Créditos: La Clase 87
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Wilmer Patzán es un joven artista maya Kaqchikel originario del municipio de San Juan Sacatepéquez. Durante su recorrido artístico ha encontrado en el arte contemporáneo nuevas herramientas para analizar su entorno familiar y comunitario. Junto al proyecto La Clase 87, Wilmer inauguró el pasado 26 de febrero su primera exposición individual llamada Los Pasos Dados un recorrido de cinco obras, que hablan de sus profundos procesos creativos y de su sentido de comunidad y de familia.  

Por Juan José Guillén

Los Pasos Dados, el nombre de la más reciente propuesta artística de Wilmer Patzán es una muestra que nos aleja del cubo blanco, ese espacio en el que las instituciones culturales nos acostumbran al consumir arte. La locación de su primera exposición individual es un bosque de pinos y nísperos, un lugar común a los paisajes de Las Milpas Altas, y de la región Kaqchikel que se conoció como Chajomá[1] el lugar originario de Wilmer: San Juan Sacatepéquez.

Cinco son las obras que surgen de los constantes cuestionamientos y reflexiones del artista: herencia, memoria, despojo, resistencia y traspaso. Al abordar la exposición desde esta propuesta y conversar con Wilmer sobre sus visiones al construir su más reciente obra, se proponen cinco puntos de reflexión:

El derecho a nombrar nuestra herencia

¿A través de quiénes y alrededor de qué lugares hilamos la dimensión de nuestra herencia? ¿Quiénes nos enseñan los nombres de las madres de nuestras abuelas y los largos linajes familiares? ¿Cómo nos imaginamos a las abuelas de nuestras abuelas? Mujeres que no conocimos y que aun así supimos de ellas a través de la oralidad del relato familiar. Wilmer Patzán intenta responder a estas preguntas para, a través de la escultura, dar forma a una representación palpable y visible de ancestralidad.

Wati’[2] es la representación de la ancestralidad en la familia Patzán Rac, que ha sido influenciada por generaciones y que intenta mostrar la fuerza y la energía espiritual que persiste tras su partida. En Wati’, la escultura hecha a partir de relatos, anécdotas y vivencias, es el resultado de la relectura de la historia familiar del artista.

Foto: Juan José Guillén

Patzán dice que esta obra es central en la exposición, porque su dimensión del conocimiento proviene desde un lugar en donde él mismo se ve como el resultado de la fuerza y energía transmitida por sus ancestras chajomás[3] . En este sentido, la escultura hecha de cedro conversa con un círculo amarillo en el suelo hecho de pétalos de crisantemo, para proponer una especie de altar etéreo para aquellas figuras que no conocimos, pero cuyo transitar y sentir pervive en nosotros a través de nuestros padres y de nosotros mismos. Nombrar nuestra herencia, es también reconocer el lugar en el que estamos, es saludarlo y resguardarlo.

Foto: Cortesía La Clase 87
Wati’ Wilmer Patzán. Tallado en cedro, hilos textiles y pétalos de flores. Medidas Variables – 2021 Foto: Cortesía La Clase 87

La urgencia de abrazar la memoria

Cargando el Recuerdo es un homenaje a la existencia de sus hermanos y a la crianza de los padres de Patzán. El arte puede ser una herramienta de sanación colectiva. Él explica que su instalación y, la forma en que fue construyéndola, es un intento por reparar y subsanar los procesos familiares que desde los desaciertos, pero también desde la ternura, configuraron al artista.

El artista Wilmer Patzán junto a parte de su familia durante la inauguración de “Los Pasos Dados” su exposición individual.

Wilmer es el mayor de ocho hermanos y su crianza se caracterizó por una tradición familiar iniciada por su madre, una práctica que es común en las comunidades Kaqchikel de San Juan Sacatepéquez. El mich, que en idioma kaqchikel se refiere a un textil tradicional que sirve para arropar y cargar a los bebés durante sus primeros meses de vida, sirve para la crianza de los bebés durante sus primeros meses de vida. De esta forma, la madre de Wilmer ha conservado cada uno de los ocho mich que compraron y con los que Claudia Rac crio a sus hijos, como una forma de recuerdo, de memoria.

El artista instala en Los Pasos Dados esos cargadores y asume también la tarea de platicar sobre el primer mich que le fue heredado de su hermano mayor, fallecido mientras era un bebé. Wilmer no solo heredó el mich, sino también el nombre de su hermano fallecido: Wilmer.

Foto: Cortesía La Clase 87.

Discutir sobre las crianzas de nuestros padres será siempre un proceso complejo. Escarbar las cosas que muchas veces, sin dimensionarlo ambas partes, marcaron nuestras vidas es, en palabras del artista, “una urgencia”. Patzán comentó cómo durante su infancia la herencia de su nombre era un hecho que le intrigaba, Cargando el recuerdo sería el proceso final de una serie de pláticas familiares, como sostiene, para reparar años de dudas y preguntas con sus padres. Ahora resignificar cada cargador que fue guardado por su madre no significaría el reproche a los padres por sus decisiones al criarlo, sino un homenaje a la vida de cada uno de sus  hermanos especialmente de Wilmer, su hermano fallecido.

Cargando El Recuerdo. Wilmer Patzán, Escultura textil, instalación. Medidas Variables – 2023. Foto: Cortesía La Clase 87

Evidenciando el despojo

“Mi obra está acorde a cada reflexión”, dice el artista sanjuanero, en las dos piezas que conforman la serie Se Regala Tierra, a través de dos mantas pintadas con técnicas mixtas, Patzán hace una fuerte crítica sobre las consecuencias de, lo que el asegura, se ha mal llamado “desarrollo” en San Juan Sacatepéquez, el municipio donde la industria de la construcción y especialmente la del cemento, ha transformado el paisaje.

Foto: Juan José Guillén

Cuando Patzán encuentra en su comunidad la frase “se regala tierra” piensa desde una cierta ironía en las dinámicas de extracción y expolio de la tierra en su municipio. Pensar sobre el paso del tiempo en un territorio específico es una reflexión profundamente política. La crítica de Wilmer a la transformación del paisaje es una denuncia colectiva sobre lo que afecta en primera persona a cada individuo de su comunidad, más allá del cliché “ser voz de los que no tienen voz” esta pieza demuestra que lo personal es político, pues aquello que afecte a un individuo, como el paisaje mismo, será una afección colectiva y por tanto una denuncia comunitaria. Como contraste, el bosque aledaño al lugar de la exposición se encontraba en proceso de tala durante la muestra, un tractor muy similar al que Wilmer dibuja en esta serie, se encontraba haciendo los trabajos de la destrucción y reconstrucción del paisaje.

Reconocer nuestra resistencia   

La Bienal en Resistencia se realizó en octubre del 2023. Una época caracterizada por la crisis política y el paro generalizado en todo el país para exigir la renuncia de actores corruptos en el Gobierno. Muchas propuestas artísticas de esta exposición fueron dirigidas a acuerpar el paro nacional desde la redimensión de algunas propuestas artísticas, la obra Barricada de flores, de Wilmer Patzán fue una de las acciones que desde la poética y la metáfora formaron parte de las jornadas de movilización a nivel nacional.

Foto: Bienal En Resistencia

“El paro termina hasta que nos marchitemos”, expresó Patzán durante las movilizaciones, cuando junto a su familia y vecinos tomaron la entrada a San Juan Sacatepéquez y formaron una barricada de flores, un producto central en la economía sanjuanera.

“El paro termina hasta que nos marchitemos”
– Wilmer Patzán

La reflexión de Wilmer alrededor de las flores en esta obra va más allá de su disposición en una barricada, las propias mujeres sembradoras de crisantemos y otras variedades florales se identifican con una forma de hacer resistencia en donde las flores, parte de su cotidianidad, se encontraban acompañándolos. Resistir en la movilización social con acompañamiento de aquello que configura nuestro entorno, en este caso las flores, es un hecho puntual en esta acción.

Sin embargo, el artista también piensa en la resistencia cotidiana que sucede en San Juan Sacatepéquez. Buena parte de los flujos comerciales de la población del municipio tiene que ver con las flores. La venta como ornamento y su exportación representa un ingreso económico importante para la población que se dedica a este oficio.

En palabras de Wilmer: “las flores nos han dado trabajo y estamos muy relacionados con ellas” y reconoce que su obra también es un homenaje a las flores mismas, a su presencia e importancia y también a quienes viven y trabajan dignamente en su cultivo. Originalmente esta obra estaba pensada para llenar una camioneta de transporte público y “pagarles asientos” a las flores para que acompañaran a la gente en su viaje, una acción profundamente poética que invitaría a los vecinos del municipio a dimensionar la presencia de las flores en el imaginario cotidiano. Aunque la pieza se enfocó para estar en barricadas dada la suspensión del transporte público, la idea de acompañarnos de objetos comunes a nuestro entorno y saludar su presencia, se mantuvo entre vecinos durante las jornadas de octubre en San Juan Sacatepéquez.

Barricada de Flores. Wilmer Patzán, acción en espacio público, performance – 2023. Foto: Cortesía Bienal En Resistencia

Los intentos por transmitir

Poemas De Luis de Lion, es la quinta y más reciente obra del artista, se trata de un audio en el que su hermano Walter Patzán, de 11 años, recita poemas destacados del poeta. Walter no conocía la obra de Luis, los escritos fueron presentados a su hermano menor por Wilmer, para que escogiera los que le llamaban más la atención y los recitara para él.

Patzán reconoce en esta obra que muchos artistas pueden llegar a sentirse aislados de sus núcleos al intentar nombrar su ser creativo. Por ejemplo, el padre del artista comentó el día de la inauguración que le costó entender el concepto del performance cuando su hijo se lo presentó, la transmisión del conocimiento pero, sobre todo el ímpetu creativo, llevan al artista a reconocer y recordar en esta obra que durante la juventud, su padre declamaba, incluso, ganó varios concursos de declamación.

Quizá el intento de hacer que su propio hermano dimensione la poesía como una herramienta artística para la creación, el gesto de Wilmer de permitir que su hermano seleccionara los poemas que más le gustaron para crear una grabación en donde las recita, también habla del permitir en la determinación de Walter que se involucre desde su vivencia propia, en este caso en la poesía de Luis de Lion.

Luis de Lion fue un reconocido poeta conocido por obras como “El tiempo principia en Xibalbá” o los poemarios “Poemas del Volcán de Agua” y “Los zopilotes y su segunda muerte” además fue un maestro de educación primaria y catedrático universitario. De Lion fue desaparecido por el Ejército de Guatemala el 15 de mayo de 1984 sin que hasta el momento haya sido encontrado por sus familiares.

Además, como afirma el artista, Luis de Lion fue un poeta que escribió también para la niñez, por lo que esta obra sonora, también es un homenaje al poeta de San Juan del Obispo, secuestrado a los 45 años, un 15 de mayo de 1984, por el ejército de Guatemala.

Existe un profundo sentido de empatía en esta obra, considerando que Patzán también afirma que sus hermanos forman parte importante de su quehacer artístico. De esta manera el artista reitera que los procesos creativos no se deberían abordar desde una dimensión individualista, en este caso, Walter, su hermano sería coautor de esta obra al igual que Claudia, la madre del artista es coautora de Cargar el recuerdo.

Foto: La Clase 87

Una entrevista con el artista Wilmer Patzán

¿Por qué el nombre de Los Pasos Dados?

Cuando llegó la invitación por parte de Maya y Julián, (curadores y fundadores del proyecto La Clase 87) para integrar el espacio (el bosque que conforma su espacio expositivo en Santa Lucía Milpas Altas) y reflexionar sobre el título pensé en el trabajo que he realizado a lo largo de este tiempo, no solo el recorrido académico si no también pasos de vida que he dado, mi aprendizaje sobre la memoria y también ir reconociéndome desde mi comunidad, Los Pasos Dados son una corta descripción de las huellas que veo que están dejando marca en mi contexto, el paso del tiempo tanto negativa como positivamente.

¿Cuál fue tu punto de partida al pensar en una exposición individual?

Todo tiene que ver conmigo. Con mí autobservación y mis interacciones con mí comunidad, con mí visión y también es personal. Por ejemplo, en el homenaje a Luis de Lion observo mí paisaje y también lo que he aprendido, al hacerlo junto a mi hermano hablo del compartir del legado. Quise involucrar a mi hermano para interesarlo sobre Luis de Lion, presentarle mi visión del mundo a través de un poeta que también hablaba para los niños. Los Pasos Dados es el resultado de mi reflexionar sobre la vida, algo que diría que me ha convocado bastante.

Foto: La Clase 87

¿Cómo surge el proyecto La Clase 87 y cómo te involucras para tu primera exposición individual desde un lugar fuera de lo convencional?

Me gustó bastante la propuesta. Creo que el arte está saliendo de los cubos blancos a donde la academia nos ha llevado. Hay dos obras que estuvieron en el bosque de Clase 87 y que son totalmente distintas y mejor comprensibles desde este espacio (un bosque). Por ejemplo, en Los Cargadores, una obra que ya se había presentado en la Municipalidad de Guatemala no fue lo mismo, acá la obra conversa con el bosque, además algo que me gustó mucho de la propuesta de invitación para La Clase 87 fue que fue la primera vez que me involucro en el montaje y siento que tengo potestad sobre eso.  Creo que destruir un poco los criterios museables tan establecidos en el arte también es algo nuevo, subirme en los árboles, tener un espacio libre donde la altura de los árboles era el límite. El cubo blanco tiene límites espaciales y conceptuales. Incluso las piezas a veces demandan dónde quieren estar, es algo que he pensado al reflexionar sobre el montaje de Los Pasos Dados.

Al hablar de cómo haces arte para reflexionar sobre los sucesos inmediatos de tu lugar y de tus personas ¿Has llegado a conclusiones que atraviesan tus procesos creativos?

La verdad es que muchas veces no entiendo mis procesos creativos, es decir, no necesito nombrarlos como tal. A veces no necesito aprender nada nuevo. Con solo salir a San Juan y observar un hecho específico, que me parece interesante y me invade, hago mis anotaciones mentales y listo, de esa forma han nacido muchas obras. Pienso mucho en los cambios, no solo los míos, los aprendizajes han estado dados por la enseñanza de mi entorno, por eso también me interesan los cambios de mi paisaje. En la percepción de mi pueblo, las flores, por ejemplo, que son un elemento muy presente en mi obra Barricada de flores verlas me ha invitado a reflexionar por qué y cómo la siembra de flores. Esa obra, entonces, nace del pensar que las flores ocupan un espacio y que se deben tratar y respetar como un humano. Al final siento que la contemplación tiene que ver con observar mi entorno, mi lugar y pensar sobre qué más podemos conversar acá, eso siempre ha sido un punto principal en mi obra. También el indagar sobre nuestra proveniencia y la herencia, en este camino, también he tejido lazos con mi madre Claudia Rac, todo a partir de nuestra historia.

Foto: La Clase 87

Al observar tu obra noto que la familia tiene un papel central en tus piezas, algunas veces les nombras explícitamente y otras veces tiene que ver con su acuerpamiento a tu carrera ¿Qué papel ha tenido tu familia en este caminar?

Ellos juegan un papel muy importante, no solamente en las obras, sino en mis procesos de creación, desde el apoyo. No solamente mis padres, también mis hermanos. Con ellos analizo mis ideas y las discuto. Otro papel importante tiene que ver directamente con que mis obras conversan sobre estas interacciones familiares, ellos de momento, son centrales en mi obra, su apoyo ha sido fundamental para mi creación artística, pues identifico que ambas partes han aprendido de esto del mundo del arte. Es importante nombrar a Claudia y Francisco (madre y padre) como protagonistas también de lo que yo hago en este momento de mi vida.

Foto: La Clase 87

Me gustaría que nos ofrecieras una visión desde tu pensamiento para encontrar uno o varios “caminos” que nos lleven a redimensionar el quehacer del arte

Creo que la academia es muy repetitiva. Me impactó cuando comencé mi proceso académico. Al momento de observar mis referencias siempre he buscado nuevas alternativas para hablar de lo que quiero hablar, el arte contemporáneo ha sido, de alguna forma, una manera de llevarle la contraria a la academia, caracterizada desde la rigurosidad, la técnica y las pocas posibilidades materiales (pintura dibujo y escultura). El arte contemporáneo me ha abierto las posibilidades a nuevas formas de expresión sin la necesidad explícita de la academia

[1] Chajoma es el nombre de un pueblo maya de habla kaqchikel del periodo Posclásico. Los chajoma establecieron un extenso reino en el altiplano de Guatemala.​ Según las crónicas de los pueblos k’iche’ y kaqchikel, había tres reinos principales en el altiplano durante el Posclásico: los k’iche’, kaqchikel y chajoma. En los primeros registros coloniales por ejemplo, el topónimo San Juan Sacatepéquez aún fue registrado como San Juan Chajoma. ​El pueblo chajoma conocía seis divisiones territoriales, equivalentes a los distintos pueblos coloniales que llevan el nombre de Sacatepéquez.

[2] Wati’ en idioma kaqchikel “abuela”

[3] Región Chajomá

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