Recientemente una pareja norteamericana intentó traficar piezas arqueológicas y también se encontró una pintura de la época colonial en una residencia privada que fue robada en 2014. Estos son dos ejemplos del saqueo del patrimonio cultural en Guatemala, una práctica que se acrecentó en los siglos XIX y XX. Los bienes culturales se encuentran en museos, colecciones privadas o en manos de particulares cuando en teoría su resguardo corresponde al Estado y son patrimonio de las y los guatemaltecos.
Por Regina Pérez
Guatemala es un país considerado como un sitio arqueológico con vestigios de varias culturas prehispánicas que habitaron el territorio en diferentes épocas. En cualquier lugar que se excave, ya sea Petén, la Costa Sur o el Altiplano, se pueden encontrar las huellas de estas sociedades que dan forma e identidad a la historia de la población guatemalteca.
Estos bienes que forman parte del patrimonio cultural de Guatemala son codiciados tanto a nivel internacional como dentro del país donde la práctica del saqueo en sitios y ciudades mayas acrecentó desde el siglo XIX y XX, principalmente en la época del conflicto armado, según arqueólogos consultados.
En Petén, el saqueo destructivo fue notorio en la segunda mitad del Siglo XX y en la Costa Sur, con el desarrollo de las fincas y latifundios, también hubo mucha destrucción en busca de piezas arqueológicas, aseguran. Las formas de apropiarse de los bienes culturales son diversas, algunas veces se trata de hallazgos fortuitos, como cuando alguna persona realiza trabajos de construcción en su vivienda y se encuentra con las piezas arqueológicas y las resguarda.
Algunas personas vinculan los hallazgos con su espiritualidad, algo muy característico en las tierras altas, donde incluso les hacen un altar. Esta es una práctica de pueblos indígenas, que buscan agradecer y honrar a sus antepasados, según la arqueóloga Belén Méndez Bauer.
En marzo de 2022, en San José Chacayá, dos agricultores que preparaban su terreno para sembrar papa encontraron la figura de una mujer que está de rodillas y los brazos en el pecho. Para los campesinos del lugar, esto es una reliquia sagrada que es parte de su cultura y sus orígenes.
El tráfico de bienes que son parte del patrimonio cultural no es un problema nuevo, pero se visibiliza cada vez que ocurre un hecho mediático. Cada año las piezas aparecen en colecciones, casas de subasta e incluso en museos internacionales.
El caso más reciente ocurrió el 11 de noviembre de 2022, cuando la estadounidense Stephanie Jolluck, fue detenida en el Aeropuerto Internacional La Aurora, por intentar trasladar dos piezas arqueológicas fuera del país. Jolluck, quien es una fotógrafa radicada en la Antigua Guatemala, enfrenta un proceso judicial por tráfico de tesoros nacionales, pero fue dejada en libertad con medida sustitutiva.
Sin embargo, el 14 de noviembre nuevamente fue capturada, esta vez con su esposo Giorgio Salvador Rossilli, también estadounidense, cuando transportaban 166 piezas que, según un arqueólogo de la Dirección General de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura, el 90 por ciento de ellas eran auténticas.
Ambos enfrentan la justicia guatemalteca, por el delito de atentado contra el patrimonio natural y cultural de la nación. Pese a que el Ministerio Público (MP) solicitó prisión preventiva para ambos, una jueza los benefició con arresto domiciliario.
El 17 de noviembre, la policía y el MP allanaron la vivienda de Jolluck y localizaron 1 222 piezas arqueológicas de diversos tamaños. De estas, 722 eran de jade y basalto y 500 de pequeñas dimensiones.
La información proporcionada por el Ministerio de Cultura y Deportes dice que estas piezas arqueológicas procedían de la Costa Sur y el altiplano guatemalteco y, con más de 3 mil años de historia.
La comercialización de las piezas se puede dar de diversas formas. En 2021, Guatemala reclamó 12 piezas arqueológicas que iban a ser subastadas por la casa Articurial, en Francia. Mientras que en Londres Christie’s, subastó 10 piezas provenientes de Guatemala.
En 2021 el país recuperó el fragmento de la Estela 9, de Piedras Negras, en Petén, que iba a ser subastado en Francia en septiembre de 2019 y que había desaparecido del sitio arqueológico en 1960, según la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
La coleccionista privada Manichak Aurance entregó el fragmento que muestra la parte superior del suntuoso tocado de un antiguo gobernante de Piedras Negras, que accedió al trono en el año 729 de nuestra era. El fragmento representa al gobernante con una enagua de jade que lleva el dios del maíz, según la información de la UNESCO.
En residencias y museos privados también hay varios objetos del patrimonio cultural que han llegado ahí, siendo sacados de su entorno. La arqueóloga Laura Gámez, de la Asociación Guatemalteca de Arqueología, indicó que el contexto es muy importante, porque no se trata únicamente de conservar las piezas en una colección, puesto que estas ya salieron de su contexto original y la información de su entorno se pierde.
Una vez destruido el contexto y sacan las piezas, ya nunca vamos a saber más. Hay muchos conocimientos que se generan cuando podemos recuperar las piezas en su lugar original, explicó.
Un problema difícil de cuantificar
¿Cuál es la magnitud de este problema? Las y los arqueólogos consultados responden que es difícil cuantificarlo, porque no existen estadísticas. Lo que sí se puede asegurar es que hay una gran cantidad de piezas que están fuera del control del Estado y otras que están en propiedad privada lo cual no es necesariamente ilegal, según Gámez.
El Dr. guatemalteco Carlos Morales-Aguilar, investigador de la Universidad de Texas, en Austin, Estados Unidos, dijo que no se puede cuantificar las piezas arqueológicas que se trafican en el país, porque es parte de un mercado negro que tiene sus ramas a nivel internacional. Al existir esta red de tráfico ilícito, se facilitan los medios y mecanismos para exportar las piezas, que no son solo de la época prehispánica, sino de la época colonial, republicana y de cultura material actual.
Hay varios ejemplos de obras que pertenecen a otras épocas que también han sido saqueadas. El pasado 19 de enero, el Ministerio Público confirmó la autenticidad de la obra, “La Oración del Huerto”, del pintor Tomás Merlo (1694-1739) que fue robada en 2014 en la iglesia El Calvario, en Antigua Guatemala. La Pintura fue encontrada en una casa particular en la carretera a El Salvador el 11 de enero en un allanamiento que las autoridades hicieron por denuncias de robos en viviendas.
Morales-Aguilar dijo que hay un mercado establecido, porque hay consumo y demanda en el extranjero y se trata de una práctica que comenzó a fortalecerse durante el Conflicto Armado Interno (CAI) que atravesó el país. El expolio cultural, a decir del investigador, es una actividad “normal” que se da en medio los conflictos armados.
El Colectivo por la Defensa del Patrimonio Guatemalteco, un grupo integrado por personas expertas en la protección del patrimonio señaló que la cadena del tráfico ilícito comienza en los sitios arqueológicos. En el caso de los ciudadanos estadounidenses detenidos con cientos de piezas en su poder, formarían parte de esta red de intermediarios que mueven las piezas hasta llegar al coleccionista o incluso a instituciones que las compran.
El Colectivo indica que este tráfico se rige por las reglas del mercado. “Si no hay demanda no hay oferta y el ciclo se retroalimenta. Si no existieran las personas que compran las piezas, actividad completamente penada por la ley, no existirían quienes las mueven para ofrecerlas”, señalaron en respuesta a un correo electrónico que envió Prensa Comunitaria.
Para la arqueóloga Gámez, es difícil de cuantificar el valor de las obras, porque son patrimonio de la población de Guatemala y son invaluables. Su valía no es monetaria, aunque por supuesto hay coleccionistas que se la ponen. Y si bien hay piezas que resaltan por su contenido simbólico y estético, el valor de estas para la Nación es incalculable y por eso el Estado debe protegerlos, señaló.
Todo el país es un sitio arqueológico
Según datos del Ministerio de Cultura, en Guatemala hay 2 754 sitios arqueológicos y se estima que 2 500 más no están registrados. Su cuidado le corresponde a dicha cartera, por medio de la Dirección General del Patrimonio Cultural y Natural que tiene bajo su cargo al Instituto de Antropología e Historia (IDAEH).
En el IDAEH está el Departamento de Registro donde las personas guatemaltecas o residentes en el país que tengan bienes culturales deben registrarlas, ya que están bajo el resguardo y protección estatal, aunque estén en propiedad privada.
Según el arqueólogo Víctor Mendoza, el territorio nacional es un sitio arqueológico donde hay vestigios de muchas culturas y, que donde quiera que se excave se pueden encontrar. Por su valor histórico, el saqueo de piezas arqueológicas creció muchísimo en el siglo XIX y se incrementó durante la guerra interna.
No obstante, Mendoza indicó que existe mucho desconocimiento de la población sobre la legislación que protege el patrimonio. Las personas pueden ser dueñas del terreno, pero no del subsuelo donde comúnmente se encuentran los sitios prehispánicos, a una profundidad que va de unos 50 centímetros a 4 metros, dijo el arqueólogo.
Si bien una persona que encuentra una pieza arqueológica puede ser poseedora de la misma y registrarla debidamente, eso le impide vender y heredar el bien debido a la legislación que existe y que la protege.
La arqueóloga Gámez indicó que es responsabilidad del Estado darle seguimiento al movimiento de las piezas y si alguien quisiera donarla, tendría que reportarla.
En la actualidad, con las leyes de protección del patrimonio, el saqueo ya no es tan evidente y sistemático, pero continúa, anotó.
Coleccionistas a nivel internacional pero también nacional
Si bien el saqueo de los bienes culturales del país es una práctica que viene desde hace mucho y en el que están involucradas redes internacionales de tráfico, la arqueóloga Belén Méndez Bauer dijo que a nivel nacional también hay casos en el que personas individuales lucran con el patrimonio cultural guatemalteco.
Méndez Bauer señala que gran parte de la colección del museo Popol Vuh, de la Universidad Francisco Marroquín (UFM), es producto del saqueo. “Las fichas lo único que dicen es que proviene de las tierras altas y tierras bajas, pero no tienen un contexto de dónde vienen exactamente, porque no se sabe”, indicó la arqueóloga.
Para la experta, esto se debe a que no son piezas de excavación arqueológica, sino piezas de saqueo. Entonces, estas aparecen sin contexto.
Otro ejemplo que pone es el de la Fundación Ruta Maya, del empresario Fernando Paiz, quien desde hace una década tenía la intención de construir un Museo Maya de América, en el Mercado de Artesanías de la zona 13. Su colección, según la arqueóloga, consta de piezas arqueológicas que son producto del saqueo. La intención, aseguró, era construir un Museo y mezclar la colección del Museo Nacional de Arqueología con la Colección de la Ruta Maya.
Este proyecto, más bien iba dirigido a la privatización del Museo Nacional de Arqueología, aunque eso no era posible, ya que se trata de bienes del patrimonio cultural. Hasta la fecha esto no se concretó.
Otro tipo de privatización podría ser el proyecto de ley para el Rescate del Patrimonio Prehispánico, iniciativa 5293, impulsado por el actual ministro de Cultura, Felipe Aguilar, que ha recibido oposición de sectores académicos y guías espirituales, por considerar que la intención es comercializar los lugares sagrados, con la intervención del sector privado.
La iniciativa levantó todo tipo de dudas en pueblos indígenas y de guías espirituales o Ajq’ijab’ que pidieron que se retirara el proyecto de la agenda del Congreso.
Durante la administración de Aguilar también causó polémica el traslado de dos piezas protegidas por el Acuerdo Ministerial 721-2003, el Trono 1 y el Dintel de Piedras, que salieron del país hacia el Museo Metropolitano de Nueva York (MET) con la excusa de ser restauradas.
De acuerdo con el Colectivo Defensa del Patrimonio, dicho acuerdo no permitía que las piezas fueran exhibidas fuera de su museo original ni dentro ni fuera de Guatemala, por el valor que tienen como obras maestras y para protegerlas de cualquier riesgo al moverlas.
“Lamentablemente encontraron la laguna legal y se planteó la excusa de que salían a ser restauradas. Luego, recientemente ya están siendo exhibidas en el extranjero, en el Museo MET de Nueva York, sacándolas de su protección a través de otro acuerdo ministerial por mero capricho de lograr exhibirlas en el extranjero”, respondió el Colectivo en un correo electrónico.
Según los expertos, se prefirió la osadía de ponerlas en riesgo a continuar con la protección que fue creada por otra administración más responsable en 2003. “Este caso demuestra que el cuidado del patrimonio cultural nacional no es una prioridad para este Ministerio de Cultura y Deportes que maneja a su antojo las leyes que se crearon para proteger los bienes culturales”, afirmaron.
Precariedad en las instituciones responsables de resguardar el patrimonio
Los arqueólogos consultados también señalaron que existe una debilidad institucional para proteger el patrimonio cultural. El Colectivo por la Defensa del Patrimonio señala que a pesar de que existe información sobre este problema, se necesitan campañas fuertes de información sobre qué constituyen los delitos de tráfico ilícito y sobre todo un esfuerzo grande para implementar y aplicar estas leyes, perseguir e investigar los casos hasta llegar a los compradores.
Guatemala cuenta con una Ley de Protección al Patrimonio Cultural, aprobada en 1997, que aborda las sanciones para las ilegalidades que se cometen en contra de los bienes culturales pero que no ha sido difundida, según el arqueólogo Víctor Mendoza, quien dijo que el Ministerio de Cultura es una de las carteras con menos asignación presupuestaria en comparación a otros ministerios.
Eso se refleja no solo el descuido del resguardo de las piezas, sino que los sitios arqueológicos están en abandono, al igual que los museos, dijo Mendoza.
El Museo Nacional de Arqueología, que resguarda las piezas más valiosas está cerrado desde 2021 y en noviembre de 2022 el Museo Nacional de Arte Moderno, Carlos Mérida, también cerró debido a un colapso del sistema hidráulico.
En el caso del Museo Nacional las piezas que están bajo su resguardo se trasladaron al Museo Nacional de Arte de Guatemala (MUNAG) ubicado en Antigua Guatemala.
Según Morales-Aguilar, la inversión en protección del patrimonio cultural en Guatemala es precario y se debe comenzar ahí para capacitar a las comunidades, contratar gente local y concientizar a la población sobre el patrimonio y recalcar que si se infringe la ley hay consecuencias.
Pero también se trata de voluntad política, todo lo que se debe aprobar como el presupuesto pasa por el Congreso, ahí la lucha también es política, dijo.
Además del vacío institucional, también se trata de un problema cultural. La arqueóloga Méndez Bauer considera que el problema del tráfico ilícito es algo que nunca va a desaparecer porque siempre se están viendo estos bienes como tesoros sin darles su valor histórico, patrimonial o identitario y más bien se le da un valor monetario. “Y mientras nuestra mentalidad no cambie, no va a cambiar la situación del saqueo y del tráfico de piezas”, concluyó.