Por: Patricia Cortez Bendfeldt.
Conozco bien el hospital militar, las razones no vienen al caso.
Sé que fue construido como un hospital de guerra, tiene mejores áreas rojas y quirófanos en la emergencia que el Hospital San Juan de Dios, helipuerto, vigilancia, torretas de observación y mucha área que no está habilitada por la reducción del ejército y porque “ya no estamos en tiempos de guerra”.
Hace años vengo diciendo que se trata del “centro de trauma” que la violenta ciudad de Guatemala necesita, un centro para tratar heridas de bala, accidentes violentos y politraumatismos (solo hay un centro de trauma, el del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social IGSS y está en una zona de difícil acceso).
Sin fijarnos en si el ejército merece o no merece un centro que está utilizado en menos del 50% y que está parcialmente privatizado y “vende” servicios de encamamiento al seguro social (los pacientes no complicados se alojan en el área privada del centro médico militar) tenemos que aceptar que fue construido con fondos estatales (aun cuando lo vendieran parcialmente debido a lo que ustedes saben que pasó con el Instituto de Previsión Militar IPM y los fondos de pensiones de los oficiales del ejército: fueron saqueadas).
La ciudad es víctima de otra guerra, una guerra de pandillas, los recientes ataques y muertes de personal del San Juan de Dios que parecen ser ejecutados por comandos armados hay que replantearse si en realidad, el Ministerio de Gobernación MINGOB y la dirección de presidios no han encontrado una mejor forma de atender las necesidades de salud de los presos.
Dada la falta de control de los centros carcelarios, meter médicos y enfermeras allí sería poner en riesgo sus vidas, así que tiene sentido que se utilice el único hospital que puede repeler un ataque armado y que cuenta con instalaciones que fueron construidas para aguantar bombas y similares.
Dado que ya es privado, el costo de hospitalización debe ser absorbido por presidios. Aun cuando parece una solución cara, e “ideológica” no lo es, es simplemente usar lo que ya está construido para mejorar la atención de ese sector de la población sin poner en riesgo a cientos de personas, estudiantes y público en general.
Incluso se podría generar un ala separada y con acceso exclusivo para los reos, cosa que no se puede en el hospital San Juan de Dios.
Si el ejército en realidad está para servir a la patria, este debe ser quien reciba las balas, porque para eso se enlistan. No el enfermo que acude a su consulta.
Fotografía crédito de la foto: SRC/AFP/JOHAN ORDONEZ. http://www.rcinet.ca