Por Kajkoj Máximo Ba Tiul
Entre la crisis humanitaria que ha provocado la tormenta Sara y las inundaciones en el norte del país, los casos de fiebre tifoidea en el municipio de San Cristóbal Verapaz[1], la permanente y continuada crisis política en el país, que tiene su epicentro, con la persecución judicial a miembros, simpatizantes y funcionarios del gobierno de Semilla. Es apenas el inicio de un posible desenlace, que puede ser fatal no solo para el presidente Bernardo Arévalo y Semilla, sino para el pueblo que está cansado de tanta mañosería (estoy pensando sobre todo en las autoridades ancestrales que fueron quienes intentaron ponerle el cascabel al gato), que habrá que detenerlo en las calles y no solo en las cortes, peor aún en un Congreso que aprovecha cualquier debilidad de la oposición.
Este escenario, tiene origen, no solo en la ambiciosa y criminal fiscal, sino en la clase oligárquica y criolla guatemalteca, que se consolida en 1821 y sobre todo en quienes están vinculados a la extrema derecha del país, ahora conocidos como neofascistas, o crimen organizado, a quienes antes conocimos como anticomunistas, organizados muchas veces en partidos de extrema derecha como el MLN, PID, CAN, FRG o en grupos paramilitares, que se fortalecieron con el control que tuvieron del Estado desde 1960 hasta la fecha, del Ejército, algunos sectores empresariales y eclesiales y del aparato estatal.
La justicia está secuestrada por este grupo criminal. Un grupo grande y que no solo debemos verla en la señora Consuelo Porras, o la derecha que está en el Congreso o la Fundación contra el Terrorismo, son muchos, es un zoológico. Estos aprendieron, el “arte de ganar dinero fácil y de odiar” en la guerra y comenzaron a competir entre los empresarios viejos y se constituyeron algunos en empresarios emergentes. Muchos de estos encabezaron el genocidio guatemalteco para quedarse con las tierras y territorios de los pueblos indígenas, como el caso de la finca la Perla de los Arenas, las fincas de los Thomae en la Sierra de las Minas, las de los Diesseldorf y Sapper en Alta Verapaz y otras regiones; las fincas de Sebol y la Franja Transversal del Norte de los Lucas García, por poner algunos ejemplos.
No olvidemos, que este grupo criminal, se fortaleció, con el trabajo ideológico del neopentecostalismo tanto evangélico como católico, y algunas expresiones mayas (no hay que negarlo).
Entender el pasado nos ayuda a buscar el camino para derrotarlos y cómo hacerlo. A estos, se les debe combatir y derrocar. No se les destruye con indiferencia o con acciones bondadosas como monjas de la caridad. No se acobardan somatándoles la mesa. No se les derrota con reformas. Se les derrota sin miedo, transformando este miedo en una lucha colectiva, que es lo que permite seguir soñando despiertos (Bloch) aunque todo esté contra nosotros (Zibechi).
“El futuro contiene lo temido o lo esperado; según la intención humana, es decir, sin frustración, solo contiene lo que es esperanza. En aquellos que no encuentran salida a la decadencia, se manifiesta entonces el miedo a la esperanza y contra la Esperanza” (Bloch). De tal suerte, que mucho de lo que nos pasa, por ejemplo: “tembladera de piernas, ante las acciones del pacto criminal”, es porque tenemos miedo a atravesar la otra orilla, porque no logramos asumir que el miedo debe ser colectivo, es donde tiene sentido la comunalidad, que es lo que ha pretendido destruir el capitalismo. Un líder hoy, no solo debe gobernar sobre acuerdos, convenios y pactos, sino reuniendo, uniendo, articulando a sus Otros que luchan también en contra de los criminales.
Hoy la política se divide, entre la “solidaridad o muerte, entre el amor o el odio”, como lo manifestaron Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum en la reunión del G20 en Brasil. Los criminales, ocasionan “muerte y odio”, porque solo buscan sus intereses personales, su individualismo y desprecian lo colectivo. Malgastan los recursos en hacer la guerra, no solo a nivel mundial, si no en sus propias naciones y comunidades, como los desalojos extrajudiciales en la región norte, dejando a una cantidad grande de familias mayas, en situación de desplazados. La guerra puede ser armada o psicológica, esta última lo hacen por los medios de comunicación, iglesias, escuelas o cooptando el sistema de justicia, obligando a sus opositores a aceptar cargos por hechos que no son reales, como ha sucedido con miembros o simpatizantes del partido Semilla. Como también suele suceder con indígenas y campesinos, que son capturados, acusados de usurpación de tierras, cuando en realidad son dueños de sus tierras, promoviendo una guerra que no se ve y que lastima a los pueblos.
Nuestros abuelos, “nos dijeron que contempláramos el lucero de la mañana”. La contemplación, tiene sentido en la esperanza. La esperanza en el nuevo amanecer. La esperanza no se logra sin el miedo, y el miedo al transformarse en miedo colectivo, se puede llevar, pero si la esperanza se colectiviza. Pareciera un trabalenguas, pero así es, un líder solo, imposible que pueda romper el lazo que une a los grupos que ahora se les conoce como el “Pacto de Corruptos”. Es un grupo criminal que siempre ha actuado desde la oscuridad. Es un grupo que vive del odio, aunque hablen de democracia. Su democracia es la ambición desmedida por seguir controlando el Estado y vivir del mismo. El líder hoy, debe confiar en la comunalidad. “Solo en comunidad podremos salir adelante y superar la catástrofe social en la que estamos envueltos para lo peor”[2]. Eso quiere decir, que Arévalo, debe convocar no a la fiscal a una reunión, sino al pueblo y a quienes están dispuestos a seguir construyendo el nuevo país. Si no actúa, el pueblo podrá “perdonar haber perdido, pero nunca va a perdonar si se deja de luchar”[3].
[1] Un lugar de Guatemala, con una mayoría de habitantes de ascendencia Poqomchi’.
[2] https://www.amerindiaenlared.org/contenido/25516/si-se-puede-derrotar-el-fascismo/,
[3] Cristina Fernández de Kirchner, parafraseando a Néstor Kirchner, https://www.youtube.com/shorts/fjiyskGWKpw.