Por: Luis Juárez
Gracias a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y al Ministerio Público (MP), ahora están en la cárcel los mercaderes de la política y/o los negociantes de la pobreza de los guatemaltecos. Hoy por hoy nos damos cuenta de que la “empresaurialidad” del país no crea empleo ni riqueza, sino más pobreza y plazas fantasma para hacer negocios ilícitos desde el Estado. Todos los gobiernos que hemos tenido durante los últimos años son negociantes de la pobreza y han lucrado utilizando a los pobres para endeudar al Estado, poniendo más impuestos y robando de sus arcas. Prueba de ello son los empresarios del Partido Patriota que están en la cárcel por corruptos y ladrones.
Esos negociantes de la pobreza ven en la política una oportunidad para hacer negocio, y anteponen sus intereses personales sobre las necesidades del Estado. No tienen ninguna visión de país o nacionalismo para pensar y repensar sobre cuál debería ser el rumbo o papel del Estado o por lo menos un plan para reducir los índices de pobreza y subdesarrollo del país. Ellos lo que tienen es un plan pero para crear más pobreza y subdesarrollo.
Cada cuatro años compran su candidatura en algún partido político con cantidades millonarias ya sea para ejercer las funciones de presidente, vicepresidente, gobernador, diputado, ministro o alcalde, entre otros puestos de menor rango. Cuando llegan a ocupar algún puesto en la administración pública, en lo primero que piensan día y noche es en recuperar el doble o el triple de la plata invertida en la campaña.
A los mercaderes de la política lo que les interesa del Estado es la plata y hacer más plata a costa de lo que sea. No les interesa el desarrollo de la nación o solucionar los problemas sociales e históricos que conocemos. Tan solo nos damos cuenta en la producción legislativa que favorece a las comunidades, a los pueblos indígenas, a los agricultores, a los jóvenes, la Ley de Aguas, etcétera: sus acciones son casi nulas. No hay ninguna ley que favorezca a estos sectores vulnerables y marginados. Con las últimas capturas que se han hecho en los últimos meses a funcionarios negociantes de la pobreza, tenemos la siguiente amalgama: negociantes de la salud, de la minería, de la vivienda, de la violencia, del narco, de migrantes o de la trata de personas, de plazas fantasmas, de inmuebles, de fertilizantes, de la política, de adopciones, de bolsas seguras, de la impunidad, del tráfico de influencias, de los ríos, de maderas finas, de animales exóticos, entre otros.
Después de la firma de los Acuerdos de Paz, poco ha cambiado y seguiremos igual si la ciudadanía no participa en el quehacer del Estado, o por los menos esté vigilante para que las arcas del Estado no sean saqueadas por los negociantes de la pobreza. Me atrevo a decir que los negociantes saqueadores conformados por la oligarquía crearon el Conflicto Armado Interno como una estrategia para mantener y crear más pobreza. Han pasado varios gobiernos y no ha pasado nada. Urge una verdadera reforma del Estado pero con la participación de la sociedad civil en general organizada y no organizada. De los políticos negociantes oligarcas no esperamos ninguna reforma porque a ellos no les conviene hacerse sus propias reformas. Necesitamos otra revolución y grandes revolucionarios como Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz Guzmán.