Créditos: Prensa Comunitaria
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“Me sentí acompañada y presionada a la vez. Hasta ahora hemos escuchado opiniones de ‘qué bueno, por primera vez una mujer” o incluso hay mujeres fuera del partido, en otras comunidades que me apoyan. Hay mujeres que han pensado en el hecho de que la asamblea haya aceptado que yo vaya es también como una oportunidad”, Anixh Pablo.

Por Santiago Bastos

Anixh Pablo es una mujer Q’anjob’al que viene de una familia con larga historia de lucha en San Juan Ixcoy, Huehuetenango. Ella misma ha desarrollado una trayectoria de defensa de los derechos humanos y del territorio en diferentes espacios locales, nacionales e internacionales.

En la actualidad colabora con el Gobierno Ancestral Plurinacional Akateko, Chuj, Popti’ y Q’anjob’al, asegura que después de pensárselo, decidió aceptar la propuesta de presentarse como candidata a primera concejal en la lista del partido Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), a pesar de cuestionamientos que puso en duda su capacidad y su condición de mujer.

En esta entrevista, Anixh Pablo nos cuenta su experiencia de trabajo, su recorrido en la sociedad, la decisión de incorporarse en la política, los retos que le espera de llegar al poder municipal de San Juan Ixcoy y su plan de trabajo.

SB: ¿Cómo decides presentarte a un cargo de elección municipal?

AP: En principio, ha sido una propuesta desde las mujeres que participan dentro de la URNG, tiene que ver con este apoyo que las mujeres dan, y también mi familia. Pero, además, tengo experiencia en la administración pública y en otros espacios, en administración de fondos, planificación, en temas de gestión.

Creo que tengo bastantes elementos para poder asumir el cargo. Conozco el territorio, el municipio y las demandas que realizamos desde los diferentes espacios de participación. He abordado múltiples temas, que, al final, me han hecho acomodar una experiencia y los conocimientos en varias áreas de trabajo, aunque, por supuesto, me interesa más el tema más jurídico, la defensa del territorio, tierras comunales y toda esta parte que sí tengo conocimiento en varias cosas y, recientemente, todo lo que conlleva la parte del idioma.

Como presidenta de la Comunidad Lingüística Q’anjob’al trabajamos bastante el tema del idioma, investigación, formación, aportar desde el punto de vista del idioma en la parte lingüística, proponiendo procesos en diferentes espacios desde las coordinaciones interinstitucionales, en los espacios y consejos municipales. También formé parte de las comisiones lingüísticas de la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala (ALMG) y me interesó el tema de educación, lingüística, un poco investigación; más fue mi aporte por ese lado.

SB: Pero tu formación es en derecho, ¿no?

AP: Sí, yo estudié derecho, me falta una parte pequeña para salir, pero tengo una formación en derecho y he hecho varios trabajos en esta parte, específicamente en el tema de derechos humanos y derechos indígenas, discriminación y racismo. Estuve un tiempo trabajando en la CODISRA (Comisión Presidencial contra el Racismo) en la parte meramente jurídica, monitoreando casos de discriminación. También con CEDFOG (el extinto Centro de Estudios y Documentación de la Frontera Occidental de Huehuetenango) siempre me invitaba a ser parte de cuestiones de coordinación, de levantamiento de datos, en las sistematizaciones que hizo con el Instituto de Ciencias Penales de Guatemala, (ICPG) y con la Universidad Rafael Landívar.

También estuvimos participando para la política pública de juventud, como jóvenes indígenas estuvimos intentando proponer la iniciativa de Ley Nacional de Juventud, que no pasó, pero es parte del aprendizaje. Luego, en la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH Guatemala) trabajé en la utilización de los mecanismos nacionales e internacionales, denuncias a violación de los derechos de pueblos indígenas.

SB: Si sales elegida, serías la primera mujer en integrar una corporación municipal en San Juan Ixcoy. ¿Eso es un reto?

AP: Sí, llegaría la primera mujer a nivel municipal. No ha habido mujeres, y puedo ser la única mujer participando en toda la corporación, me queda claro que es un reto participar como única mujer. Fueron las mujeres de la URNG local las que me propusieron. Yo tampoco sabía a qué candidatura iba cuando me hablaron, las mujeres me dijeron: “te proponemos”, pero hasta ahí. Y empezó el cuestionamiento “¿para qué cargo?”. Se habló de la alcaldía o la primera concejal, pero no todas las mujeres, por más que me hayan propuesto, apoyaban para la alcaldía.

Fue un proceso muy interno que se tuvo que hacer porque había también algunas mujeres decían: “¿por qué vamos a meter a una mujer?”. Hubo comunidades completas que no aceptaron la propuesta, tuvimos actores que se retiraron por el hecho de que yo me presentara. Y líderes completos que abiertamente decían “aquí no va una mujer, ¿cuándo han visto una mujer en la municipalidad?”. En el partido a nivel departamental, varios actores hablaron sugiriendo sutilmente, así como “bájenla, bájenla”. Es una lucha y quedan muchas reflexiones en ese sentido.

SB: Entonces ¿qué hicieron?

AP: Tocó en la práctica decidir, pelear. No fui por proceso de votación, sino que fui por un proceso de consenso. Tuvimos que platicar con los jóvenes, con las mujeres, con algunas personas que veíamos que apoyaban para que en asamblea sólo se aprobaba como un proceso de consenso, que ya no fuera elección. Dijimos: “no, vamos a ir por consenso y que la alcaldía sí se fue por elección, que peleen”.

En algún momento, muchos propusieron que yo fuera a la alcaldía, hubo un proceso de discusión: si estaba bien, si yo aceptaba, si no me animaba, si me pronunciaba. Fue un proceso de discusión entre el equipo, con ejecutivos a nivel municipal y también fue una reflexión para mí. De hecho, yo decía “yo me animo” y había reflexiones también “si te vas, pero sabes que tienes las posibilidades de perder”. También había que ver equipos. “Voy a la alcaldía, pero ¿quién queda en la primera concejalía?, ¿y quién va para sindico?”.

Entonces, todo esto había que analizarlo. Y al final, lo analicé y dije “mejor me quedo con la propuesta de la concejalía, sé que tengo las posibilidades de llegar con sus ventajas y desventajas”. Porque sé que, si no gana el partido, yo me voy sola y voy a pasar la misma experiencia que me tocó en la Academia de las Lenguas Mayas de Guatemala, de pelear sola o pelear dos, tres contra un gran número de votos. Pero, aun así, algo que aprendí en la Academia es que no importaba si me apoyaban o si sumaba votos, la cuestión era ponerse los tenis. Lo aprendí y al final, yo dije, “bueno, ese es el ejercicio en la democracia, que no necesariamente va a pasar mi propuesta, pero que ahí está ese actor que está dándole a la democracia”.

SB: ¿Crees que hay posibilidades de que salgas ganadora como primera concejal?

AP: Yo pienso que sí. Una vez que decidí concretamente, sentí que había varios actores con esa mirada de que tenía que ir: mujeres, jóvenes. Me sentí acompañada y presionada a la vez. Hasta ahora hemos escuchado opiniones de “qué bueno, por primera vez una mujer” o incluso hay mujeres fuera del partido, en otras comunidades que me apoyan. Hay mujeres que han pensado en el hecho de que la asamblea haya aceptado que yo vaya es también como una oportunidad.

Entonces, sí veo cierta ventaja, aunque últimamente no había estado tan visible en mi municipio. Pero anteriormente sí, porque hace 15 años o más o menos desde el tema de juventud impulsamos varias temas e incidiendo en educación. Se crearon los famosos NUFED -Núcleos Familiares Educativos para el Desarrollo- y logramos implementar los niveles básicos, logramos cinco NUFED. En el COMUDE (Consejo Municipal de Desarrollo) nos adjudicaron la Comisión de Mujeres y Niñez, no había Comisión de Juventud. Logramos lo que queríamos.

SB: ¿Cuál crees tú que puede ser tu aporte dentro del gobierno municipal de San Juan?

AP: Los gobiernos locales son actores principales para la defensa del territorio y pienso que por ahí podría ir aportando, como un aliado de los procesos de lucha desde el territorio, además de impulsar algunas iniciativas. Creo que la municipalidad es un espacio donde se pueden divisar varios proyectos, porque es quien administra y controla todo el territorio municipal, es quien tiene comunicación con las autoridades comunitarias y, de forma legal, es quien autoriza todo: ya sea hidroeléctricas o todos los proyectos que estén destinados acá. Por eso ahí yo estoy viendo la municipalidad como el aliado.

En cada municipalidad ha sido una dinámica distinta, hay periodos donde se ha tenido más aliados, en otros nada de aliados y hay que batallar a nivel local y por ahí estoy viendo el tema del apoyo a la defensa del territorio con uno de los actores importantes. La municipalidad de San Juan Ixcoy podría ser un actor que podría aglutinar el resto de las alcaldías municipales a nivel de territorio, porque ahí no se sabe quiénes quedan, quiénes tendrían el liderazgo. Habría que ir generando las alianzas con el territorio.

Y seguir fortaleciendo la relación entre autoridades comunitarias, autoridades ancestrales. Creo que ahí se puede hacer bastante incidencia. Se les llama “las autoridades ancestrales”, pero reconocerse como tal es complejo todavía. Desde la municipalidad se les sigue pensando como los mandaderos de la municipalidad, aunque depende de la comunidad. Si hay una comunidad que está fortalecida, ya no asume eso. O según quién, porque hay jóvenes que han asumido esa responsabilidad, los acompañan el resto de gente que ya tiene experiencia. Creo que ahí se puede hacer un trabajo bastante fuerte para ir generando las alianzas, pero también para seguir el proceso de formación.

En el tema concreto de la defensa, lo estoy viendo así y, también desde la municipalidad, ir trabajando los procesos de formación. Hay que seguir con los procesos de formación, el día de hoy discutimos eso con los compañeros que están participando electoralmente y decían “¿cómo vamos a seguir con el proceso de formación de defensa del territorio?”. En experiencias anteriores, hubo un constante trabajo de formación para las comunidades desde las diferentes organizaciones que estaban aquí en el territorio y eso facilitó tomar las decisiones de los diferentes proyectos. Por ejemplo, la instalación de los postes de alta tensión, uno decía: “sí, yo recuerdo que nos unimos la aldea tal con la aldea tal y suscribimos actas en donde dijimos no queremos y por eso no pasó, porque sí fue una gran lucha de casi todas las comunidades”. Esa es la formación permanente que requieren las comunidades y la municipalidad también puede aportar.

Creo que mi trabajo va a ser grande; ir fortaleciendo esa parte, pero, sobre todo, ser el aliado para ir consolidando, en el territorio, los gobiernos locales para el territorio. Por ahí estoy viendo mi participación, aparte de trabajar, seguir en la lucha para las mujeres; ahí es un trabajo permanente que hay que hacer.

SB: Y con toda tu experiencia, ¿qué significa pasar a la lucha electoral?

AP: Fue muy complejo porque, por un lado, en años anteriores yo decía: “yo no me voy a meter a estos procesos porque es venir a fortalecer un Estado excluyente, racista con su propia dinámica de democracia”. Lo que planteábamos como defensores de la autonomía y la libre determinación era seguir fortaleciendo en lo nuestro sin distraernos en esta otra parte. Yo, al menos, lo tengo claro. Sin embargo, también hay demanda de actores: “¿quién se va a meter?”, y cuestionar: “pero ¿para qué te formaste si al final no vas a asumir la responsabilidad?”, “¿para qué has estado en espacios nacionales, internacionales si al final no te vas a meter?”. Sí, había cuestionamientos, una mezcla de presión, cuestionamientos, opiniones, apoyo y motivación.

Al final, yo dije: “me animo a hacer el ejercicio de participar en las elecciones”, y es la primera vez que participo, que milito también porque no había militado. Yo veía desde afuera la participación de las mujeres, pero ahora que estoy dentro, definitivamente, veo muchas limitaciones para la participación de la mujer, pero también hay fuerzas y actores que acompañan y que están ahí asesorando, opinando.

Entonces, sí siento que hay apertura desde la propia organización que se ha hecho y la propia lucha que hemos hecho. Ha sido un proceso organizativo a nivel local, territorial, que hemos hecho, y siento que ha ayudado. Hay otros actores que conocen el trabajo que he realizado, y eso ayuda. Actores que no conocía y de repente salen y dicen: “con ella vamos, queremos tener a una mujer”. Entonces, sí, sentí una carga bien fuerte o, tal vez, más que carga, es una responsabilidad. Al final, siempre hay… pues sí, el trabajo que hemos acumulado va creando, de alguna manera, responsabilidades comunitarias y sociales.

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