Las autoridades K’iche’ del Valle de Palajunoj, en la ciudad de Quetzaltenango, organizaron un conversatorio con académicos para discutir los avances y retrocesos de la Revolución de 1944 y su vigencia en la actualidad, haciendo énfasis en la participación política de los pueblos indígenas.
Por Prensa Comunitaria
Hace 80 años, Juan José Arévalo fue elegido como el primer mandatario de la llamada Primavera Democrática (1944-1954) tras décadas de regímenes militares. Al finalizar su gobierno en 1951, le sucedió el coronel, Jacobo Árbenz Guzmán. La llegada de ambos al poder supuso un cambio profundo para la sociedad guatemalteca. Pero el golpe de Estado de 1954 y la renuncia de Árbenz acabaron con esa era.
Durante ese periodo se alcanzaron importantes logros sociales como la autonomía universitaria, la creación del seguro social, el derecho a la libre sindicación y al voto parcial de las mujeres, entre otros.
Para conmemorar los 80 años de la Revolución de Octubre, las autoridades ancestrales del Valle Palajunoj de Quetzaltenango realizaron un conversatorio sobre el momento histórico del 20 de octubre de 1944 y de la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas.
Durante el evento, del 25 de octubre, en la ciudad de Quetzaltenango, participaron Salvador Cruz, autoridad ancestral del Valle Palajunoj; Eduardo Velásquez, profesor e investigador universitario y presidente de la Junta Directiva del Instituto Nacional de Bosques (INAB); Rolando Alonzo, economista y docente del Centro Universitario de Occidente (CUNOC); y Lizeth Santos, trabajadora social.

Quienes participaron hablaron sobre el papel de los actores en la gesta de 1944 y el protagonismo de los pueblos indígenas.
“Como siempre los pueblos indígenas eran los que no tenían las condiciones adecuadas, principalmente el acceso a la tierra. Durante la Revolución se fueron cambiando las formas de esclavitud y el trabajo forzado por relaciones sociales tipo capitalista, es decir a partir del 20 de octubre de 1944, se empezó a reinstaurar otras formas de relaciones sociales que en ese entonces económicamente estaba atrasada. Una visión de desarrollo se instauró y se consideró esta Revolución como un modelo para América Latina”, dijo Rolando Alonzo en su primera intervención.

La Revolución de Octubre fue el movimiento social más importante de la sociedad guatemalteca, porque era respuesta a la dictadura que impuso Jorge Ubico y la oligarquía de Guatemala, secundó el investigador Eduardo Velásquez.
“Hay que decir que Ubico gobernó el país con mano de hierro, desde 1931, y presentó su renuncia el 1 de junio de 1944, pero ya había cometido muchos delitos. A todos los opositores políticos los fusiló con juicios parecidos a los que implementó Ríos Montt, donde las personas no se pudieron ni defender”, agregó Velásquez.

Para el investigador esta situación afectó a varios sectores, sin embargo, detalló que mayormente afectó a los pueblos originarios y ancestrales de Guatemala. “Lo que se estableció durante el gobierno de Ubico fue el libreto de jornaleros, que era en realidad, trabajo forzoso. Se les obligaba a las comunidades indígenas a ir a trabajar a la costa, por ejemplo, ante la imposibilidad de pagar el boleto de viabilidad, que en realidad era un impuesto. La gente no tenía para pagar, lo que tenía que ir a hacer era ir a trabajar gratis y sin pago de salario, evidentemente afectó a los pueblos originarios especialmente a los que vivían en la región occidental, noroccidental y suroccidental”, recuerda.
En su intervención, Reinaldo Pérez, autoridad del Valle Palajunoj, dijo que, en la historia, desde la invasión de Guatemala en 1524, empieza la “exclusión de los pueblos originarios y el despojo de las tierras”. ¿A cuántos mataron en la invasión?, aquí en este lugar mataron a nuestros abuelos, aquí nos defendieron”, destacó, mientras exponía en la cancha sintética del Valle Palajunoj de Quetzaltenango.

Pérez resaltó la importancia de seguir conociendo esa historia porque permite crear un criterio propio y comprender la lucha de los pueblos originarios.
Rolando Alonzo, docente del CUNOC, en su segunda intervención dijo que los avances más importantes de la Revolución de 1944 fue la abolición del trabajo forzado y se logró por medio del Código del Trabajo la protección de los derechos humanos de la población. “La lucha actual es lograr conseguir que se paguen salarios justos y un salario igualitario entre hombre, así como mujeres”, resaltó.
Por su parte, Velásquez enfatizó que los movimientos sociales han sido un gran logro de la Revolución, muestra de ello fue la defensa de la democracia, en octubre de 2023, que encabezaron los pueblos originarios y sus autoridades. “Lo que podemos hacer es tomar ejemplo de las comunidades indígenas, por ejemplo, en Totonicapán, con los 48 Cantones”, indicó.
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Salvador Cruz habló sobre la necesidad de “fortalecer las autoridades ancestrales del pueblo, porque allí radica la fortaleza para conseguir el bien común para la población”. También enfatizó en la lucha del Valle Palajunoj para lograr mejorar la calidad de vida de quienes lo habitan.

El Valle de Palajunoj se ubica a unos 10 minutos del centro histórico de la ciudad de Quetzaltenango, en dirección al volcán de Santa María y a unos 206 kilómetros de la ciudad capital. Está conformado por 10 comunidades maya K’iche’.
A pesar de su cercanía de la ciudad quetzalteca, las comunidades rurales de esta región carecen de servicios básicos y viven en la orilla del botadero municipal, evidenciando que la población K’iche’ debe tomar medidas como poner en riesgo sus vidas y migrar, para acceder a estos derechos. El Estado no los proporciona y el gobierno local no ha respondido a estas necesidades.
Los disertantes coincidieron en la necesidad de un cambio de perspectiva sobre los pueblos originarios, que pese al “sufrimiento que se ha tenido, persisten en preservar su historia y la historia oral por medio de los abuelos a las nuevas generaciones”.
Asimismo, consideraron necesario retomar las buenas prácticas de los pueblos originarios, como el cuidado “a la madre tierra” y la investigación social.
¿En qué momento se encuentra Guatemala a 80 años de la Revolución de Octubre?
Las autoridades ancestrales consideran que se continúa viviendo en una dictadura. Sin embargo, reflexionan que los pueblos originarios están fortalecidos para lograr cambios.
Rolando Santos consideró que actualmente existe discriminación y explotación. “Creo que hemos retrocedido, ha habido mucho desgaste en los avances logrados en la Revolución, existe pérdida de la memoria histórica y esa desconexión con la historia lo que nos hace es contribuir al desgaste”, mencionó.
A su criterio se ha perdido la conciencia de estas luchas escritas con mucha sangre. “Al día de hoy tenemos muchos mártires que dieron la vida para que nosotros tengamos una mejor vida, aunque no la tengamos”, agregó.
Para Salvador Cruz, son varios los momentos que hay que valorar para entender el fortalecimiento de los pueblos. “Después de los 10 años de la Revolución, empiezan los 36 años de conflicto armado interno, dentro de esta guerra los pueblos empiezan a levantarse, desde allí el levantamiento indígena estaba fortalecido”, resalta.
Actualmente, con el levantamiento de los pueblos indígenas en defensa de la democracia, “el sistema está sintiendo la presión, prueba de ellos es que contamos con un presidente que está allí por la lucha popular y se está articulando para presionar a una transformación del Estado”, enfatizó.
¿Habrá cambios en este gobierno para los pueblos originarios?
Los panelistas concluyeron que, pese a las muestras de apoyo a las luchas sociales, el presidente Bernardo Arévalo no cuenta con apoyo de los demás poderes del Estado para poder lograr e incidir en un cambio a favor de los pueblos originarios.
Rolando Alonzo señaló que el presidente Arévalo “sí ha dado muestra de querer incorporar la lucha de los pueblos indígenas en la administración pública”, y agregó que, si se logran estos cambios, se podrán evidenciar en el resto de su periodo constitucional.
Por su parte, Cruz ve complejo llevar adelante un cambio en la sociedad guatemalteca, “porque el presidente tiene las manos atadas, no tiene apoyo en el Congreso, todo el aparato estatal está en contra, digamos el Organismo Judicial, la Corte de Constitucionalidad (CC) y el Ministerio Público (MP) bajo la administración de la fiscal general Consuelo Porras”.
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