El municipio de San Juan Comalapa podría experimentar una sequía devastadora en los próximos años debido a los golpes de la crisis climática. Una amenaza latente para las comunidades que dependen de la agricultura. La falta de preparación para responder a estos fenómenos, aumenta la vulnerabilidad de la población.
Texto y fotos por Joel Solano
La sequía que azotó este año a San Juan Comalapa de abril a junio ha impactado en la vida de cientos de agricultores. El calor y la falta de lluvia provocó que varios cultivos se perdieran en los primeros meses.
En años anteriores el clima no varió tanto y se cosechaban: arvejas, güicoy, fresa, tomate, habas, papas, fresas, mora y frijol. Para este año no será posible, la lluvia de la primera semana de mayo no llegó y el calor no permitió que muchos de los cultivos que debían florecer con las primeras semanas de invierno no se desarrollaran.
Los relatos de tres agricultores
“Solo nos quedamos a la espera”, dice Julio Perén, viendo al cielo. Es agricultor de la comunidad de Paquixic, San Juan Comalapa, en la parte noreste.
La lluvia no calló a mediados de mayo. O por lo menos en la tercera semana, pero pasó el mes y nada.
Señala las milpas pequeñas. En otros años la milpa ya estaba grande. La primera lluvia cayó hasta el 7 de junio. Eso hizo que tuvieran que volver a sembrar con la esperanza de cosechar algo al final de este año.
“No tenemos frijol en cantidad”, dice Perén quien explica que solo hay para el consumo familiar. En otras épocas se desgranaban hasta cuatro quintales, lo que daba una cuerda de terreno y se vendía en Q850.
Ese dinero se utiliza para pagar el terreno arrendado. Por cada cuerda se pagan entre Q700 y Q800. Otros productores lo usaban para comprar fertilizante. “Ahora no nos quedó para eso. Hay que ver qué se va a hacer. Es difícil y complicado”, dijo.
En la comunidad se hablan de muchas cosas, ya que muchos dependíamos del frijol; otros de la arveja, güicoy, rábanos, tomate, fresas, papas entre otros. Pero la falta de agua de lluvia y que algunos nacimientos que servían para riego se secaron. Perén esperaba cosechar frijol para sufragar algunos gastos del hogar.
“Dependemos de la lluvia”
A 10 kilómetros, al norte de este municipio de Chimaltenango, se ubica la comunidad de Pamumus. Francisco Pichiya, agricultor de la comunidad también lucha contra los golpes del clima. “Los cultivos de maíz y frijol están atrasados en su crecimiento. Nos preocupa que si no hay lluvia no cosecharemos nada. Y eso nos afectaría ya que dependemos de lo que cosechamos cada año.
Esperamos que la lluvia continúe porque no tenemos ningún plan para enfrentar estos fenómenos, no se tienen sistemas de riego para enfrentar las sequías prolongadas y se debe apostarle a la conservación de los suelos”, dijo.
Julo y Francisco coinciden en que San Juan Comalapa podría experimentar condiciones similares a las del corredor seco en los próximos años, tomando en cuenta que este es el tercer año en el que la crisis climática afecta la zona. La población deberá enfrentarse a limitaciones para asegurar su alimento básico de maíz y frijol.
Según Julián Chalí Cuxil, agricultor de la cabecera municipal, también tuvo pérdidas con la sequía. Lamenta haber perdido el fertilizante en los cultivos de arveja, frijol y güicoy. “La mayoría siembra a principios de marzo y en junio se inicia la recolección de la cosecha. Tuvimos que volver a sembrar el maíz, la mayoría se marchitó”, agregó.
La recuperación se estima que dura dos años cuando una cosecha se pierde. Ya que lo que nuevamente se siembra se puede cosechar al final del siguiente periodo. Las lluvias que cayeron son una oportunidad de ver que cultivos como el maíz se vea a fin de año, pero hay amenazas como los vientos fuertes que se dan por las tormentas y botan los cultivos. “El clima nos insta a buscar nuevas formas de adaptación y poder combatir la utilización de abonos orgánicos que puedan ayudar”, dijo.
Los abuelos ya superaron la falta de agua
En 1949, el municipio de San Juan Comalapa también tuvo una sequía, que hizo que buena parte de la población se quedara sin alimentos durante muchos meses. Los tatarabuelos, abuelos y padres narran lo difícil que fue enfrentar la escasez de alimentos. Recuerdan que muchas familias decían a los niños y niñas que cocinaban maíz y frijol, pero en las ollas solo había cáscaras de árboles. Muchas familias pasaron hambre por la falta de lluvia. Este pueblo también fue golpeado en 1964 con la gripe española, recuerdan los agricultores.
En el 2023, de nuevo el clima afectó los cultivos. La sequía y lluvias pudrieron el cultivo del maíz, así terminaron octubre y noviembre de ese año sin cultivos.
La crisis climática para muchos no existe. En el 2014, Fernando Cali, especialista en agronomía, realizó un estudio especial para San Juan Comalapa en el que incluye las mediciones de las tres estaciones meteorológicas que tiene el Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología (Insivumeh) en Chimaltenango, en los municipios de Santa Cruz Balanyá, La Alameda, y de San Martin Jilotepeque.
En un análisis realizado entre 1978 y 2014, se observó un cambio en la precipitación y temperatura del departamento. Además de la información científica, se realizó una encuesta entre los ancianos de la comunidad a quienes se les consultó ¿cómo habían experimentado el cambio en el clima? En algunas de sus respuestas dijeron que, en comparación con años anteriores, ahora hay más calor. Y en donde llueve, algunos días hace mucho más frio.
Aunque las opiniones están divididas: un grupo considera que las lluvias son abundantes en poco tiempo y el segundo grupo que la canícula es más prolongada. Ya no llueve en mayo o la última semana de abril como en otras fechas.
Comunitarios de Payá, resaltan que hace 40 años, durante septiembre y octubre, caía una lluvia constante durante 40 días, humedecía los suelos y se aprovechaba. Ahora llueve demasiado en poco tiempo y no en ese período.
Menos lluvia en Chimaltenango
Hace tres años el Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y la organización Rainforest Alliance, realizaron un estudio que incluía los planes ante la crisis climática para los 22 departamentos del país. Uno de los departamentos es Chimaltenango en donde la precipitación máxima de lluvia en promedio es de 5,000 milímetros al año.
La precipitación media es de 1,823 milímetros al año. De acuerdo con la medición de 2022, se mantiene en un alto nivel. Los municipios como Pochuta y Yepocapa tienen una disminución, así como Santa Apolonia, Tecpán, Poaquil y San Martín Jilotepeque.
Las proyecciones señalan que lo peor que podría pasar es que se reduzca la lluvia y una de las zonas más afectadas sería San Juan Comalapa, seguido por Balanyá y una buena parte de Tecpán y Patzicía. “Se nota la reducción en la parte sur del departamento que están los municipios de Pochuta y Yepocapa”, registra el estudio.
Según la proyección del 2040 al 2069, se espera una menor cantidad de lluvia y se prevé una extensión de la sequía. Entonces se incrementará en promedio de 1 a 2 grados la temperatura.
La amenaza de una extensa sequía es para los municipios de Pochuta, Acatenango, Iztapa, Patzún, Poaquil, Santa Apolonia y Tecpán y en especial San Juan Comalapa, la amenaza de un calor severo es inminente para los próximos años.
El experto en medioambiente, Javier Bal Salazar, explica que estos cambios se registran en todo el país y para el sector campesino está afectado con la producción de hortalizas y granos básicos. La pérdida de los recursos naturales es notoria.
A nivel nacional la precipitación de lluvia no ha variado mucho, el cambio está en la cantidad de agua que recibimos con las tormentas, eso hace que en ocasiones se registre una cantidad alta y en otra baja, por el descontrol que se tiene actualmente en el clima. “Hay un efecto de invernadero, que es parte del cambio del clima, ya que refleja que hay más calor y si deja de llover, se siente en el incremento de la temperatura”, dice Bal.
En los últimos diez años se ha disminuido la cantidad de lluvia. Los cultivos como el frijol han tenido una disminución porque se siembran en mayo, pero ahora la lluvia ya no cumple los ciclos de antes. Los agricultores planificaban con base en los últimos años y ahora el efecto ha sido más notorio en 2024.
Los productores se lamentan que no cuenta con sistemas de riego, porque el costo es alto, y todos esperan las precipitaciones. Especialmente los agricultores que dependen de las lluvias.
Bal insta al Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación (MAGA), como responsable de acompañar, orientar, asesorar acompañar a los agricultores. “No sabemos si lo van a hacer, si ellos cumplieran con sus responsabilidades de acompañar, dándoles datos para ayudar, existen unidades en el ministerio para apoyar, pero no se hace”, expresa Bal.
Una de las dificultades a la hora de la implementación de una metodología distinta es que cada agricultor tiene una forma de sembrar y será difícil cambiarla. Según el experto, a muchos no se les puede indicar que siembre en junio porque ya tienen su calendario previsto pero la repercusión en los alimentos y la seguridad alimentaria se verá afectada.
Salazar advierte que los pequeños agricultores no están preparados para las sequías prolongadas solo aquellos que trabajan con riego e invernaderos. El Ministerio de Agricultura debería apostar a las condiciones controladas para aprovechar la mínima cantidad de agua que se tiene. Empezar con las tecnificaciones. “No hay programas para orientar a los agricultores”, dicen.
Para Bal en los próximos años se tendrá que afrontar una seria crisis alimentaria debido a la crisis climática. Las olas fuertes de calor erosionan los suelos, el fertilizante es alto y hay escasez de mano de obra por la poca inversión en la economía campesina.
¿De dónde vendrán los alimentos? Se encarecerá el maíz y sus derivados. Sembrar ya no es rentable. Al final los gobiernos y el Estado tienen que asumir una responsabilidad para mitigar esto a corto y mediano plazo, de lo contrario la economía podría deteriorarse más, advierte Bal.
En el mercado, el quintal de papas alcanzó precios entre Q700.00 y Q800.00; el tomate y los demás productos alimenticios están caros y es un costo alto, para la soberanía alimentaria, indican los comunitarios.
La sequía que azotó a San Juan Comalapa este año, dejó con pérdidas a varios agricultores que siembran granos básicos y hortalizas. La siembra está prevista para los meses de abril y mayo, pero este año no fue posible. Esto significa una escasez de alimentos que agravará el tema de seguridad alimentaria.
La reducción de los caudales de los ríos afecta también a las comunidades, uno de los efectos más visibles es la proliferación de insectos que afectan la salud de las familias.
Fernando y Javier resaltan que para poder contrarrestar estos efectos en las comunidades se deben crear mecanismos de agricultura en la producción de granos básicos. Se debe crear un plan municipal de crisis climática, identificar la base de vida de cada municipio, implementar acciones que puedan mitigar este tipo de impactos. En el caso de San Juan Comalapa, los agricultores buscan medidas de adaptación puedan mitigar este impacto.
Cali indica que en la selección de árboles tiene que ser de la misma forma, no solo debemos de tener bosques de una sola especie, debe ser diversa, porque un bosque diverso aporta más al medio ambiente, recomendaciones que deben de tomar en cuenta las municipalidades, porque la crisis climática es inevitable, ya se vive, el incremento a los precios de los productos no es casual, se debe a las situaciones del clima y la escasez, que hace que los precios se disparen. Por la falta de lluvias que han afectado a los cultivos.
Javier Salazar comenta que lo fundamental será cuidar el suelo, el tema de abonos orgánicos debe de implementarse nuevamente, el uso adecuado de los agroquímicos, porque es uno de los factores que ha afectado, y aunque no es malo del todo, si afectan. El agricultor debe apostarle a producir en menor área, porque las áreas de producir se van minimizando porque la demografía va creciendo, y las áreas de cultivos son menos.
Selección de semillas
Ante esta situación que se podría experimentar para los próximos años, los agricultores de San Juan Comalapa deberán buscar nuevas estrategias, como en la selección de semillas que se puedan adaptar más al clima.
Según Julio Perén de la comunidad de Paquixic, la mayoría de nuestras semillas nativas son adaptables a estos climas, pero se deberá de hacer selecciones más efectivas que puedan adaptarse aún mejor, sabemos que el frijol es una de ellas, porque que no necesita mucha humedad, pero se vio afectada por el clima en este año, por ello debemos realizar selecciones y clasificaciones en las semillas que sean más adaptables al clima.
El agricultor Francisco Pichiya de Pamumus, insta a trabajar de manera colectiva en la búsqueda de métodos que puedan aportar en la conservación de los suelos, que puede ser una alternativa ante la amenaza de las sequías que se han dejado sentir este año. Las futuras generaciones también deberán adaptarse a estos fenómenos climáticos.
Víctor López de la cabecera municipal, comparte que la utilización de los abonos orgánicos puede aportar en la conservación de los suelos. Deberá ser una tarea de todos, que es una forma que utilizaron los abuelos, métodos que dejamos de hacer, por la introducción de los agroquímicos, indica.
La situación que pueden enfrentar los agricultores en San Juan Comalapa para los próximos años, es un recordatorio, de todos los males que se le ha hecho a la madre naturaleza: la falta de lluvias, la tala de los bosques, la contaminación, son factores que contribuyen a este deterioro.
Este texto se realizó en el marco de la Sala de Creación comunitaria y medioambiental, un ejercicio periodístico colectivo organizado con un grupo de periodistas de territorios de Prensa Comunitaria, bajo la coordinación de Francisco Simón.