Por Elías Oxom
Alta Verapaz, el segundo departamento más poblado de Guatemala, tiene la tasa más baja de vacunación y según autoridades indígenas y funcionarios de Salud, la resistencia de la población para vacunarse se debe a la falta de información en idioma materno, a la desconfianza de las personas en el sistema de salud, a la influencia que algunas religiones han tenido en la feligresía y a la ausencia de un proceso ordenado de las autoridades municipales y nacionales que expliquen la importancia de la vacuna contra la COVID-19.
Con 1 millón 215 mil 38 habitantes, según el Censo Nacional de Población y Vivienda realizado en 2018, con la pandemia de coronavirus en Alta Verapaz se agudizaron los problemas sociales que afectan a la población, entre estos destacan las malas condiciones de los servicios de salud.
Según el tablero COVID-19 del Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social (MSPAS), este departamento ha registrado, desde el comienzo de la pandemia, 18 mil 99 casos, con 249 fallecidos, 249 fallecidos y total de 84 casos activos hasta la fecha.
Cuando empezó la vacunación contra la COVID-19, a principios de agosto, en algunas comunidades de Alta Verapaz la población se organizó para no recibir las vacunas, porque había mucho miedo y desinformación, al extremo de que en algunas comunidades levantaron actas en dónde indicaban que nadie de la comunidad iba a ser vacunado, pese a que el semáforo de alertas del MSPAS colocaba al departamento en alerta roja.
Desde los últimos meses, la población del departamento cumple muy poco con las medidas sanitarias recomendadas y se ha podido observar que no utilizan mascarillas, tampoco gel antibacterial, ni con el distanciamiento social.
Según el MSPAS, a finales de octubre se habían administrado 304 mil 076 dosis de vacunas contra la COVID-19 a nivel nacional.
Agresiones al personal de salud
Los conflictos entre la población y el personal de salud por la falta de información han desatado agresiones, rechazo a las vacunas y al uso de las mascarillas.
Uno de los primeros incidentes ocurrió el 4 de octubre, en la aldea Maguilá I, Fray Bartolomé de las Casas, Alta Verapaz, cuando fueron agredidos varios trabajadores de salud de parte de pobladores que se oponían a las vacunas contra la COVID-19, destruyendo los termos en los que se transportaba el biológico y reteniendo a 15 enfermeros durante unas 7 horas, según confirmó Eliú Mazariegos, director general del Sistema Integral de Atención en Salud.
Un segundo incidente ocurrió el 15 de octubre, en la aldea Yalcobé, San Pedro Carchá, Alta Verapaz, lugar en donde fueron retenidos por más de 5 horas los trabajadores de salud, además fueron amenazados con arma blanca y expulsados sin su equipo.
Las comunidades nunca fueron informadas sobre la vacuna
Mario Quim, de origen maya Q’eqchi’, dijo a Prensa Comunitaria, sobre esas agresiones y la situación de la vacunación en esa región del país, que las comunidades nunca fueron informadas sobre la vacuna, para qué sirve o cuáles son los efectos secundarios.
Quim agrega que la población ha dicho que nunca se les informó sobre sus derechos a recibir o no la vacuna, porque no es obligatoria.
Pese a todo, Quim se vacunó contra la COVID-19 y comparte su experiencia para que más personas puedan conocerla.
“Muchos hemos recibido las vacunas, nos ha dado fiebre, pero no hemos fallecido, y hemos estado comentando a los niños y las personas sobre la experiencia sobre la vacuna, entre más personas reciban es mejor para la comunidad”, indicó Quim.
Para Quim, hay comunidades que dejaron por escrito que no querían la vacuna, pero considera que hubo un error de parte del personal de salud, que teniendo conocimiento de la falta de información, viajaron para a aplicar las vacunas.
“Había algo que la comunidad había informado previamente, lo que se puede constatar es que fueron a provocar a los pobladores de la localidad, porque la vacuna es voluntaria, no obligatoria”, indicó.
Desconfianza en el Ministerio de Salud
Quim resalta que la gente no cree en el personal de salud porque no está claro el sistema. El MSPAS, a su criterio, se equivoca al informar y cuando proporciona datos lo hace de forma muy atrasada, por ejemplo, con el semáforo de alertas proporcionan datos fuera de tiempo o cuando las personas llegan a pedir medicamentos en el centro de salud no hay.
“No hay información ordenada, al parecer todos quieren mandar en el Ministerio de Salud, se mete el ejército, se mete el alcalde y hasta el presidente anda aplicando vacunas, algo en donde no tiene nada que ver”, indicó.
Quim también indicó que con el tema de mascarillas debería ser una obligación, pero en las comunidades es algo que no se cumple, y las medidas sanitarias son simples, usarla, lavarse las manos y el distanciamiento, pero la gente dejó de creer en la pandemia.
De la misma manera Quim comentó que las autoridades no valoran los conocimientos ancestrales, no se cree en las medicinas naturales, ya nadie está cultivando esas medicinas, como el jengibre, el té de limón y el ajo.
“Hay personas que utilizaron estos remedios para evitar que se enfermaran y les ha funcionado, pero es algo que tampoco reconoce el Ministerio de Salud”, indicó.
Para Rodrigo Chub, autoridad ancestral Q’eqchi’, este problema es del presidente, porque no está haciendo bien su trabajo.
“Las personas están molestas con el presidente, no creen lo que dice y esto es parte del sistema que nunca ha funcionado, hay mucho dinero que no se ha sabido manejar, muchos han fallecido, por eso es que las personas están molestas”, comentó.
Chub indicó que los conocimientos ancestrales sobre la medicina natural no son reconocidos plenamente por el Estado.
“El Estado ayuda a los empresarios, a los que tienen mucho dinero. Nuestros conocimientos nunca son tomados en cuenta, pero nuestros hermanos Q’eqchi’ se defendieron con limón, jengibre, ajo y miel antes de que se enfermaran, pero esto nunca va a ser tomado en cuenta, sabemos curarnos como pueblos. Está en ley la promoción y reconocimiento de todos estos conocimientos, pero el Estado nunca cumple”, expresó Chub.
Hay mucha desinformación sobre la vacuna
Carlos Humberto Caal, trabajador de salud en la región de Campur, San Pedro Carchá compartió un comentario desde su perfil en la red social Facebook, sobre el video de un pastor y cantante evangélico, en el que decía que los enfermeros del centro de salud “son los ángeles del diablo”; sobre ese mensaje, Caal indicó: “duele escuchar la furia que descarga este supuesto pastor y cantante Juan Xol, hacia los que han salvado vidas durante décadas, en condiciones precarias y arriesgando sus propias vidas”, escribió.
El trabajador de salud indicó que en Campur se ha vacunado a un 15% de la población, un porcentaje bastante bajo, pero resaltó que han notado que muchas personas han incrementado la afluencia. En ese lugar se está aplicando actualmente la vacuna Moderna.
Caal dijo que hay mucha desinformación, y agregó que corrió el rumor que la vacuna mataba y por eso la gente tiene miedo de vacunarse. Además, dice que muchas personas decían que en la primera vacuna no les pasó nada, pero en la segunda dosis tenían más síntomas y por eso la gente cree que podría morir.
“Estos mensajes fueron divulgados por las redes sociales, la noticia mala es la que llega primero. También hay malos líderes que influencian a las personas”, concluyó.
Eduardo Macz, un trabajador del Ministerio de Salud en el área de Alta Verapaz, indicó que las personas tienen miedo a la vacuna contra la COVID-19, porque el Gobierno no ha buscado estrategias concretas y cercanas a las vivencias de las personas, y que no promovieron mensajes en el idioma local.
“Se ha hecho un poco, pero no es como se debería ser, con publicaciones solo en redes sociales, no hay campañas de difusión en los canales de televisión, eso explica parcialmente porque las personas desconocen la importancia de la vacuna, desconocen qué contiene la vacuna, dónde y cómo se está fabricando, no saben para qué sirve. Desde que comenzó la vacunación hay mucha desinformación a través de videos y audios que circulan en redes sociales y muchas veces esta información no se sabe la fuente, y tampoco quienes están detrás de estas publicaciones y la gente lo cree”, agregó el entrevistado.
Macz dijo que aunque hay mucho dinero para la difusión, nunca se hizo nada al respecto, y ellos como personal de salud, no se dan abasto para hacer todo este trabajo por muchos compromisos que, además de la pandemia, deben asumir.
El salubrista refiere que existe una parte de la población que no confía en el ministerio de Salud. “Esto nos ha costado a nosotros como personal de salud, aunque no somos los culpables, no se manejó adecuadamente la pandemia, no se brindó educación, no se hizo promoción suficiente en todos los medios, se ha hecho muy poco al respecto, la gente no cree en el personal, y nosotros hemos sufrido, recibido amenazas, discriminación y hasta hay familias que nos odian”, lamentó.
No obstante, reiteró: “es nuestro trabajo, hacemos lo que podemos y dejamos en la manos del creador por cualquier cosas que pase, pero es una gran irresponsabilidad por parte del gobierno central, porque dinero hay en cantidades considerables para poder manejar adecuadamente la pandemia, por tanta corrupción me imagino que ahí se ha invertido todo ese dinero”, resaltó.
Según Macz, hay padres y madres de familia que se han negado a recibir las vacunas que normalmente los niños reciben en el nivel de atención primario y que son necesarias para combatir otras enfermedades como el sarampión.
“Piensan que viene modificada, piensan que es vacuna para contraer la COVID-19, porque no han tenido acceso a la información, pero nosotros hemos hecho todo lo posible para informar, incluso en la ambulancia informamos la importancia de las vacunas”, concluyó.
El trabajador de salud resaltó que necesitan el apoyo de los líderes de cada comunidad para la promoción, la educación y que hablen con su comunidad, porque cumplen un papel muy importante en cada región y más en el tema de la salud, por ejemplo, las comadronas, los miembros del Consejos Comunitarios de Desarrollo, la comisión de salud, entre otros son los que deberían de estar bien informados.