Por: Quimy De León
Poco se habla sobre del rumor y sus efectos en la sociedad. En Guatemala este tiene ciertas particularidades que se explican a través de nuestra historia, en el desarrollo de las relaciones sociales y la propia conformación del Estado nación.
Desde la llegada de los españoles a América se establecieron relaciones y formas de trasladar la información a la Corona para explicar lo que encontraban y justificar la invasión, el saqueo y la evangelización. Quien hacia crónica o noticia de lo que iba “observando” buscaba estatus y así conservar para sí mismo el poder.
Desde los relatos de Cristóbal Colón, cronistas y religiosos fueron representando a partir de su mirada y a su conveniencia una serie de prejuicios y justificaciones para imponerse en el “nuevo mundo”. Como sabemos fue a través del uso desmedido de la violencia, la religión, la inquisición, las negociaciones engañosas y los pactos, que se logró imponer toda una cultura e ideología. Se representó a la población originaria como dócil, mansa, ingenua y salvaje; sujetos de dominio.
La práctica del Tribunal del Santo Oficio en la Nueva España en el siglo XVI dio potestad a la iglesia de ordenar, controlar, vigilar y castigar la vida social de los “indios” y sus prácticas cosmogónicas que ponían en peligro la imposición de la ideología judeocristiana. Cualquier persona podía denunciar a otra bajo el resguardo del anonimato.
A inicios del siglo XX, durante la dictadura de Estrada Cabrera las relaciones de dominio llegaron al punto que la gente internalizó al dictador. Miguel Ángel Asturias en “El señor Presidente” retrata las relaciones de sumisión, la cultura del rumor, la delación y el miedo de hablar para no ser delatado. Nadie escapaba a los ojos y oídos del señor Presidente. Las paredes de las casas de la ciudad “podían escuchar”.
Durante la Guerra Fría fue a través del rumor que se logró el respaldo popular a los proyectos conservadores. Los mitos sobre los comunistas iban desde que comían niños hasta que hacían jabones con ellos y otras estupideces por el estilo.
En América Latina durante las dictaduras se llegó al extremo del genocidio como en el caso de Guatemala, gracias al apoyo de la figura del informante para el control de la población. Sobresalen ejemplos como el G-2, la policía secreta, la judicial, el patrullero y el comisionado militar.
El Archivo Histórico de la Policía contiene cientos de documentos, cartas, mensajes y reportes “ciudadanos” que muestran cómo la gente oficiosamente se ofrecía a pasar información, a acusar y delatar a quien sea, bajo prejuicios y percepciones que iban desde la sospecha de que desarrollaban actividades organizativas de subversión, o bien eran estudiantes activos o simplemente porque les caían mal. Hombres que usaban el pelo largo y mujeres de “dudosa reputación” corrían la misma suerte.
Dentro de las izquierdas bastaba una sola acusación de ser “oreja”, infiltrado o traidor para que se fuera expulsado o ajusticiado bajo las leyes revolucionarias. Hasta la fecha estas prácticas son comunes dentro de grupos afines a estas ideologías y aunque no se persigue el aniquilamiento físico o la expulsión de estructuras formales, los rumores logran la estigmatización del individuo y su marginación social.
Qué persigue el rumor y qué efectos tiene
Al día de hoy es común escuchar frases como “Un pajarito me contó que…”, “se rumora que”, “no le digás a nadie pero…”, las cuales constituyen una manera de relacionarse cotidianamente para “chismear”, “pelar” o “bajarle el cuero a alguien”.
Los rumores no son simples chismes o críticas hacia el comportamiento de alguien. El rumor es una práctica anónima, generalmente quien inicia un rumor lo hace desde la oscuridad y logra que sus receptores le guarden el secreto, se hace una especie de pacto desde la ignominia.
El hecho de que se haga desde el anonimato no da espacio para debatir o revertirlo, con esta práctica se busca la destrucción de la reputación de la víctima. Esa frase que comienza con un “Dicen que…”, no permite que se sepa quién dice, con qué intereses y por qué razón.
El rumor es un instrumento de control, sirve para destruir personas, instituciones, figuras públicas, y gobiernos. Puede ir desde el plano personal hasta los rumores propagandísticos con fines de ganar terreno político.
Las campañas “negras” durante el período electoral, las guerras contra los enemigos, algunas incluso son impulsadas por los medios para justificar invasiones militares como pasó con Saddam Hussein después del 9/11 y la amenaza del Islam. O el conflicto que vive Palestina por la invasión de Israel a su territorio, son ejemplos de cómo se maneja en el mundo la realidad usando el rumor como herramienta.
Existe otro tipo de rumores que son resultado de la impunidad y del modo en el que se tratan algunos crímenes vinculados a la clase política, que más parecieran ser parte de una conspiración u operación militar sofisticada. Estos rumores resultan ser hipótesis por la necesidad de explicar lo que ocurre a falta de investigación o del esclarecimiento de la verdad. Así sucedió con el asesinato de Monseñor Gerardi, coordinador del informe arquidiocesano Guatemala Nunca Más, en dónde hubo un sacerdote y dos militares presos. La manera en que el sistema de justicia resolvió, deteniendo a los autores materiales, no termina de explicar las estructuras intelectuales detrás del crimen.
También los medios frecuentemente difunden información falsa acerca de algunos movimientos y actores políticos que se oponen a megaproyectos y trasnacionales. En la manera en que los representan van formando rumores legitimados como “noticia” que los convierten de la noche a la mañana en terroristas y criminales, que coinciden posteriormente con acciones penales que terminan en el encarcelamiento de estas personas o en la instauración de Estados de Sitio y militarización de la zona en conflicto.
Existe una sección dominical en un periódico de circulación nacional en donde se “sacan los trapitos al sol” de políticos o empresarios, estos señalamientos se quedan en el plano del rumor o en algunos casos esta información se corrobora después, en alguna investigación que publica el mismo medio. El origen de la información de esta sección, se “rumora” que es privilegiada y que la facilita alguna embajada. Todo queda en un rumor.
Los rumores más comunes son los relacionados con la sexualidad y la vida privada de las mujeres. Es sabido por todo el mundo que la reputación y la fama de una mujer deben “cuidarse”, y que de ello depende su honorabilidad. Una mujer es buena en tanto es considerada de conducta, valores morales y principios intachables, de acuerdo los estándares de la sociedad patriarcal.
Una mujer después de haber sido asesinada o agredida, es víctima de rumores y descalificación, los medios de comunicación insinúan que se cometen estos crímenes por causas pasionales. O que ellas son las culpables de lo que les pasa por ir vestidas de manera “impropia” o bien porque “estaba metida en algo” o con algún delincuente.
¿Cómo funciona y opera el rumor?
En primer lugar debe haber una persona o un grupo que quiera o se preste a difundirlo, conociendo lo eficaz que es en nuestra sociedad. Los rumores se utilizan para contar una versión distorsionada de la verdad o de la realidad, basados en mentiras o en situaciones reales con interpretaciones malintencionadas que buscan destruir a otra persona o grupo mediante conjeturas y prejuicios. El objetivo también es promover el odio, el desprecio y la marginación.
A mucha gente y con toda razón bajo circunstancias de racismo o de conservadurismo patriarcal le importa mucho lo que opinen los demás, y tienen profundo miedo a la mala fama, al que dirán y que paren siendo parias en sus propios espacios o actuando a escondidas.
En la mayoría de los casos la gente disfruta, recibe bien el rumor y lo difunde, no sin antes salir contagiada del prejuicio y odio que origina este, ya que todo el sistema simbólico ha sido poco cuestionado por la gente en general y entonces empieza a regarse de boca en boca.
La información que se difunde genera curiosidad, morbo y enajenación en algunos casos. El objetivo es convencer a quien lo recibe de ser portador y hacerlo circular. Nadie cuestiona el origen del rumor, las motivaciones y el impacto que se busca en sí mismo, ni se toma el tiempo de verificar o contrastar con la persona afectada. Es poco cuestionable, ya que se maneja como información privilegiada y eso parece gustarle a todo el mundo.
Quien padece o resulta ser víctima del rumor, generalmente no puede detenerlo, especialmente cuando se le niega la posibilidad de discutirlo, conocer su origen y las motivaciones de tanta ignominia. La mayoría de los prejuicios que se generan alrededor de los rumores, la gente los asume porque se identifica con ellos.
Los pactos de lealtad entre quienes reciben, aprueban y transmiten los rumores son impresionantes y generan la sensación de que lo que se hace no solo es convincente sino legítimo.
El hecho de saber que alguien más está en desgracia, permite a otra gente sentir que su propia situación no está tan mal, alguien está peor y esto consuela. Rumorar, cuchichear, “pelar” es el recurso utilizado en sociedades donde ha habido profundo autoritarismo y represión. En donde la doble moral es el menú del día.
Un texto publicado en http://lahora.gt/rumor-herramienta-destruccion-pasiva/