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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 7 minutos

Por Pablo Rangel*

A partir del 14 de enero de 2024, Bernardo Arévalo y su gobierno enfrentarán varios retos internacionales. La mayoría de estos vendrán de la posición geográfica y estratégica de Guatemala, su existencia en el espacio hegemónico de Estados Unidos, los grupos y agendas ideológicas contrarias a su gobierno y las problemáticas internas del país.

Con la intención de explicar estas problemáticas se presentan hechos que hasta este momento perfilan con más peso: la relación de Arévalo con Estados Unidos; la situación de la migración de guatemaltecos a Estados Unidos; la presencia de China en América Latina y Centroamérica; la relación del gobierno de Arévalo con el Socialismo del Siglo XXI y; por último, las agendas antiderechos, su incidencia en el país y los posicionamientos del gobierno de Arévalo frente a los organismos internacionales.

La historia de los Arévalo con Estados Unidos

Existe una tendencia en esta primera mitad del Siglo XXI de establecer coincidencias en ciclos y repeticiones.  Las circunstancias jamás serán las mismas, pero con fines explicativos se puede buscar similitud entre estos momentos históricos.

La política exterior del gobierno de Juan José Arévalo Bermejo (1945 –1951), encajó en un principio con la visión de Franklin D. Roosevelt sobre el panamericanismo y la fugaz política norteamericana del Buen Vecino, que era una estrategia para frenar el avance del nazi-fascismo en el continente. El gobierno de J.J. Arévalo tuvo varios logros denunciando las dictaduras latinoamericanas, la diplomacia activa revolucionaria de su mandato fue pionera.

Al mes del ascenso al poder de J.J. Arévalo, muere el presidente Roosevelt (1945) poniendo fin a la buena vecindad. No tardaría mucho en reaparecer la versión feroz de la política norteamericana. Llegando al fin de la primera mitad del Siglo XX, Estados Unidos se une a la cruzada contra el fantasma del comunismo representado en las guerras internas de Grecia y Corea y la influencia soviética en la mitad de Europa.  En 1947 se funda la Agencia Central de Inteligencia (CIA) como una adaptación a la vida civil de los servicios secretos de la guerra.  Por otro lado, surgen las campañas del senador Mcarthy y la persecución de los supuestos agentes soviéticos en territorio norteamericano. Estas dos instancias movieron al gobierno de Estados Unidos a cometer graves atropellos contra su sociedad, situación que también se proyectó en su política exterior, que pasó de la idealista y estratégica buena vecindad, a retomar la doctrina Monroe y el Big Stick, ahora anticomunista. Todo lo que vendrá después para Guatemala es una historia bastante conocida.

Después de 75 años, Bernardo, el hijo de Juan José Arévalo Bermejo, también asumirá la presidencia del país.  Por ahora no se puede hablar en Guatemala de la amenaza comunista, pero sí de un resurgimiento de los autoritarismos, el ataque a la democracia, y de la corrupción, un mal que se fue forjando con los años y calando en las estructuras más profundas del Estado.

Por la forma en que el partido demócrata estadounidense asume la política internacional, es muy probable que se favorezca una diplomacia guatemalteca activa en los foros internacionales, aunque no tan autónoma como la de J.J. Arévalo.  De hecho, en todo el proceso de ascenso al poder de Bernardo Arévalo, se ha visto la presencia de la OEA y los comunicados y voluntad del Departamento de Estado de Estados Unidos.

Por aquí aparece otra coincidencia que puede llevar a pensar en el posible cambio de rumbo de la política exterior de Estados Unidos. Tal cual le tocó a Juan José Arévalo, ahora Bernardo se enfrenta a un contexto de cambios.

En 2024 serán las elecciones en Estados Unidos y la llegada al poder de Donald Trump para sustituir a Joe Biden, del Partido Demócrata, es un escenario bastante probable y poco alentador.  De concretarse, a Bernardo Arévalo le espera un terreno minado con el gobierno estadounidense. Sin ir muy lejos, el apoyo que el partido republicano y el gobierno de Trump dieron al gobierno de Jimmy Morales, haciendo que la embajada norteamericana estuviera pasiva ante la expulsión de la CICIG, dan cuenta de la capacidad de articulación de la extrema derecha guatemalteca con el trumpismo y su indiferencia con la lucha contra la corrupción.

Incluso, durante el gobierno de Trump, la cooperación internacional pasó a otros términos, el Plan Para la Prosperidad quedó aplazado y en su lugar se forzó a Guatemala a aceptar ser el tercer país seguro para recibir a los inmigrantes deportados de Estados Unidos.  Pareciera que las virtudes democráticas no son algo que el republicanismo busque para sus alianzas, sino más bien una imagen cristalizada de las fuerzas armadas y oligarquías nacionales de 1960 a 1990.

Frenar la migración de guatemaltecos hacia EEUU

¿Por qué se van las y los guatemaltecos a Estados Unidos?

La migración internacional es un tema sumamente complejo. Algunas teorías explican sus razones, como el paradigma push and pull (empuja y atrae) que sostiene que la migración internacional se da por la expulsión colateral de las personas al no encontrar medios de realización en un país hacia otro donde estas condiciones sí existen. A pesar que esta explicación es demasiado simplista, evidencia que hay un contexto de carencia y pocas posibilidades de realización en Guatemala, por el contrario en Estados Unidos al menos el acceso a un mejor salario es posible.

Frenar la migración implicaría accionar paralelamente en dos frentes: por un lado, políticas restrictivas para impedir que más guatemaltecos salgan hacia Estados Unidos, con el riesgo de generar más pobreza para el país porque las remesas serían menos y la economía dependiente de estos ingresos podría colapsar; y por otro lado, lograr que el país se desarrolle y las personas no encuentren razones para migrar masivamente. Este escenario es el más difícil de crear, pues lograr subir el nivel de vida de la sociedad guatemalteca requiere de políticas firmes, voluntad y una línea de gobierno constante en al menos 16 años. Todo esto si el Estado de Guatemala se libera de la corrupción endémica.

Las falencias de ser un Estado débil y, sumamente corrupto, han favorecido que Guatemala sea un destino seguro para las redes del crimen organizado internacional y el narcotráfico, que son amenazas que deben ser combatidas con una política de seguridad firme y efectiva.

El reto para Arévalo, en este sentido será el de lograr sanear a Guatemala de la corrupción e implementar al mismo tiempo políticas que logren revertir la pobreza y desamparo de grandes sectores del país, y lograr que estas políticas continúen siendo implementadas por próximos gobiernos.

La presencia de China en el mundo y en Centroamérica

La nueva ruta de la seda planteada por el presidente chino Xi Jinping, más que un plan concreto, se ha transformado en su clave geopolítica para avanzar con la diplomacia de la chequera hacia los países subdesarrollados.  La fragilidad de estos Estados, la corrupción, el autoritarismo y otras carencias, no son temas que preocupen mucho a la diplomacia de Pekín que busca clientes y extenderse hacia todo el mundo.

Guatemala es uno de los 12 países aliados de Taiwán que aún permanecen firmes. ¿Debería Arévalo virar hacia China y dar la espalda también a Taiwán? La respuesta vendrá de la política exterior norteamericana en los próximos años. Si el partido demócrata continúa en el poder y mantiene la cooperación y alianzas para el desarrollo del país, dependerá más de esta relación que de las posibilidades que puede haber con la inversión en infraestructura del gobierno chino. Además, se debe recordar que el principal socio comercial de Guatemala es Estados Unidos y el empresariado nacional es sumamente dependiente de la economía del norte.  Obtienen muchas más ganancias en esta relación histórica que con la entrada a un mercado competitivo como el chino. Pero, ya lo ha hecho Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica ¿por qué Guatemala no? La respuesta estará en la espera de lo que está por venir en el próximo año.

La relación con el socialismo del siglo XXI

¿Es el Gobierno de Arévalo una izquierda del siglo XXI?  Evaluando sus perspectivas se podría decir que no.  Observando los países del tejido del socialismo del siglo XXI, se puede ver que oscilan entre ser dictaduras con retórica de izquierda revolucionaria y democracias con políticas progresistas populares, ambas líneas tienen como constante una política reactiva a la injerencia norteamericana, situación que hasta ahora no se ha perfilado ni en los planes ni discursos de Arévalo.

El gobierno de Arévalo perfila como un gobierno democrático moderado, con algunas reformas sociales y la implementación de políticas sociales, además de un apoyo extra a la construcción de infraestructura.  No será un gobierno conservador ni con tinte religioso y tampoco militarista. Los vínculos internacionales con el Socialismo del Siglo XXI tendrán que ser llevados muy superficialmente, pues reformas profundas y que modifiquen el statu quo no podrán ser implementadas drásticamente sino de forma moderada.  El papel entonces del gobierno de Arévalo será el de estar, más que con los países del socialismo del siglo XXI, de lado de las democracias latinoamericanas implementando reformas paulatinamente.

 El repunte de los grupos antiderechos en América Latina y los organismos internacionales

El discurso de oposición a los derechos sexuales y reproductivos y al matrimonio igualitario, ha surgido de forma sistemática en todo el continente.  Incluso, estas visiones se articulan con partidos políticos y movimientos religiosos en Estados Unidos. Las teorías de la conspiración son moneda de uso corriente en estos grupos que dispersan desinformación. Los partidos políticos identificados con visiones religiosas, a menudo evangelistas, en Guatemala -que han sido la clave de la política en los últimos años-, acogen estas visiones sin cuestionarlas. Estas perspectivas propugnan estados conservadores y con expresiones nacionalistas. La lucha entre el globalismo y el nacionalismo se evidencia en estos escenarios y además extrapola conceptos de la Guerra Fría, asumiendo que los globalistas son de izquierda y los nacionalistas de derecha, aunque no siempre es así.

Una de las claves de los movimientos antiderechos es el ataque a las agendas internacionales y puntualmente, el cuestionamiento a la existencia de los organismos internacionales. La retórica conspirativa contra las agendas del desarrollo ha desdibujado los verdaderos objetivos de estos planes, que se enfocan en la solución de las problemáticas más graves de la humanidad, y que por cierto Guatemala padece desde la primera hasta la última.

El apoyo internacional para resolver las problemáticas de estas agendas será clave para el gobierno de Arévalo, pero, también dependerá de la capacidad de incidencia de estos grupos conservadores en el Legislativo y hasta en el Judicial, pues desde estos ámbitos podrán surgir los bloqueos a su cumplimiento.

En el horizonte aparecen los organismos financieros internacionales y las recetas para el desarrollo de los países. Aunque paradójicamente la corrupción del Estado ha frenado la inversión de estos entes en el país, Guatemala no se ha endeudado enormemente con el Fondo Monetario Internacional ni el Banco Mundial, pues no garantiza pagar los préstamos o que los fondos serán utilizados de forma transparente.  Esta ausencia de inversión, aunque no nos ha generado una deuda externa inmensa, nos condena a tener una infraestructura y desarrollo precarios.  Para el gobierno de Arévalo, estos retos no se manifiestan aún, pues previamente debe solucionar la problemática de la corrupción.

A manera de conclusión

La dependencia de la política exterior guatemalteca del presente y futuro de la política de Estados Unidos es innegable. La orientación de la política exterior norteamericana puede permitir grandes alcances para el gobierno de Arévalo o, por el contrario, bloquearlo totalmente. Un gobierno demócrata en Estados Unidos implicará el trabajo con apoyo de cooperación y organismos internacionales para solucionar los problemas más urgentes, y la posibilidad de iniciar la depuración del Estado de la corrupción de las últimas décadas.  Por el contrario, un gobierno republicano articulado con los grupos conservadores del país, dará lugar para el avance de grupos conservadores y soluciones autoritarias, las cuales al parecer no son parte de la estrategia del próximo presidente de Guatemala. Podría pensarse entonces, en cuatro años de política exterior perdidos.

*Profesor de la Escuela de Ciencia Política de la USAC. Doctor en Ciencias Sociales por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

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