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Guatemala: “patas ¿pa qué las quiero?”

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Créditos: Prensa Comunitaria
Tiempo de lectura: 4 minutos

Kajkoj Máximo Bá Tiul

Hace unos días me preguntaban: ¿cuáles han sido los avances en el país con este nuevo gobierno?  A veces se torna difícil omitir opinión. Por un lado, porque mucha población sigue esperando que llegue la “Nueva primavera”; y por el otro, porque quienes dirigen el gobierno y el Movimiento Semilla pensarán que estamos en contra de todo lo que hacen y que queremos que las cosas cambien rápido.  Y no es así.

Nos preocupan los problemas de Guatemala. Sabemos que no son fáciles de resolver, porque tienen su origen en la historia larga de la República, del Estado y de la sociedad, creadas en la modernidad, fortalecidos con la independencia criolla, como en todos los países de América Latina y donde impera el capitalismo-neoliberal-extractivista y expoliador.

Guatemala está controlada profundamente por los intereses de los Estados Unidos y Europa, y depende de las políticas de los organismos internacionales como el FMI, Banco Mundial, BID, BICIE.  Sigue siendo secuestrada por una derecha y extrema derecha criolla, parasitaria, que tiene como peones a una clase política, clase media, que más que políticos, son “zánganos de la política” y que no dejan, que construyamos esta nación sobre las bases mínimas de la democracia.

Se sigue lidiando con un grupo de mercenarios, criminales y sicarios, que han hecho del país y del Estado una piñata y de una ciudadanía acomodada y silenciada, como base para perpetuarse.  Este grupo de sicarios: por un lado, gritan a los cielos, cuando Guatemala, en Naciones Unidas, vota por el reconocimiento del Estado Palestino. Gritan, relinchan y rebuznan, cuando China no deja entrar sus productos, que en su producción explotan el trabajo campesinos e indígenas, en su mayoría mujeres, jóvenes, niños y niñas.  Gritan y claman justicia cuando la población defiende a los pueblos y comunidades, expoliadas de sus tierras y territorios.  Son los grupos que claman soberanía, no injerencia y democracia a su medida, porque siguen siendo criminales.

Este grupo está esperando la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos y del ala dura de los republicanos, para fortalecerse. Se piensan restablecer, restaurar, revitalizar y cambiar de piel, para volver a tomar con más fuerza su proyecto político y construir un modelo como Ecuador, El Salvador o Argentina y encuentran su fortaleza en los encuentros internacionales de la extrema derecha, fascista y libertarios, que están realizando en varios países.

En medio de toda esta situación, un gobierno como el de Arévalo, puede comenzar a cerrársele el círculo de operación.  Por un lado, como lo hemos afirmado en otras entregas, carece de cuadros técnicos para desplazar a los que dejó el grupo criminal del gobierno anterior.  Pero por el otro, porque Semilla, aunque sea un partido suspendido, sigue actuando con mucha egolatría y pareciera que con poca estrategia política y táctica para hacer las cosas.  Por ejemplo: el proyecto de ampliación del presupuesto 2024, ya tiene sus detractores en algunos simpatizantes del gobierno o la poca receptividad que tiene en el Congreso, la reforma a la Ley del Ministerio Público, que permitiría pedirle la renuncia a uno de los demonios de Guatemala: la fiscal general.

Al mismo tiempo, la situación en las áreas rurales se torna más difícil. Como dice un amigo, el desastre social se suma al desastre climático y han optado preferencialmente por “los pobres” y no queremos darnos cuenta.  Esto no se resuelve con firmar acuerdos con algunos sectores.  Y así como se piensa en el futuro hay que pensar en el hoy, que apremia a muchas familias.

Si ahora nos enfrentamos al hambre por el calor, en los próximos meses nos enfrentaremos al hambre por los deslizamientos, derrumbes, destrucción de viviendas y esto requiere urgentemente una estrategia de país y no paliativos.

Habrá que dejar la miopía política o el narcisismo político que nos lleva a pensar que solo nosotros podemos hacerlo.  Se debe ser más estratégico, que implica no solo ver la coyuntura, sino hasta dónde queremos llegar. Cuál es nuestra visión de país. Porque el grupo criminal se está rearticulando.  Los militares están tomando el control del país, vuelve a controlar las elecciones de magistrados de las diferentes salas de la CSJ, tienen el control de la Corte de Constitucionalidad, del Ministerio Público, de los medios de comunicación.

Algunas estructuras de las llamadas autoridades “ancestrales” se han acomodado al derecho de piso que les dio este gobierno y posiblemente se han olvidado, que el proyecto de los pueblos indígenas va mucho más allá de los cuatros años y se dejaron las calles.  Se olvidaron que vamos más allá de la democracia burguesa. Desde hace años, carecemos de un movimiento social fuerte que aglutine a todos.  Entonces la fuerza está en las comunidades, pero ahora se enfrentan a los nuevos despojos y desalojos, donde el gobierno también no tiene el control, porque quienes deciden son: el MP, Sistema de Justicia y las cámaras empresariales como la cámara del AGRO a la vista de la PDH, que tolera todo.

De tal suerte que un gobierno no cambiará la situación de su país, de su nación, de su pueblo, con discursos bonitos, académicos y refinados.  El gobierno debe convocar al pueblo a defender lo poco o lo mucho que se avanzado.  Cada paso, debería de estar acompañado por pueblos, que reclaman dignidad.  Pero si se sigue dejando las calles, los grupos criminales lograrán lo que quieren, ¡Volver a tomar el control! Y si esto sucede: “patas para que te quiero”.

 

 

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