Por Feliciana Herrera
Desde noviembre del año pasado, la tormenta tropical Eta provocó deslizamientos y derrumbes en la comunidad de Xeukalvitz, Nebaj, Quiché, donde habitan unas 210 familias en 142 casas; para albergar a las personas damnificadas se utilizó una escuela, iglesias locales y hasta un jardín.
Durante la tormenta, se reportó que falleció una mujer y su hijo de 12 años, otras familias lograron salir de sus casas y se pusieron a salvo. Los derrumbes provocados por Eta soterraron dos casas y causaron daños materiales, mientras que la tormenta Iota provocó el colapso de las carreteras y los puentes del río Sumala y el río Xamala; todas las familias perdieron cultivos de café, y en algunos casos, hasta 25 a 40 cuerdas de otros cultivos, en terrenos que quedaron inhabilitados para la siembra, comentó el alcalde Comunitario, Gaspar Hermoso Brito.
Los nacimientos de agua también desaparecieron por los derrumbes, actualmente les abastece un nacimiento de forma provisional, compartido con la comunidad de Xe’ Chulul. Desde la tormenta Eta, varias familias salieron de sus casas y se albergaron con familiares y otros en la escuela de la comunidad, hay algunas familias que tuvieron que desplazarse al pueblo de Nebaj, a vivir con familiares y lograron trasladarse cuando llegaron algunos helicópteros con ayuda.
También las autoridades comentan que por la tormenta Iota tuvieron que albergar a 180 familias en la escuela, 70 familias en el puesto de salud, 60 familias en la iglesia de Dios Viviente y otras familias en la iglesia católica. La población estuvo albergada hasta que pasó la tormenta Iota, unos 20 a 30 días aproximadamente, pero reportaron que hay familias con casas en riesgo que aún siguen con sus vecinos o prestando un espacio para poder vivir.
Jacinto Matom Raymundo, regidor de la comunidad mencionó que hay 180 casas en riesgo con tierras agrietadas y varias familias regresaron a ocuparlas porque no tienen dónde vivir; además, hay 11 casas inhabitables y algunas familias tomaron la decisión de ir a vivir a otra comunidad.
Las vías principales a las comunidades y acceso a sus cultivos se derrumbaron, entre la carretera principal al pueblo desaparecieron 10 caminos que conducen a las comunidades como Trapichitos, Viukalvitz, Xe’Chacaltze, Sumal Grande, Vi’q’ootz, Xe’ chulul, Xe’ Vitz, finca Soledad, Cadena y los caminos que sirven de acceso a sus tierras y cultivos.
Debido a que quedaron incomunicados desde la tormenta Eta, la población no tuvo acceso a alimentos durante la tormenta Iota y varias personas pasaron las noches intentando dormir en los albergues donde les proporcionaron algunas sillas.
Con la ropa y las sábanas mojadas, la población aguardaba mientras la tormenta pasaba y se reestablecía el servicio de energía eléctrica; las niñas y los niños expresaban sentir miedo por lo que estaba sucediendo y algunos días no querían comer, en otras ocasiones solo podían comer una vez al día, porque no tenían alimentos, según relataron las personas albergadas.
El alcalde municipal nunca les respondió y no ha brindado atención a las necesidades de la comunidad, ni a las familias afectadas. Por su cuenta, las autoridades comunitarias y los comités han buscado apoyo, los vecinos y la población también llegó a los centros de acopio que se habilitaron en la cabecera municipal para entregar sus donativos.
El 2 de diciembre se realizó una manifestación donde participaron las autoridades y comités locales, que caminaron para exigir el apoyo en la habilitación del paso, sin embargo, la maquinaria sigue en Sumalito, la primera comunidad a donde llegó, pero aún no hay paso en otras comunidades como Vatz Chocola, y fue hasta finales de diciembre cuando se logró despejar la carretera hasta la comunidad de Xeukalvitz.
Se conoció que algunos helicópteros trasladaron a 3 familias que habían quedado soterradas por los derrumbes y gracias los cuidados que durante siete días les brindó un enfermero en la comunidad lograron sobrevivir, pero se reportó que otras familias también presentaron crisis y traumas, sobre todo las niñas y niños, por el temor de lo sucedido.
Debido a la destrucción de las tuberías y de los nacimientos de agua, la población consumía agua de la lluvia; hace pocos días lograron acceso a agua potable, pero de forma provisional.
Feliciana Gallego Sánchez, de 35 años de edad y con seis hijos, comentó que logró salir de su casa con el apoyo de las autoridades comunitarias, porque un derrumbe destruyó su vivienda, no obstante, cuando se encontraba en la casa que le prestaron para poder albergarse, la tormenta Iota llegó y también provocó nuevos derrumbes que la hicieron evacuar de inmediato junto a sus hijos, no se pudieron llevar nada y perdieron todo, según comentó.
La entrevistada añadió que tiene siete años de vivir en la comunidad a donde se trasladó desde Salquil Grande, junto a su esposo logró comprar en Xeukalvitz pero con la destrucción de las tormentas ahora no tienen un lugar para vivir.
La única opción que le ha quedado a Gallego Sánchez es alquilar, de donde le han pedido que se debe retirar porque no hay garantía para el alquiler, pero no tiene a dónde ir, por lo que solicitó a las autoridades municipales “buscar un espacio para las familias afectadas y así puedan reconstruir nuestras vidas, pero no hay atención”, lamentó.
Por otra parte, Lorenza Cedillo Matóm de 53 años, comentó que deshabitó su casa al momento que cayó un derrumbe en la casa vecina donde una familia quedó soterrada.
“Cuando escuché el ruido del derrumbe todos salieron de la casa, mis niños salieron y se vinieron a topar con el derrumbe; cambiaron de salida, queriendo huir y cuando me di cuenta se había soterrada la casa de la familia de Juana Corío y su esposo Diego Javier”, narró la afectada.
Javier logró sobrevivir junto a su hijo pequeño, pero a Juana la encontraron al tercer día junto a su hijo de 12 años. “No me había percatado del susto, cuando escuché los gritos de una tía bajo la tierra; pedía auxilio y yo gritando a los vecinos por ayuda, lograron rescatarla y al resto de la familia”, añadió la entrevistada.
“Yo salí de la comunidad durante la guerra, pero nací en la comunidad, crecí y regresé después de la guerra. No superaba el miedo y dolor cuando vino la tormenta Iota; mis hijos fueron a buscar comida cuando fue el derrumbe, otra vez me preocupé y no aguantaba el dolor pensando que ellos ya no regresarían” comentó Cedillo.
Francisco Marcos Hermoso de 50 años, también residente de la comunidad, comentó que deshabitó su casa porque está en riesgo “vivía en la casa con seis hijos, en total éramos ocho”, añadió que, debido a un derrumbe en el terreno de unas 60 cuerdas, también se quedaron sin cultivos y ya no podrán sembrar este año.