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República o monarquía -el debate abierto-

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Créditos: Miguel Ángel Sandoval (2)
Tiempo de lectura: 5 minutos

Por Miguel Ángel Sandoval

Este es debate que se abrió, con la crisis diplomática entre México y España, porque el expresidente mexicano AMLO solicito a la monarquía española, pedir perdón por los hechos ocurridos y los crímenes cometidos durante la invasión-conquista-colonia. El silencio de la monarquía española duro cinco años y ahora ante el cambio de autoridades en México, se invita al jefe del gobierno español no al monarca de España. Ese es el detonante de la crisis diplomática. Es un tema que forma parte del interés en nuestros países con una historia semejante.

Es un debate que tiene en mucha cobertura de la prensa cortesana de España y de la prensa corporativa mexicana, que no hace mucho AMLO había denunciado en una de las mañaneras, por “chayotera” o fafera, en millones de pesos, y por intelectuales orgánicos de la corona española y de l0s conservadores mexicanos. Es bueno destacar que los medios en otros países le dan poca cobertura a este incidente, que pone sobre la mesa un debate indispensable e inevitable.

Especialmente porque son varios países que en los últimos años han pedido perdón por los atropellos de la conquista y por otros hechos de enorme relevancia. Me refiero a países como Bélgica, Portugal, Dinamarca, Alemania, Canadá, En esta lista se incluye el Vaticano por su rol en la evangelización violenta de los indígenas, de la mano de la espada de los invasores. Y como es de suponer, no forman parte de esto, Inglaterra o Reino Unido, España, Francia, entre los países con de mayor índice de invasión, conquista, ocupación de países alejados de sus fronteras, así como de intervención en países para largos periodos coloniales. Esto es parte de lo que anuncia ahora la presidenta de México, Claudia Sheinbaun, que agrega: en un video se publicara los momentos en que muchos países piden perdón, para ver si se anima la monarquía española.

Son los temas que el debate, que tiene lugar en medios españoles, mexicanos, pero que ponen en la mesa de actualidad un tema que no puede por más tiempo pasar de lado. Es el de los derechos de los pueblos indígenas, que desde la invasión-conquista-colonia, han sido reducidos a ciudadanos de segunda o de tercera categoría. Tanto por los herederos directos de la conquista (los criollos) como por los que fundaron la república en nuestros países, pero sin contar con los pueblos indígenas. La herida sigue abierta.

Habría que decir que, en términos históricos, las monarquías sucumbieron ante la república con la revolución francesa del año 1789. De entonces a la fecha se construyó una línea roja entre dos maneras de ver el mundo. Salvo España o Inglaterra, en muchos países las figuras reales son en verdad decorativas, una especie de nostalgia de un pasado que no tiene mayor sentido.

Por razones que las ciencias sociales pueden esclarecer muy bien, la idea de una coincidencia entre monarquía y democracia es imposible de compaginar. El rey siendo nombrado por lazos de sangre hoy (antes por una suerte de razón divina) es una institución realmente fuera de la realidad mundial, salvo en unos cuantos países europeos; mientras en la república, construida de manera racional, se trata de personas electas por el voto popular. Es como mezclar agua y aceite, no tienen que ver. Pero no obstante ello, en la actualidad, en el debate entre España y México, se han planteado. Poco desde la razón, más desde la invectiva y la sinrazón.

Es por ello que el debate de marras se alimentó con frases como la que dice, ¿Quién elegio al rey? A Claudia 36 millones de mexicanos. O de votos. Son dos universos que no pueden ser compatibles. Pues si una cosa se basa en la tradición, la otra, en la fundación de repúblicas, con instituciones democráticas o sencillamente republicanas. Y luego hay otros temas producto de una relación asimétrica durante muchos años, que hoy nos presenta una nueva realidad.

De la misma manera, la idea de que el socialismo democrático pueda ser monárquico es algo que no se mantiene ante el menor análisis teórico. Y eso es precisamente lo que hemos visto en los últimos días. En esta perspectiva, la toma de posesión de la nueva presidente mexicana abre un debate, al cursar invitación al jefe de gobierno de España, en tanto que república, no en tanto que monarquía, como corresponde en los usos y costumbres de la diplomacia del siglo XXI.

Pero resulta que, como una regresión al pasado, ahora se demanda que el rey sea el invitado y que sea junto el jefe de gobierno de la ¿república española o del reino de España? Se trata en pocas palabras y un debate que no tomó en cuenta por autoridades españolas, que hubo 1789. Que hubo la invasión, conquista, colonia; más la destrucción de millones de indígenas, de riqueza cultural, de avances arquitectónicos, literarios.  Temas no aclarados y que motivan que AMLO dirigiera una carta al rey de España con la idea de poder encontrar una narrativa común.

A partir de ese momento se crea un debate, que no aborda los temas de fondo que se plantean de origen. Ello independiente que personajes como Vargas llosa, hayan despotricado sin pensar, en contra de México, lo cual nos pone ante un hecho clarísimo. Puede ser muy buen novelista, escribir obras estupendas de ficción, pero en el análisis de la realidad nos queda a deber. Igual con otros escritores, españoles o de otras nacionalidades.  Ya sabemos que no se puede pedir peras al olmo.

En los años previos al quinto centenario hubo un debate amplio sobre como calificar ese hecho: para el gobierno español, de forma inicial, se habló del descubrimiento, para más adelante concluir con la idea del encuentro de dos mundos, mientras que, para los pueblos del continente, se habló de la invasión y solo con mucha dificultad de aceptó la idea de encuentro. Ello a pesar de muchas dudas, reticencias, expresiones de desacuerdo.

El tema no es nuevo. Ya hace años la iglesia católica pidió perdón por la participación en la invasión y todos esos años, en los que la inquisición fue la norma, la visión mediante la cual se había juzgado a los habitantes originarios, a los que se les había negado la capacidad de tener alma y por tanto la única opción estaba en la salvación a sangre y fuego. Son los hechos ampliamente documentados.

Se trata de contar con una aproximación histórica que supere la visión de los invasores con toda su parafernalia, y que igualmente supere la visión de los vencidos, como el extraordinario libro de Miguel León Portilla. Habría que decir que hay otras expresiones de los diferentes aspectos de la invasión-conquista-colonia. Textos como la visión de la gesta desde la perspectiva española, escrita por Bernal Diaz del Castillo, a los de ahora en forma científica con las herramientas de la historia, como en “Atemorizar la tierra”, de estudiosos norteamericanos. Es una larga historia como larga es la cantidad de títulos que se han publicado y que no dejan muchas dudas para calificar la barbarie, a contramano de quienes, desde una posición de modernos colonizadores, solo ven las ventajas o los aportes de la invasión a la realidad actual, sobre lo cual también hay mucho publicado.

Estamos en otra época. No se trata de justificar la invasión ni tampoco anatemizar a sus herederos. Aunque es necesario remarcar que la monarquía reivindica lo realizado, razón por la que mantienen una postura que solo deja ver la idea que aún son parte de esos hechos históricos cometidos por sus antepasados.  Es cuestión de tener, como decía la carta de López Obrador, una visión compartida aun con sus matices, de un hecho histórico que ha sido motivo de muchos desencuentros.

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