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Anciano tejedor anhela enseñar oficio milenario después del coronavirus

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Créditos: Voces de sololá
Tiempo de lectura: 2 minutos

Por: Voces de Sololá

Francisco Catinac es un anciano maya K’iche’ de 81 años de edad. Es originario de Santa Catarina Ixtahuacan, uno de los municipios del departamento de Sololá, en el Altiplano Occidental de Guatemala.

En la temporada fría del año, entre septiembre y enero, la temperatura en ese municipio puede alcanzar algunos grados bajo cero, y por eso es común que la población local se dedique a tejer ropa de lana o accesorios para uso propio o para la venta.

Fue de esa manera como Don Francisco, como le llaman sus conocidos, aprendió a tejer cuando tenía 18 años, porque su papá y su mamá le enseñaron el oficio.

Mientras pastoreaba ovejas en el campo, él aprovechaba el tiempo libre para confeccionar sus primeras prendas. Poco a poco se especializó en el tejido de morrales y por eso se ganó el reconocimiento y aprecio de varios clientes.

“Mis maestros fueron mis padres y ahora yo le enseñé el oficio a uno de mis hijos”, comentó.

Añadió que en cada morral teje una figura asociada al calendario maya, de manera especial aquellas que según el idioma maya K’iche’ simbolizan al “kot”,  que traducido al español significa pájaro de dos cabezas o águila; “kej”, venado; y “b’alam”, jaguar.

Para la confección del producto final se tarda un aproximado de unos 20 días y el precio de cada pieza puede alcanzar los Q400.   

Antes de la llegada de la pandemia de coronavirus a Guatemala,  el anciano vendían sus productos tejidos con mayor facilidad, porque muchas personas de diferentes comunidades llegaban a su casa para hacer encargos o para comprar algunas prendas.

No obstante, en la actualidad, por las restricciones implementadas por el Gobierno nacional y municipal, el tejedor no ha podido vender ni una sola de sus prendas y tampoco ha recibido algún tipo de apoyo.

Pese al panorama, indicó que no pierde el entusiasmo y que piensa impartir clases para que más personas puedan aprender a tejer con las técnicas que sus padres le heredaron.

“Después de esto, deseo invitar a jóvenes y señoritas para que aprendan el arte, porque ya quedan pocas personas que lo hacen”, concluyó.

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