Este jueves, artistas y colectivos de artistas realizaron el plantón “Un abrazo a la memoria” frente a la sede del Parque Intercultural de Quetzaltenango para pedir que se defienda ese espacio como un territorio de memoria.
“Mientras no se hable, mientras no se comunique y precisamente donde no se construya un futuro posible desde la memoria, entonces, estamos condenados a repetirla y estamos también condenando el futuro para las nuevas generaciones”, Branly López, de Sona Encendida.
Por Derik Mazariegos
En Guatemala no existe otro lugar como este: una antigua zona militar, donde antes hubo encierro y tortura, hoy se resignifica como un lugar de memoria, con un museo en construcción. Gracias a la organización de artistas, familiares de víctimas y sociedad civil, en el Parque Intercultural de la ciudad de Quetzaltenango se apuesta por el arte, la verdad y la vida comunitaria.

Este 26 de junio, en medio del riesgo de que sectores empresariales retomen el control de su administración, se llevó a cabo la acción simbólica “Un abrazo a la memoria”. Colectivos culturales y organizaciones de derechos humanos denunciaron una ofensiva institucional que busca frenar los avances en materia de memoria, justicia y participación ciudadana en este espacio único en el país.
Memoria en disputa
El Parque Intercultural de Quetzaltenango, antigua sede de la Zona Militar 17-15, fue durante décadas un lugar en donde se ha denunciado se torturó y desapareció a personas.. Desde 2023, cuando representantes de la sociedad civil asumieron la presidencia de su asociación administradora, el parque ha sido transformado en un espacio vivo, abierto y resignificado desde abajo, por medio del arte, la espiritualidad, la educación y la memoria histórica.
Según Branly López, gestor cultural del Parque Intercultural y del Museo de la Memoria, el valor de este espacio es singular a nivel nacional.
“Este es el único lugar en el país donde funcionó una zona militar marcada por hechos de lesa humanidad y donde, desde la sociedad civil, se está construyendo un proceso real de resignificación y dignificación de la memoria. Aquí se está levantando un Museo de la Memoria. No existe otro espacio como este en todo el país”, indicó.
“Sería un retroceso para la memoria histórica” 🌹
Según Branly López, si se pierde el Parque Intercultural como Sitio de la Memoria, significa un retroceso para construir la cultura de paz tan necesaria en Guatemala y poder comunicar a las generaciones futuras lo que sucedió en… pic.twitter.com/5ZuFx4ENYi
— Prensa Comunitaria Km169 (@PrensaComunitar) June 26, 2025
La propuesta ha sido impulsada desde febrero de 2024 por Zona Encendida, un colectivo de artistas independientes que abrió al público los antiguos calabozos de la antigua zona militar, en diálogo con sobrevivientes y familiares de víctimas.

El Museo de la Memoria ha sido respaldado por organizaciones como H.I.J.O.S., la Casa de la Memoria Kaji Tulam, la Asociación Familiares de Detenidos y Desaparecidos de Guatemala (FAMDEGUA), el Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos (CALDH), la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) y el Centro Cultural de España.
Intereses en conflicto
La asociación que administra el parque se integra por seis sectores: Gobernación Departamental, la Municipalidad de Quetzaltenango, la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala, la Mesa de Concertación (sociedad civil) y el Grupo Gestor y Mesa Económica (ambos con representación empresarial). Fue con el ascenso de la sociedad civil a la presidencia, en 2023, que comenzaron los mayores niveles de tensión.
Los sectores empresariales han mostrado resistencia a los procesos de memoria, dice Branly López. En septiembre de 2024, el entonces gobernador, Aldo Herrera, con apoyo de militares y policías, intentó tomar el parque por la fuerza. La comunidad impidió la acción, pero en los meses siguientes, agrega, los grupos empresariales inscribieron una junta directiva paralela, sin asamblea general y con un presidente impuesto.
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¿Qué intereses hay detrás del Centro Intercultural de Quetzaltenango?
En junio de 2025, mientras se realizaba el Primer Encuentro de Sitios de Memoria de Guatemala, las presiones aumentaron: se intentó congelar una de las cuentas bancarias del parque, lo que fue interpretado por los colectivos como un acto de sabotaje económico y político.
“Existe el temor fundado de que, al terminar el período de presidencia de la sociedad civil, el parque pase nuevamente a manos de quienes nunca promovieron la memoria, ni el arte, ni el acceso comunitario”, dijo López.
¿Qué está en juego?
Desde su apertura a la ciudadanía, el Parque Intercultural ha funcionado como un lugar de encuentro comunitario, enseñanza crítica e imaginación política. Se han realizado ferias, talleres, recorridos, actividades espirituales, performances y exposiciones que transforman el pasado en reflexión colectiva. Todo ello ha ocurrido en un país donde persiste la negación del genocidio y se obstaculizan los procesos de verdad y justicia.
“Silenciar lo ocurrido en el pasado condena a las nuevas generaciones a repetirlo”, advirtió Branly durante el acto de este26 de junio. “¨Perder este espacio sería un grave retroceso para la construcción de una cultura de paz en Guatemala”.

El acto “Un abrazo a la memoria” fue una forma de advertencia, pero también de dignificación. Decenas de personas se congregaron frente al portón principal del parque, en la zona 3 de la ciudad de Quetzaltenango, para exigir a la Municipalidad, la Gobernación, la CDAG y la Mesa de Concertación que convoquen a una asamblea legítima, reconozcan formalmente el sitio como un espacio de memoria y garanticen su carácter público, abierto y comunitario.
Una defensa que es también propuesta
El pronunciamiento colectivo fue claro: no se trata solo de evitar el despojo, sino de afirmar un modelo de gestión comunitaria y cultural basado en la verdad histórica, la dignidad de las víctimas y la creatividad colectiva.

“La memoria no se impone, se siembra. No se borra, se transforma. No se vende, se defiende”, concluyó el mensaje leído en el acto, mientras artistas, vecinas, sobrevivientes y defensores se tomaban de las manos frente al lugar que, pese a todo, sigue vivo.