El Día de los Fieles Difuntos, también llamado el Día de los Muertos, es una fecha especial para las familias de Totonicapán. Durante esta celebración el cementerio general se llena de color, música, gastronomía y muestras de afecto hacia quienes han partido de este mundo.
Por Hugo Bulux
Desde la cosmovisión del pueblo maya K´iche’, los difuntos trascienden a una dimensión en la que sus energías permanecen al lado de sus seres queridos. Las tradiciones alrededor de la conmemoración del Día de los Fieles Difuntos se han conservado y se transmite de generación en generación.
Las actividades familiares se inician desde una semana antes, cuando cientos de personas visitan las tumbas para limpiarlas, quitan el exceso de maleza con azadones, machetes y escobas. Posteriormente se pintan los panteones, los colores que más se usan son el gris y el blanco, aunque recientemente, muchos de estos también llamados “nichos” se adornan con azulejo de cerámica.

Flores, coronas y veladoras para los muertos
Desde la tarde de cada 31 de octubre, las calles de Totonicapán, especialmente las cercanas al cementerio, se llenan de color y aromas con la venta de flores que en su mayoría provienen de productores que se dedican a su siembra en municipios de la Boca Costa.

También es una tradición que las familias decoren los panteones con coronas de flores, naturales y de plástico, veladoras y candelas de color blanco. El 2 de noviembre se realiza la tradicional eucaristía en la capilla del cementerio, donde cientos de familias acuden para pedir por el descanso de sus familiares.
Los barriletes, una forma de conexión con los difuntos
En el caso de la niñez y la juventud se acostumbra la realización de barriletes, hechos con varillas de paja y papel de “china”, los que, con los vientos de noviembre, vuelan en los cementerios. Según los abuelos, esto es una forma de comunicación con los que han fallecido y constituyen una conexión entre los difuntos con las personas que aún siguen recordando a sus seres queridos.

En el cementerio municipal, el 1 y 2 de noviembre, varios grupos de música prestan sus servicios para las familias que recuerdan con nostalgia a quienes han fallecido con melodías como “Cruz de Olvido”, “Un puño de tierra”, “Amor eterno” y el son “El Rey K´iche’, las más solicitadas por las personas que visitan el lugar.
La gastronomía de la época
Sobre la calle principal del cementerio se pueden encontrar a la venta comida del lugar. La base de la mayoría de alimentos es el maíz. Se los elotes se elabora pan, atol y tamalitos. También es tradición que las familias lleguen al cementerio para compartir los alimentos alrededor de los panteones. Las comidas más tradicionales son el ayote en miel o el tradicional “Tob’ik”, que es caldo preparado con carne de res y verduras, de color rojo.
Aunque la muerte es vista como un fenómeno difícil, de dolor y tristeza, las familias de Totonicapán mantienen sus tradiciones y recuerdan con amor a sus seres que han partido de este mundo físico con prácticas que fomentan la unión familiar, la solidaridad y la espiritualidad.



