El politólogo Ricardo Sáenz de Tejada analiza el desempeño de las izquierdas en la contienda electoral de 2023, en la que nuevamente las encuestas no favorecen a estos partidos. Para el Congreso, se han postulado destacados líderes sociales y académicos, sin embargo, indica que tienen como desafío la fragmentación.
Por Regina Pérez
En el proceso electoral que culmina el próximo 25 de junio participan 29 partidos, 25 de ellos competirán para la Presidencia. De esa veintena, al menos cuatro agrupaciones pertenecen a la izquierda. Sin embargo, la mayoría de estas organizaciones están ubicadas en el espectro político desde el centro a la extrema derecha.
De estos partidos, el Tribunal Supremo Electoral y resoluciones judiciales de las Cortes han dejado afuera a tres binomios, el del Movimiento para la Liberación de los Pueblos, Podemos y Prosperidad Ciudadana.
Cuando el candidato Carlos Pineda, de Prosperidad Ciudadana, fue eliminado de la contienda electoral, la consultora Cid Gallup publicó una encuesta en la que únicamente Manuel Villacorta, presidenciable del partido VOS, aparecía con un 2 % de la intención de voto. Ante este escenario en el que nuevamente la izquierda parece estar relegada, la ciudadanía se pregunta, ¿Por qué no se unen las izquierdas?
Para entender el desempeño de las expresiones de izquierda, el politólogo Ricardo Saénz de Tejada en una entrevista con Prensa Comunitaria analiza los antecedentes históricos que apelan a su pluralidad.
Para ello se remontó a la revolución de octubre de 1944 que finaliza en 1954, cuando se originan tres de las tradiciones más importantes en Guatemala, una argumentación del sociólogo, Edelberto Torres Rivas. La primera, una tradición de demócratas radicales, identificados con los principios de la Revolución de Octubre que no se adscriben necesariamente a las tradiciones socialistas.
Una segunda vertiente corresponde a la tradición marxista que se origina en el segundo partido comunista de Guatemala, que se funda en el año de 1949 y, que sale a luz en 1951 como el Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT). De esta tradición de izquierda marxista y asociada al socialismo real emerge no solo el partido sino todos los grupos de la izquierda revolucionaria y armada que se aglutinan en 1982 en la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y, que en el 1998 se presenta como un partido político y del que se desprenden varios partidos y dirigentes.
La tercera matriz correspondería a los partidos social demócratas, que se materializa en el Frente Unido de la Revolución (FUR) cuyo líder más importante fue Manuel Colom Argueta. En el Partido Socialista Democrático (PSD), su líder más importante fue Alberto Fuentes Mohr, pero según el académico fueron arrasados a finales de la década de los 1970 y principios de los 1980 y, desde la democratización del país, en 1986, no lograron consolidar un partido social demócrata.
A ello agrega una cuarta vertiente, que no es estrictamente de izquierda, pero que sí responde a las demandas de los pueblos indígenas. Esa corriente política puede ser definida como indianista sin ningún contenido peyorativo o comunitarista, que plantea la transformación del Estado, particularmente de las relaciones entre el Estado y los pueblos indígenas.
¿Cómo llega la izquierda guatemalteca a las elecciones 2023 y cuál ha sido su desempeño hasta ahora?
Es importante mencionar que las izquierdas son plurales y que en algunos casos sí es posible identificar proyectos políticos diferentes, tanto en términos de la idea de sociedad, de Estado que se tiene, como la vía para alcanzarlo.
En estas elecciones vemos partidos de izquierda que se ubican o que provienen de esas tradiciones y que probablemente poseen proyectos políticos distintos.
El más evidente es el Movimiento para la Liberación de los Pueblos (MLP), cuya candidata Thelma Cabrera fue excluida. Su proyecto político es la transformación o la refundación del Estado en sentido estricto y definen una vía “rupturista”, una Asamblea Nacional Constituyente, Plurinacional, Popular y Originaria, que marcaría un antes y después frente al resto de partidos políticos que apelan a una ruta reformista, que contribuya a democratizar el Estado y la economía.
Y ahí probablemente el proyecto mejor formulado es el de Semilla que además se adscribe a la social democracia. El segundo elemento es que en la fuerza política que se había logrado convertir en el principal referente de la oposición, el MLP, su binomio presidencial fue abiertamente excluido del proceso electoral de una forma anómala.
Parte de las dificultades que tenemos es que el sistema político y la cultura política guatemalteca es presidencialista. Probablemente conocemos el nombre del candidato o candidata presidencial de nuestra preferencia, pero más allá ni siquiera el nombre del partido, mucho menos el nombre del candidato a vicepresidente o de los principales líderes.
El otro elemento que condiciona estas elecciones es el intento de la coalición corporativa mafiosa del “pacto de corruptos” de imponer un candidato o candidata presidencial que responda a los intereses de esta coalición, que fundamentalmente es continuar haciendo del Estado un medio de acumulación y por el otro garantizarse impunidad.
Los candidatos favoritos de esta coalición son en orden sucesivo: Manuel Conde, del partido Vamos, que cuenta con todos los recursos del Estado para hacer una campaña.
En segundo lugar, la candidatura de Zury Ríos, la expresión más pura de esta coalición mafiosa que es la coalición Valor-Unionismo, que heredan el arzuísmo y el ADN de la política de la extrema derecha guatemalteca…con las tradiciones del ríosmontismo en términos de redes de militares en activo y en situación de retiro, con la corrupción que se registra, una coalición extremadamente peligrosa para el futuro del país.
Y en tercer lugar, Sandra Torres que es una garantía para quien pase a la segunda vuelta y en cualquier caso es parte de este “pacto de corruptos”.
En esta campaña lo que hemos visto es la intención de esta coalición de imponer a sus candidatos pero una respuesta ciudadana muy interesante, por lo menos en las encuestas lo que nos demostró es que los ciudadanos buscaron la forma de jugarle la vuelta al sistema.
Si la imposición era esas tres candidaturas, primero sacan al MLP, luego a Roberto Arzú, cuyo apoyo no se dio porque sea exactamente Arzú, sino porque él asumió lo que Torres Rivas denominaba un discurso antioligárquico, una crítica a las elites empresariales, políticas que tienen este país en la miseria y lo denunció muy abiertamente.
Ese discurso antioligárquico sedujo a los electores y la respuesta de la coalición mafiosa fue excluirlo también y de una forma completamente anómala. Y finalmente el caso de Carlos Pineda, él asume un discurso antioligárquico en términos muy generales de crítica y de rechazo a esta coalición y lo excluyen igualmente.
Hubo críticas hacia los partidos que se denominan de izquierda por no haber podido construir alianzas para llevar un binomio en conjunto a la Presidencia. ¿Por qué en Guatemala estos partidos no logran ponerse de acuerdo para proponer a un solo candidato?
Son proyectos políticos distintos y lo otro es que la experiencia electoral ha demostrado que sumar siglas no necesariamente significa sumar votos. Al analizar los resultados del denominado Frente Amplio, (coalición URNG-WINAQ, Alternativa Nueva Nación y Movimiento Nueva República (MNR) que lanzó a Rigoberta Menchú, obtuvo menos del cuatro por ciento de los votos y un bloque legislativo muy pequeño. En cambio cuando participan de manera separada, paradójicamente obtienen mejores resultados. Eso significa que la propia ciudadanía no cree en sumas de siglas, sino más bien se convence con la formulación y el planteamiento de un proyecto político sólido.
En esta campaña lo que hemos visto es la intención de esta coalición de imponer a sus candidatos pero una respuesta ciudadana muy interesante, por lo menos en las encuestas lo que nos demostró es que los ciudadanos buscaron la forma de jugarle la vuelta al sistema.
Si la imposición era esas tres candidaturas, primero sacan al MLP, luego a Roberto Arzú, cuyo apoyo no se dio porque sea exactamente Arzú, sino porque él asumió lo que Torres Rivas denominaba un discurso antioligárquico, una crítica a las elites empresariales, políticas que tienen este país en la miseria y lo denunció muy abiertamente.
Ese discurso antioligárquico sedujo a los electores y la respuesta de la coalición mafiosa fue excluirlo también y de una forma completamente anómala. Y finalmente el caso de Carlos Pineda, él asume un discurso antioligárquico en términos muy generales de crítica y de rechazo a esta coalición y lo excluyen igualmente.
Hubo críticas hacia los partidos que se denominan de izquierda por no haber podido construir alianzas para llevar un binomio en conjunto a la Presidencia. ¿Por qué en Guatemala estos partidos no logran ponerse de acuerdo para proponer a un solo candidato?
Son proyectos políticos distintos y lo otro es que la experiencia electoral ha demostrado que sumar siglas no necesariamente significa sumar votos. Al analizar los resultados del denominado Frente Amplio, (coalición URNG-WINAQ, Alternativa Nueva Nación y Movimiento Nueva República (MNR) que lanzó a Rigoberta Menchú, obtuvo menos del cuatro por ciento de los votos y un bloque legislativo muy pequeño. En cambio cuando participan de manera separada, paradójicamente obtienen mejores resultados. Eso significa que la propia ciudadanía no cree en sumas de siglas, sino más bien se convence con la formulación y el planteamiento de un proyecto político sólido.
Ahí tiene cinco encabezamientos del listado muy interesantes, pero que compiten entre ellos en un nicho limitado. Entonces probablemente lo que haya vaya a ser una representación más plural de la izquierda, es decir, más partidos representando al Distrito Central pero globalmente menos diputados, porque se anulan mutuamente. Esperemos que no sea así y más o menos eso ocurre en el resto de distritos y en el Distrito Nacional.
Son pocos los partidos que van a poder elegir más de dos diputados en la Lista Nacional. Vamos a tener también personas de izquierda, esperemos que más en el Congreso, pero en distintos bloques parlamentarios con el objetivo de poder articular una agenda común que, creo, que eso sí es posible.
¿Cuáles son las razones para que partidos de derecha dominen los resultados electorales?
De entrada tiene una razón cuantitativa, están compitiendo 30 o 29 partidos, de esos 25 están ubicados del centro a la extrema derecha. Ahí tiene usted un elemento, la fragmentación está más cargada a la derecha del espectro político. Segundo, el financiamiento.
Esta coalición mafiosa utiliza descaradamente fondos públicos, fondos no declarados y probablemente recursos provenientes de estructuras criminales, mientras que candidatos de izquierdas van en sus propios vehículos o en camioneta como la señora Thelma Cabrera, pues estos candidatos se trasladan en helicóptero.
En un día pueden recorrer tres o cuatro departamentos y como tienen la garantía de impunidad, tienen la certeza de que ni el TSE ni el MP va a investigar el origen de esos fondos. Ese es un factor importante.
Pero talvez el otro cambio que sí es relevante es que terminó en esta elección el carácter decisivo que tenía el acceso a la televisión abierta. Ya no es Ángel González (empresario mexicano dueño de la televisión abierta) quien determina qué candidato o candidata gana, sino con la experiencia de Pineda se vio una transformación del papel político de las redes.
Dos mujeres candidatas lideran las encuestas, ¿sería posible tener por primera vez una mujer como Presidenta?
Posible, sí, ¿en qué condiciones? es lo que no sabemos porque hay que decirlo, con todas sus letras: la exclusión de tres candidaturas presidenciales ha introducido una gravísima distorsión en el proceso electoral. El manejo que se ha dado, gravísimo. El uso de los recursos públicos, el uso de la institucionalidad del Estado para imponer esas candidaturas, que eventualmente pueden imponerse pero con una legitimidad muy cuestionada.
Como afectó la exclusión del MLP, que también impulsaba a una mujer como presidenta, las decisiones de los electores sobre su voto. ¿Es posible medir eso?
Medición si se podría hacer pero no se ha hecho. Sería ver del universo de ciudadanos que su primera preferencia era Thelma Cabrera, para dónde se movieron. Es difícil de estimar, pero la consecuencia de esta exclusión es una violación de los derechos políticos. Primero el derecho de ser electos, de Cabrera y Jordán Rodas y, por otro lado, el derecho a elegir de centenares de miles de ciudadanos cuya primera preferencia era el MLP.
No puede dejar de valorarse que el MLP fue el cuarto lugar en las elecciones de 2019 y que por primera vez una candidata indígena ganó en distritos mayoritariamente indígenas, Totonicapán, Sololá y Chimaltenango.