Texto y fotografías: Juan Calles
Cualquiera sabe que un ejército victorioso gana primero y después entabla la batalla, al menos así pensaba Sun Tzu; el Ejército de Guatemala en el tiempo de la guerra, iracional y violento, se saltó todas las premisas y arrasó con toda la población con furia ciega e inhumana. Después no planteó batalla, se dedicó a saquear las arcas del país. Por eso no hubo batalla, no hubo victoria y no son juzgados como criminales.
Acostumbrados al abuso y a eructar órdenes, se observan molestos y fuera de control, los acusados y sus abogados intentan calmar a los perros de sus ínfulas y personalidad, para no gritar y somatar la mesa, para no levantar el teléfono y ordenar que callen a un par de jueces, algunos periodistas y una decena de defensores de los derechos humanos. Desprovistos de marcialidad y autoridad, los abogados recurren a un litigio hepático y marrullero.
Militares Acusados: la ética no hace parte de su estrategia legal
Desde intimidación y amenazas veladas contra testigos que pidieron mantenerse en el anonimato por miedo a represalias, hasta promover una recusación frívola y destiempo, contra el Juez Pablo Xitumul, se pueden listar las actuaciones poco éticas de la defensa legal de militares.
A opinión de la abogada Rubi Hernández, que fue parte del equipo jurídico en el caso Zepur Zarco “No es delito lo que hicieron los abogados de la defensa al intimidar a esos testigos, no están reguladas esas conductas, sin embargo, es faltar a la ética profesional, los abogados tenemos un código que nos regula, que nos dice como debe ser el ejercicio profesional, en todo caso, los abogados que falten a la ética pueden ser denunciados ante el tribunal de honor.”
Y agrega: “La estrategia maliciosa de las recusaciones lo han hecho en otros casos de justicia transicional, en el caso Zepur Zarco plantearon recusación para retrotraer el proceso hasta el inicio del debate con otros jueces. Plantear recusaciones sin fundamento también genera retrasos en los procesos y desgaste para las víctimas.”
Lo cual resulta paradigmático pues según peritos y expertos el Ejército secuestraba y desaparecía a niños y niñas para desgastar y desmovilizar a quienes consideraban su enemigo, así como sucede con el litigio malicioso.
Un abogado fuera de tiempo ¿Parte de la estrategia?
Juan Orlando García, un abogado que temporalmente forma parte de la barra legal de la defensa, es un jurista particular, encorvado y con apariencia enfermiza, se sienta enfurruñado a escuchar lo que sucede en el juicio.
En las ocasiones en las que ha participado haciendo preguntas a los testigos y peritos se ha mostrado inconexo y fuera de tiempo, en cada intervención pregunta por las acciones de la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG) y sus acciones de guerra, o lanza un sentido discurso sobre la pena que siente al ver a militares sentados en el banquillo de los acusados.
En todas sus intervenciones ha sido llamado al orden y sus intervenciones causan estupor, pena, algunas burlas escondidas, y sobre todo mucha confusión. Presentan a un abogado como el señor García para ser otra parte fallida de la estrategia de la defensa.
Juan Orlando García es un abogado que llegó a sustituir temporalmente al abogado Alejandro Arriaza, a quien se le ha llamado la atención en diferentes ocasiones debido a su comportamiento histriónico y abusivo.
El caso Molina Theissen es un caso emblemático y de alto impacto, es muy importante juzgar los hechos evidenciados en este y otros casos contra militares; evidenciar la violencia sexual como estrategia militar, profanar el cuerpo de las mujeres para controlar al enemigo, la desaparición forzada de niñas y niños para paralizar a la sociedad entera.
La estrategia de los militares es poco ética y maliciosa, la estrategia de quienes buscamos justicia es, debe ser la verdad por sobre todas las cosas.