy Enrique Gómez Carrillo) en donde se clausuraron los actos de la mañana con el discurso del estudiante y periodista Eduardo Izaguirre, a la sazón director del Diario Excélsior. Por la tarde, en el hipódromo del norte, en el área del templo de Minerva (hoy diamante de béisbol) hubo música de dos marimbas y de la banda marcial. Ya en la noche, el mismo estudiante Izaguirre dicto una conferencia titulada El proletariado de Guatemala inicia un movimiento socialista a los miembros del Gremio de Albañiles como parte de los actos del cambio de directiva. Paralelamente, en otro lugar Unificación Obrera se transformaba en Unificación Obrera Socialista.
Este primero de mayo de 1921 cayó en domingo, lo cual facilitó las cosas, pero no sería así en los años siguientes, pues la fecha no era feriado oficial y los obreros se vieron en la necesidad de celebrar el día del trabajo el primer domingo de mayo de cada año, ya que no contaban con los permisos, ni del gobierno ni de los patrones para ausentarse de sus labores. De igual manera, a partir de esta primera vez, y en consonancia con las dos corrientes en las que se dividió el movimiento obrero guatemalteco, así se siguió celebrando el primero de mayo. La colaboracionista FOG siguió insistiendo en llamarle “Fiesta del Trabajo” y en las actividades conmemorativas le dio cada vez más importancia a exposiciones de los trabajos de los obreros, prendas de vestir, muebles, tallados en madera, en mármol, calzado, tejidos, etcétera, como en mayo de 1924, en la que tomaron parte “los principales talleres e industrias de esta capital y la fábrica de tejidos Cantel, de Quetzaltenango”. Hubo encuentros deportivos entre equipos obreros, alboradas y premiaciones a los mejores trabajos de los expositores obreros.
La Unificación Obrera Socialista duró un año más y el primero de mayo de 1922 se transformó en el Partido Comunista de Guatemala (PCG) con los obreros Alberto del Pinal, Antonio Cumes, Luis Chigüichón, los estudiantes, también salvadoreños, Miguel Ángel Vásquez y Moisés Castro y Morales y otros a la cabeza. Los comunistas animaron la creación de la Federación Regional Obrera de Guatemala (FROG) y lucharon contra la concepción de “fiesta del trabajo”. Para ellos el primero de mayo era una jornada de lucha obrera. Pronto apareció la corriente anarquista organizada en el panorama obrero de Guatemala (1926) y junto con la comunista comenzaron a hegemonizar las conmemoraciones del primero de mayo y otras actividades, las que siempre inundaban con banderas negras y rojas, respectivamente. Todo esto sucedió entre 1920 y 1932, doce años marcados por un ascenso de luchas obreras, huelgas y paros en casi todos los sectores productivos del país. Las huelgas más memorables tal vez hayan sido la de los estibadores del banano en Puerto Barrios en 1923, la de los panificadores de la ciudad de Guatemala en 1925, la de las escogedoras del café en el Beneficio Gerlach en el mismo año, la de Cementos Novella en 1931, en fin. Y todo también terminó, esta vez abruptamente, en 1932, cuando el nuevo dictador, Jorge Ubico, encarceló a toda la dirigencia comunista; fusiló a uno de sus dirigentes, el hondureño Juan Pablo Wainrigth, prohibió y retiró la personería jurídica a colaboracionistas y revolucionarios por igual. En la larga noche ubiquista ya no hubo sindicatos, ni sociedades obreras, ni desfiles del primero de mayo. Hubo que esperar una docena de años para que los obreros guatemaltecos volvieran sobre sus pasos, organizaran otra vez sus gremios y sindicatos y estallaran de nuevo sus huelgas. Todo volvió a empezar en la segunda mitad de aquel inolvidable 1944.
(Nota: este texto ha sufrido numerosas modificaciones con respecto del original publicado por Edgar Ruano Najarro en El Periódico, 01/05/1998)