Por Amílcar Morales y José Francisco Murcia
En Oquen centro, Jocotán, Chiquimula, al Oriente de Guatemala, se fabrica un tipo de artesanía conocida como petate, una especie de alfombra que también puede ser usada como colchón, cuya materia prima se extrae de la planta conocida como palma de tule, una fibra natural que sirve para realizar un tejido de forma cuadrangular.
Las mujeres, sobre todo las adultas mayores de esa comunidad, son las principales artesanas. Para venderlos deben recorrer a pie una hora y media de camino, desde su comunidad a Jocotán.
La labor artesanal del petate es un trabajo poco valorado. Según Juana López García, de 85 años, por un petate pequeño que le lleva dos días de trabajo, como para la cama de una niña o niño, recibe 10 quetzales.
Para la artesana, mientras la canasta básica tiene precios muy altos, los hombres y mujeres que viven de lo que puedan conseguir día a día como ella, no les alcanza con lo que logra ganar.
En muchas regiones del país, les pagan unos 30 quetzales por un jornal de trabajo de seis de mañana a cuatro de la tarde y las mujeres tienen que tejer petates, que les lleva entre tres a cuatro días y hasta una semana, para que les paguen alrededor 25 quetzales por cada pieza.
Comprar directamente a las y los artesanos no solo ayuda a su economía y subsistencia, también estimula la conservación de los conocimientos artísticos comunitarios de la región Ch’orti’ que también son heredados a sus hijos, hijas, nietos y nietas.