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Señal de 500 años

en el tiempo,

en la milpa

y en el llanto.

 (Ricardo Cajas Mejía)

Por Carlos Fredy Ochoa García, Pakal Rodríguez Guaján, Esteban Gómez Toj y Rafael Flores[1]

Los liberales de fines del XIX elaboran una visión sobre una ‘conquista’ centrada en 1524

Entre las discrepancias o miradas distintas de las crónicas indígenas y los testimonios directos de Cortés, Alvarado y Bernal Díaz, los juicios de residencia, las actas de cabildo, hay que hacer notar su discurso opuesto acerca de las ciudades, tanto como su percepción acerca de la guerra. En las crónicas indígenas, leídas no a través de traductores sino en la lengua de su enunciación, primó el interés de una cronología, una de cuyas claves es su registro toponímico. Como resultado, emerge una nueva periodización de la época y el papel, oculto y revelado, que cumplió la disputa por el dominio de las ciudades. Estas visiones contrastadas de conquista-guerra revelan, no sin sorpresa. que la visión centrada en 1524, ahora hegemónica, no se encuentran sino en una fabricación relativamente reciente.

Tunatiw fue un individuo poco presente en el territorio, aunque asociado a los momentos más sanguinarios de 1524, y la guerra prolongada fue admitida por el mismo Cortes[2], los cronistas españoles del 1700 tampoco dieron primacía a 1524 en su imaginario conmemorativo de conquista. También hay que hacer notar el diverso tratamiento dado a los héroes mayas del siglo XVI. El autor anónimo de la Isagogue, primera obra impresa en el Reino de Guatemala (1688), de cuenta de la figura de Tekun[3], pero entre fechas y datos confusos y contradictorios sobre 1524, razón por lo cual sus relatos fueron bastante dejados de lado. Fuentes y Guzmán (1643-1700), tampoco dio primacía a 1524, aunque recupera de este año la figura de Tekun en la Recordación Florida[4], gracias a ciertos manuscritos K’iche’ que tuvo a la mano y a los que alude oscuramente, y al parecer no conoció manuscritos Kaqchikeles.

El cronista Francisco Vásquez (1647-1714), que ejerció enorme influencia en la historiografía de Guatemala, hizo de Alvarado un “gran hombre” y el conquistador por antonomasia, y de 1524 el año de inicio de la conquista espiritual. Vásquez dio primacía a 1540 porque en su memoria se sacaba triunfante el Pendón real[5]. Domingo Juarros (1752 – 1820), aún en 1818 se adhiere a esta memoria, “porque se ganó esta provincia el día de Santa Cecilia”[6]. Un historiador contemporáneo (Gall, 1963) es quien tergiversó la celebración atribuyéndola a una victoria sobre los K’iche’[7].

El llamado “Paseo del pendón”, consistía en el paseo en público de la bandera o estandarte de la corona, conmemoraba la sumisión de los pueblos derrotados a España (la conquista), de la mano con la fundación de la ciudad (Santiago en Almolonga). Este desfile ceremonial habría comenzado en 1532, cuando le fue otorgado el Escudo de Armas a la ciudad de Santiago; interesantemente, por acuerdo del mismo cabildo de Santiago (1557) este paseo tenía lugar el 22 de noviembre, día de Santa Cecilia[8].

Matthew (2017) informa de muchos intentos por trasladar la celebración al 25 de julio, día de Santiago, pero registros de 1684, 1692 y 1773 indican que se mantuvo la fecha de Santa Cecilia[9].  Por Fuentes y Guzmán se sabe que este día de Santa Cecilia también tenía lugar un festejo popular en el barrio de mejicanos, que consistía en una representación teatral que se conoció como la “Fiesta del Volcán”[10], era una celebración que exaltaba los sucesos de 1540. Aunque se ignora cuando desapareció esta última, el paseo del pendón se mantuvo hasta que la independencia la hizo obsoleta.

Francisco Ximénez (1666-1722), en su historia anotó que se conmemoraba a Santa Cecilia el 22 de noviembre con una gran fiesta en Guatemala, en que los vecinos evocaban la toma de la ciudad. Ximénez ironizaba sobre aquel evento, ya que para la fundación de la ciudad en el Valle de Almolonga no hubo guerra, puesto que en dicho valle no había ninguna ciudad indígena. Ximénez describe así los festejos:

Hácese aquesta reseña en Guatemala todos los años este día con mucho lucimiento, saliendo la víspera en paseo a caballo el que saca el pendón, acompañándole el señor presidente como capitán general, los señores alcaldes y regidores y todo lo más ilustre de la nobleza de aquesta ilustre república; y juntamente viene a la función una compañía de indios mejicanos de los de Almolonga armados, en memoria de aquellos que ayudaron a conquistar a aqueste reyno por lo cual son exentos de pagar tributo, como todos los demás, con que hacen la marcha muy lucida; y vueltos a la santa iglesia catedral y cantadas vísperas se vuelve el pendón al Cabildo que está enarbolado hasta otro día que se lleva a la iglesia y se canta una misa muy solemne, y hay sermón…”. [11]

Es decir, ya desde el siglo XVIII, autores como Ximénez se percataron de cómo la interpretación del pasado funcionaba para crear un relato ilusorio del dilatado proceso de guerra en Guatemala del siglo XVI. Lo que es un hecho, fue haber dado la ‘conquista’ por terminada en 1524, para lo cual hubo de cambiar las fechas conmemorativas. La interpretación del pasado condujo a hacer arreglos discursivos, esto para fundamentar los orígenes de una identidad nacional y esto tuvo lugar en el siglo XIX.

Estos arreglos discursivos los hicieron los historiadores liberales del final del siglo XIX. Siendo ellos mismos liberales, seculares y empeñados en una construcción ideológica de la nación, reposicionaron estas fechas en un necesario reacomodo de los referentes de la nación. De rememorar la victoria sobre la guerra Kaqchikel, por el colonialismo español, se pasó a ocultarla, siguiendo un modelo épico de ‘conquista’ y esta fue labor hecha para una ideología nacional. Vásquez Monterroso observó que uno de los mitos relativos a la conquista fue haberla proyectado como prácticamente ejecutada en un par de batallas en 1524[12]. Chinchilla (2023) describe como los primeros liberales del siglo XIX, con el gobierno de Mariano Gálvez (1831-1838), se llevó adelante un proyecto para generar una historia nacional; de esto da cuenta el informe de Rivera Maestre y los dibujos de Juan Galindo hechos en 1834 sobre Chi Q’umarkaj, mandados hacer en el marco de una investigación arqueológica pionera en Guatemala, pero el proyecto terminó haciéndose con miras claramente nacionalistas[13].  Recientemente, Castillo y Cossich (2023) han sugerido que el Baile de la conquista, que dramatiza los eventos de 1524, se representa actualmente a partir de libretos transcritos en el siglo XIX, afirmación ya avanzada por Bode (1961); además, careciendo esta danza de antecedentes históricos previos, concluyen que responde a una elaboración más propia de fines del XIX, con origen en un proto nacionalismo regional emergente en Quetzaltenango[14]. Castillo Taracena (2013) también encontró que, para los liberales del XIX, el año 1524 subyace en el origen del mito fundacional de la identidad nacional[15]. En palabras de Pinto Soria, en el siglo XIX, “se tuvo especial cuidado en crear los mitos y las idealizaciones que debían cubrir las abyectas realidades, que perduran hasta hoy”[16]. En otras palabras, tomar 1524 como fecha cero de la nación todo lo que logra es situarla ante un pasado no superado, difícil de superar.

Historiadores como Ramón A. Salazar (1838-1901), José Milla (1822-1882), Manuel García Elgueta (1846-1900), y Antonio Batres Jauregui (1847-1929), jugaron un papel clave para la reescritura contemporánea de 1524. Sobre todo, Pepe Milla, porque después ningún otro añade nada nuevo[17]. Célebre por sus novelas históricas, también escribió su monumental Historia de la América Central[18], a pedido del presidente de la república Justo Rufino Barrios. Una obra de gran alcance, pero inconclusa. Milla concibió una historia “nacional” a partir del “descubrimiento -conquista- colonización”, aunque su relato inicia en 1492 (“el descubrimiento”), este solo alcanza sentido con los “brillantes episodios de la conquista”, los que se cumplen con la “expedición” de Alvarado. Por supuesto, Milla confiesa que carecía de datos sobre las primeras poblaciones, lo que le justifica para dar solo “noticia” de ese pasado, (si bien esta abarca en su obra unas setenta páginas[19]).

Liberal y moderno, Milla reclama objetividad, distanciamiento e imparcialidad, pero, en fin, en su obra la palabra “conquista” se halla enunciada cientos de veces, junto a su correlato sobre 1524, un año cuyos sucesos repasa, paso por paso, siguiendo a Alvarado. Claramente, la óptica centrada en 1524 organizó tanto en Milla como en sus sucesores, su perspectiva temporal sobre el origen de la nación. A partir de allí es que se adopta 1524 como fecha cero de todo mito fundacional y año domini de la nación.

Milla conoció bastante bien los manuscritos K’iche’ y Kaqchikel que circulaban para ese momento, y meticuloso como fue, siempre los citó en sus fuentes, pero no pasaron de ser una breve noticia. Recuérdese que los manuscritos mayas del siglo XVI solo empezaron a ser publicados hacia la tercera parte del siglo XIX. El título de la casa Izquin Nijaib’ (I), después Señora del Territorio de Otzoyá, fue el primero en ser conocido en castellano, estaba traducido ya en 1753 y se publicó en 1876 por la Sociedad Económica de Guatemala[20]. El Título de Totonicapán fue traducido a petición en 1834 por Dionisio José Chonay, y Brasseur de Bourbourg (1814-1874) la halló en la municipalidad de Totonicapán, la copió cerca de 1860, para después publicarla Charles Félix Hyacinthe en 1886[21]. El Memorial, localizado por Juan Gavarrete en 1844, le fue mostrado también a Brasseur, quién antes de pillarlo, produjo varias traducciones que estuvieron disponibles; el Popol Wuj, publicado por Carl Scherzer en alemán en 1856 y en francés por Brasseur en 1861, fue conocido en Guatemala por la traducción de Gavarrete de 1872-73[22]. En Totonicapán, el Título Relación de Paxtoca o de los Nimaq Achi, fue conocido por Manuel García Elgueta, muy vinculado al nuevo poder de los liberales, quien lo publicó parcialmente en 1883, con base en una copia de 1813 que se tenía en la municipalidad de Totonicapán, mientras el original se resguardó siempre en su comunidad de origen; extractos de este y otros manuscritos de Totonicapán también los publicó en 1897 Jesús Carranza en su historia general de Guatemala[23] .

A pesar de este conocimiento disponible, el desarrollo de una ideología nacional los dejó de lado, supeditados a la significación de 1524 para la nación. Las narrativas sobre este año se hallan pues repletas de imágenes simplificadas, mitificaciones y explicaciones hoy generalmente aceptadas. Este relato es tan denso que oculta casi todo sobre las ciudades antiguas y su aniquilación por una violencia, también ocultada. Revisitar este año y comprender estos cambios de pensamiento dice mucho sobre la genealogía de la nación guatemalteca y sus dificultades para proyectarse al futuro como nación plural.

Pie de página

[1] Carlos Fredy Ochoa García (antropólogo K’iche’) <carlos.ochoa@profesor.usac.edu.gt>; Pakal Rodríguez Guaján (lingüista kaqchikel) <pakalbalam@yahoo.com>; Esteban Gómez (arqueólogo K’iche’); <ajpugomez@gmail.com>; Rafael Flores (historiador otomí) <arfhistoria@gmail.com>.

[2] Lovell, Lutz y Kramer, 2016, Pág. 115.

[3]  Isagogue, [1688], 1935, Cap. IV, Pág. 195.

[4]  Fuentes y Guzmán, [1699] (1933) Pág. 159.

[5] Francisco Vázquez (1688) 1937, Tomo I, Págs. 19, 20, 72 y 155.

[6]  Domingo Juarros, 1818, Tomo II Pág. 274-75

[7] Gall, 1963, Pág. 13.

[8] Matthew, 2017, Pág. 205.

[9] Matthew, 2017, Pág. 207.

[10] Fuentes y Guzmán Fuentes y Guzmán, 2012, I: 582-587, 87-89.  Vásquez Monterroso, 2012, Pág. 1.

[11] Ximénez, 1929, Vol. I, Libro II, Capítulo V, Pág. 160.

[12] Vásquez Monterroso, 2012, Pág. 2, Vásquez Monterroso, 2017, Pág. 167.

[13] Chinchilla Mazariegos, 2009, Pág. 151.

[14] Castillo y Cossich, 2023, Pág. 313.

[15] Castillo Taracena, 2011, Pág. 87.

[16] Pinto Soria,1999, Pág. 18.

[17] García Añoveros, 198, Pág. 245.

[18] Milla, 1879, T II, Pág. 61.

[19] Milla, 1979, Pág. IV ss.

[20] Carmack, 1973, Pág. 33.

[21] Título de Totonicapán, en: Chonay, Tomo XX, Año XI, Número 3, marzo 1886. Págs. 151.

[22] Martínez Baracs, 2022, Pág. 334; Sociedad Económica de Guatemala, Vol. III, 1872-73.

[23] Carranza, 1897, Pág. 23.

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LA CRONOLOGÍA DEL MEMORIAL – Invasión del año 1524 – chupam 29 Ab: 2 Aj

FUENTES: Memorial, Otzoy, 1998, Págs. 124 ss.  Cuadro cronológico: Pakal Rodríguez Guaján. Correlación al gregoriano: Contreras, en Otzoy 1999. Visiones sobre 1524. Revisitar el año para reinterpretar todo lo dicho. (2024), Carlos Fredy Ochoa García, Pakal Rodríguez Guaján, Esteban Gómez Toj, Rafael Flores.

Visiones sobre 1524. Revisitar el año para reinterpretar todo lo dicho. (2024), Carlos Fredy Ochoa García, Pakal Rodríguez Guaján, Esteban Gómez Toj, Rafael Flores.

Totonicapán, Tecpán Guatemala, Santa Cruz del Quiché, Guatemala, 13 iq’, 3 de junio de 2024

Primera parte de este ensayo

Visiones sobre 1524. Revisitar el año para reinterpretar todo lo dicho (I parte)

Segunda parte de este ensayo

Visiones sobre 1524. Revisitar el año para reinterpretar todo lo dicho (II parte)

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