Por Ely Xiloj [1]
En estas semanas estamos publicando una serie de textos, escritos por los estudiantes inscritos al primer Ciclo del Diplomado Pueblos Indígenas y Política en Guatemala, organizado entre Prensa Comunitaria, la Fundación María y Antonio Goubaud y la Escuela de Ciencia Política de la USAC. Pensamos las reflexiones de estos estudiantes son un aporte a la discusión necesaria ahora en Guatemala sobre su futuro y el lugar de los pueblos indígenas en él
Pertenecer al pueblo indígena Maya no es menor, en un sistema imperante de dominación que ha buscado aniquilarnos, al contrario, es una fuerza que hoy toma voz propia, y que nos permite poner en palabras nuestras reflexiones como parte de esta colectividad llamada Guatemala. Hoy alzamos la voz ancianos, mujeres y hombres, niños y jóvenes, y nos cuestionamos estos despojos que han herido profundamente nuestras subjetividades colectivas.
Sin embargo, seguimos compartiendo los diferentes pueblos un mismo territorio, y como expresa el libro sagrado de los K´iche´ el Popol Vuh, en el día del establecimiento de los pueblos:
“Habló Tohil, dándoles dirección y palabra, las palabras fueron: aquí será nuestra patria, nosotros somos suyos y así es grande nuestra dicha y grandeza por todos los pueblos. Suyos son todos los pueblos, y nosotros los compañeros de ustedes en el camino” (Estrada, 2010: 121)
Estas tierras fueron herencia de hombres y mujeres que creían en el dialogo con la naturaleza, los astros, los seres no humanos, y que tenían una estrecha comunicación con aquellos que partían al otro lado de la vida, pero que seguían ahora de manera más presente atravesando los espacios tiempos.
La pluriculturalidad de este territorio es la riqueza de este país. Así mismo, hacia dentro de los pueblos Mayas, su riqueza sigue siendo esta forma plural de vivirse, por eso se delibera permanentemente en las comunidades. Donde las formas de vivirse no son iguales, puesto que hacia dentro de los territorios son comunes los conflictos por mojones, las diferentes religiones a las que se pertenece, o las diferentes modas que atrapan a los más jóvenes. Sin embargo, seguimos siendo Kawinaq, nuestra gente. Este concepto profundo refleja la vida en comunidad, que refiere el arraigo a aquello que los vincula: el territorio.
La comunidad como espacio de pluralidad
Para acercarnos a esto llamado comunidad es necesario evitar enfoques funcionalistas, para analizarla desde miradas que permitan su comprensión compleja. Flores Osorio (2014) señala al respecto de comunidad:
Es el espacio-tiempo en donde convergen los comunitarios para constituirse en interpelantes; la comunidad se concreta en la dinámica generada por la diferencia y se caracteriza por estar constituida por oprimidos que al asumir conciencia de su condición inician el camino hacia la liberación. (p.76)
Pero esta pluralidad no les separa más bien es necesaria. Leyendo a Gladys Tzul, acerca de los sistemas de gobierno comunal, se logra comprender esta complejidad de la vida comunitaria. Expone la autora:
“Los sistemas de gobierno comunal indígena son plurales tramas de hombres y mujeres que crean relaciones histórico-sociales que tienen cuerpo, fuerza y contenido en un espacio concreto: territorios comunales que producen estructuras de gobierno para compartir, defender y recuperar los medios materiales de reproducción de la vida humana y de animales domésticos y no domésticos”. (Tzul, 2018: 128)
Asimismo, la autora agrega que los sistemas de gobierno comunal pueden ser entendidos desde el ámbito de la reproducción de la vida, esta entendida como:
“Los múltiples espacios donde se producen y reproducen los alimentos, donde se cuidad, se capta, y se usa el agua, donde se genera y se gestiona la vida cotidiana, se crían a las nuevas generaciones y se dota de sentido a la existencia, puntualizo que gran parte de este trabajo colectivo es realizado por mujeres, de tal manera que es el trabajo de las mujeres una fuerza nuclear en el despliegue de los sistemas de gobierno”. (Tzul, 2014: sin página)
Es decir, las comunidades se articulan a través de sus sistemas de gobierno comunal indígena, que les permite la reproducción de la vida, como el agua, los caminos el territorio, el bosque, los alimentos, (Tzul, 2014), y aunque no son las únicas estrategias para garantizar la reproducción de la vida, a través de este sistema político se explican las resistencias, levantamientos o luchas contra la dominación en la historia de este país.
La centralidad de la comunidad en la vida política nos permite comprender que se está frente a un sistema completamente contrario al sistema liberal que impera en el estado criollo guatemalteco. De ahí que el diálogo ha sido inexistente e improbable de parte de la institucionalidad e incluso desde la misma academia.
Cuando se plantea la posibilidad de un diálogo, se exige de entrada contar con una ontología y una episteme que permitan la horizontalidad. Lamentablemente, pocos son los espacios para permitir el mismo, puesto que por lo general los espacios políticos, educativos, o académicos lejos están de vincularnos con nuestras emociones, más bien se nos alejan de ellos porque no son objetivos, y por ende no se enseña a reconocer al otro diferente en la complejidad de sus emociones, sentimientos, pensamientos y acciones. Nombro a este Otro no para minimizarlo sino con la intención de visualizarlo en la negación donde ha sido colocado, a través de mecanismos de racismo estructural que viven los pueblos indígenas.
Si se logra escapar de esta mirada históricamente racista, es posible no solo entablar un diálogo pasajero o coyuntural sino permanente, enfatizado en principios que las comunidades albergan en el seno de ellas, en su propia vida en comunidad.
El diálogo pendiente con las comunidades
Se insiste en el dialogo desde diferentes espacios como la academia o el trabajo con comunidades, precisamente porque no existe, si existiera no seria necesario insistir en él. He estado inmersa durante años en el trabajo comunitario y hoy en el espacio de la academia, y en lo que siempre termino concluyendo es en esta falta de dialogo horizontal. Creo que por eso insisto, porque solamente así, amarrando la teoría y la práctica, podremos apuntar hacia una praxis transformadora, que primero nos transforme a nosotros mismos. Esta transformación pese a que seamos parte de una comunidad, y hayamos vivido en ella. Como profesora indígena en una universidad en el occidente del país, donde la población estudiantil mayoritariamente es indígena, he comprobado que el despojo de esta herencia ancestral ha sido trastocado, el avergonzamiento, el rechazo e inclusive la negación son parte de los discursos incrustados en la subjetividad de las y los jóvenes.
Para Martín Baró las universidades al servicio de este sistema reproducen el racismo a través de dos mecanismos sutiles: la penetración cultural y el mandarinismo tecnocrático:
“Por penetración cultural entiendo todas aquellas actividades universitarias en las que, frente a nuestra realidad, se emplean esquemas de comprensión, planteamientos, enfoques, sistemas y soluciones ajenos que, de una forma acrítica, consagran nuestra situación de dependencia histórico-estructural. Con la tecnocracia entiendo esa forma social en la cual una sociedad industrial alcanza la cumbre de su integración organizativa; en ella todo aspira a ser puramente técnico, todo está sujeto a un tratamiento profesional. Por mandarinismo entiendo la consagración de un status social mantenedor de una serie de poderes que lo separan, distinguen y ponen por encima del resto de la sociedad. Para nuestro caso, el mandarinismo sería el de los técnicos (Martín Baró, 1974: 767-768).
De igual forma, para Pierre Bourdieu (2005) este racismo sutil que pocas veces logramos identificar en las universidades provoca que la dominación reproduzca un orden social al que los dominados solamente nos adherimos, sin conciencia. Esto porque efectivamente el sistema educativo ha anulado el pensamiento crítico.
Dentro de este espacio universitario me he topado con diferentes expresiones de racismo, no solo a nivel estructural sino cotidiano, ese racismo que denigra, humilla y relega al silencio a quienes por ser diferentes se les invisibiliza. Aun pese a estas pocas oportunidades dentro de este espacio, he construido estrategias que llevan a cuestionar al estudiante los conocimientos que se adquieren.
He evidenciado el avance en los jóvenes de cuando comienzan a escribir sus primeros ensayos con pensamiento crítico, cuestionando el saber hegemónico aprendido y el poder que se les inviste desde estos espacios. Entre las lecturas de documentos críticos, discusiones, consensos y disensos, se provoca un espacio diferente de enseñanza aprendizaje. Se han realizado acercamientos vivenciales a las comunidades rurales e indígena del occidente guatemalteco, y se estimulan investigaciones desde metodologías diferentes, desde donde se nos invita a entablar un diálogo horizontal. Sin buscar idealizar estos espacios, también me he encontrado con mentes brillantes que no logran equiparar sus posturas teóricas con la realidad de las comunidades, en este dialogo horizontal, es más sencillo dar crédito a sus teorías que a las acciones colectivas de resistencia de las comunidades. Estos futuros profesionales serán los que en su momento realizarán trabajo comunitario, y donde el continuum de no diálogo seguirá reproduciéndose.
En absoluto es un camino fácil, sino todo lo contrario, pero como nuestras abuelas y abuelos nos enseñaron el Rax Noq´ij´, el reverdecimiento de la vida, que siempre llega después de la lluvia, la vida al reverdecer da frutos, y se comparte con otros. De ahí que cuando caen las primeras lluvias se agradece con el corazón, porque se disfruta con el corazón el fruto de la cosecha. Par (2019)) afirma que para los mayas el pensar está ligado con el sentir, puesto que, para que un pensamiento sea expresado, primero debe sentir por medio del k’u’xaj.[2]
Reflexión final
Considero firmemente posible un conocimiento científico y trabajo comunitario críticos que base sus avances en la apertura a otras epistemologías que construyen conocimiento. La epistemología Mayab puede aportar al cambio social de los sectores excluidos-pauperizados históricamente y de la sociedad guatemalteca en general, si se toma como central su cosmogonía y pensamiento, impregnado en su vida comunitaria. Es posible que nuestro conocimiento Maya´ no quiera ser reconocido por la academia, y que tampoco sea nuestro objetivo, pero lo que parece necesario para un país culturalmente diverso, es buscar mecanismos de acercamiento entre pueblos que nos permitan reproducir este dialogo horizontal que en las comunidades se da, y que en nada es homogéneo sino más bien debe comprender en sus contradicciones y dilemas, pero que son base de la resistencia histórica de los pueblos indígenas.
Referencias bibliográficas
Bourdieu, P. (2005) “El racismo de la inteligencia”. Archipiélago. Cuadernos de crítica de la cultura, num 66. Recuperado de http://sociologiageneral.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/115/2013/06/Pierre-Bourdieu-El-racismo-de-la-inteligencia.pdf
Flores Osorio, J.M. (coordinador) (2014) Repensar la psicología y lo comunitario en América
Latina. Coeditores: Universidad de Tijuana y Centro Latinoamericano de Investigación, Intervención y Atención Psicosocial. México: Sin editorial.
Estrada, A. (2010) Popol Wuj: versión actualizada, basada en los textos quiché, castellano y con anotaciones al manuscrito de fray Francisco Ximénez, o.p. México: Editores Mexicanos Unidos, S.A.
Martín-Baró, I. (1974) Elementos de concientización sociopolítica en los currículos de las universidades. Algunas reflexiones para situar la reflexión. Recuperado de https://www.uca.edu.sv/coleccion-digital-IMB/wp-content/uploads/2015/10/1974ElementosdeconcientizacionsociopoliticaECA1974-29-313_314-765_783.pdf
Par Sapón, M.B. (2019) K´u´xaj. Base del sentir, pensar y actuar de la Cultura Maya K´iche´. Una introducción a las raíces del pensamiento/práctica maya K’iche’.
Tzul Gladys (2018) “Sistemas de gobierno comunal indígena: la organización de la reproducción de la vida”, en Epistemología del Sur. CLACSO. Pp. 385-395
Tzul, Gladys (2014) Sistemas de Gobierno Comunal en Totonicapán: La organización de la reproducción de la vida. Recuperado de https://horizontescomunitarios.wordpress.com/2014/03/21/sistemas-de-gobierno-comunal-en-totonicapan-la-organizacion-de-la-reproduccion-de-la-vida/
[1] Mujer indigena, Maya K´iche´, de convicción docente, mi sueño es una educación descolonizante que permita el reconocimiento de otras formas de mundos diferentes. Todo comienza cuando somos niños-as
[2] En términos generales puede significar corazón, espíritu, centro y energía. El significado puede ampliarse, dependiendo del contexto en el que se emplee o la idea que se quiera expresar. Los otros significados que
puede tener son: esencia de y abundancia de. (Par, 2019, pp. 12)