Por: Marylena Bustamante Ortíz
Fotografías familiares
Tengo 32 años, estoy casado y soy padre de esta niña y de otra que viene en camino. Me gradué de perito agrónomo y también de médico veterinario y sociólogo rural. Estudié en la Universidad de San Carlos y en la Universidad Nacional de Costa Rica. Trabajo como catedrático universitario y funcionario de la USAC.
Entre mis oficios más gratos está el de compartir conocimientos con campesinos criadores de pequeños ganados: ovejas, cabras, cerdos, pollos, gallinas, chompipes y otros… Mi oficio es enseñar cómo cuidar y optimizar los animales, para que la gente del campo pueda mejorar su vida. Siempre he querido que los guatemaltecos puedan crecer y vivir más y mejor…
Como docente acompaño a jóvenes estudiantes en sus viajes de aprendizaje por Guatemala, especialmente al altiplano, Huehuetenango, Quiché y Las Verapaces. En esos viajes, los acompaño a conocer nuestra realidad, para que vean cómo luchan para sobrevivir la mayoría de guatemaltecos. Desde muy temprano descubrí la ofensiva desigualdad con que se relaciona nuestra sociedad, su miseria material en contraste con su riqueza cultural y espiritual.
Estudié y me preparé para servir a mi país, pero pronto me topé con la injusticia y la imposibilidad de encontrar una vía pacífica para cambiarla.
Me incorporé a la militancia revolucionaria como científico e intelectual; mis armas fueron la enseñanza de la ciencia, el diálogo y la rebeldía justa.
Desde el 13 de febrero de 1982 me encuentro detenido y desaparecido por el Ejército del gobierno de Fernando Romeo Lucas García. He sido sometido a torturas y condenado sin juicio ni defensa alguna. Finalmente fui asesinado y mi cuerpo, como los de muchos otros miles de guatemaltecos, ha sido escondido para que ninguno de los que me aman encuentre mis restos.
Dicen que se me vio con vida, aunque brutalmente torturado, en el Cuartel General de Matamoros, el 23 de marzo de ese mismo año; día en que con la modalidad de triunvirato, asaltó el poder Efraín Ríos Montt , quien pasará a la historia como el máximo genocida que haya conocido Guatemala y América Latina.
Exijo al Estado de Guatemala y a su Ejército que entreguen al pueblo los archivos donde constan las acciones de la represión. Que se sepa por quiénes, dónde, cuándo, cómo y por qué fuimos secuestrados, desaparecidos, torturados y asesinados.
Exijo que entreguen nuestras tumbas secretas y los cementerios clandestinos. Que se acaben para siempre los escuadrones de la muerte que todavía funcionan… que todavía secuestran, torturan y asesinan.
Son más de cuarenta y cinco mil hogares los que reclaman noticias nuestras, los que no dejarán pasar el robo de nuestros cuerpos, los que levantan sus voces incansablemente, pidiendo justicia, todos queremos volver a casa aunque sea en un ataúd.